Sea tu pareja, tu padre, tu hijo, tu hermano, tu amigo. En la vida de cada mujer hay un hombre maravilloso. Hombres maravillosos y vulnerables.
Hay hombres que desde muy pequeñas nos hacen sentir como princesas, y a través de su cuidado y protección nos enseñan que el mundo, con ellos, parece un lugar más seguro. Algunos nos enamoran y se transforman en nuestros compañeros de vida. Hay quienes nos convierten en madres y nos enseñan que solo con ellos el amor es incondicional y desinteresado. También están aquellos que son fieles testigos de nuestra infancia e historia de vida. Otros son o fueron grandes maestros a quienes admiramos por la manera de transmitir lo que saben.
De distintas maneras y en diferentes momentos, estos hombres, se hacen presente en nuestra vida y la transforman en un lugar especial. Claro, que también están aquellos de los cuales es mejor estar lejos. Pero de ellos no hablamos en este posti.
En este posti te invito a reflexionar sobre aquellos hombres que hicieron y hacen de nuestro mundo un lugar más acogedor y con mayor sentido. También te invito a pensar, sobre como en estos mismos hombres, ha recaído durante largos años una fuerte ideología que les exigía mostrarse fuertes, agresivos, anti feministas, dominantes y al mismo tiempo los presionaba para esconder sus emociones, ya que de lo contrario se los tildaba de “débiles”.
Como mujer crecí escuchando frases como: “Los hombres no lloran”, “Los hombres son valientes”, “Se un hombre”. Estas creencias junto a otras provenientes de la publicidad, el cine, las vividas en el día a día en nuestra familia, en centros de estudio y lugares de trabajo, van forjando la construcción de diferentes conceptos e ideas que nos vamos formando sobre las cosas o personas.
Y es a partir de estas creencias que nos comportamos como lo hacemos, y tenemos las expectativas que tenemos. Si a través de mi historia y experiencia de vida llegue a la creencia de que los hombres no lloran, seguramente me voy a sentir muy incómoda si un hombre rompe en llanto ante el recuerdo de algo emotivo, por ejemplo. ¿Por qué? Porque no está dentro de mis expectativas, es decir en cuanto a lo que espero de un hombre, que este se muestre demasiado emotivo, y si así lo hace, posiblemente cuestionare o evaluare ese comportamiento como “raro”. Raro según mis expectativas, claro.
El tema es que una vez que nos hemos formado una creencia, esta tiende a arraigarse con el tiempo. Por supuesto que las creencias son plausibles de modificarse, pero como la mayoría de los cambios no son inmediatos.
¿Cómo podríamos empezar a modificar algunas de estas creencias tradicionales? ¿Tendríamos que empezar por nosotros mismos? ¿Tendríamos que empezar por los más pequeños?
Las diferencias entre hombres y mujeres no se pueden explicar solamente desde las ideologías de género, desde lo ambiental y lo cultural.
La Dra. Sandra Witelson es investigadora del cerebro en la Universidad McMaster. Ella dice que hay cientos de diferencias anatómicas y químicas entre los cerebros masculinos y femeninos.
El investigador del cerebro, Dr. Apóstolos Georgopoulos, dice que en muchas tareas, los cerebros de las mujeres procesan la información más rápido y más eficientemente.
Rugen Gur, profesor de neuropsicología en la Universidad de Pennsylvania, fue pionero en un estudio y en su investigación concluyó que el cerebro masculino, al estar mucho más compartimentalizado que el femenino, trataba las sensaciones de una forma más básica y más cercana al nivel animal, por lo que es más común que actúe como un animal a la defensiva, mientras que la mujer prefiere «sentarse y hablar de los problemas».
La mujer es más proclive a reflejar sus emociones en su expresión facial, en el lenguaje corporal y en la forma de hablar. Un hombre, en cambio, frente a las mismas emociones, tendera a salir huyendo o a mostrarse agresivo.
“Hemos aprendido a volar como los pájaros, a nadar como los peces; pero no hemos aprendido a vivir como hermanos”. Martin Luther King
La Asociación Americana de Psicología, ha publicado en agosto de 2018,una guía basada en 40 años de investigación, donde advierte de los peligros de la ideología de la masculinidad, asociada tradicionalmente a conceptos como competitividad, dominio, anti feminidad, agresión, búsqueda de riesgo, evitación de las muestras de debilidad, etc. sobre niños y hombres.
Este tipo de “masculinidad toxica”, según los estudios científicos recogidos en el documento, limita el desarrollo psicológico de los hombres, restringe su comportamiento y estrategias de afrontamiento, aumenta el conflicto de rol de genero e influye de manera negativa en su salud física y mental, en la medida en que favorece la represión emocional y el enmascaramiento del sufrimiento en el proceso de socialización de los niños pequeños, así como da lugar a un comportamiento más agresivo y arriesgado, inhibe la actitud hacia la búsqueda de ayuda y disminuye la probabilidad de adoptar hábitos de conducta saludable.
Los hombres a menudo son reacios a admitir y compartir su propia vulnerabilidad, lo que influye en sus relaciones personales y aumenta su sensación de aislamiento. Infocop/ numero 34.
En la medida en que como sociedad seamos cada vez más conscientes de las consecuencias que tienen sobre los hombres este tipo de ideologías tradicionales y “toxicas” por cierto, estaremos en mejores condiciones de generar un cambio en las mismas. Los estudios muestran que los hombres son adaptables, emocionales y capaces de implicarse activamente fuera de estos estereotipos.
¿Cómo podemos las mujeres ayudar a los hombres a mostrar su lado emocional, sensible, sin temor a ser considerados “débiles”?
¿En qué medida, como mujeres, pudimos haber contribuido o seguimos contribuyendo a esa dificultad que tienen los hombres en acercarse a su costado más emotivo?
¿Cuáles son nuestras expectativas ante el encuentro con un hombre?
Les comparto una cita del texto: “Mi teta izquierda”. Ana Blesa
“A los cinco años, mi tía Filo me llevo a las fiestas de un pueblo cercano. Al terminar la fiesta, fuimos a la carretera a esperar el ómnibus que me devolvería a mi hogar. Vimos todos un punto que avanzaba por la carretera desierta, con un sol de verano aragonés, o sea rajante. A medida que el punto se fue agrandando, se distinguió la figura de un hombre. Mi tía grito:
_Es Pepe, Anamari, es tu padre, Dios mío, que desgracia habrá pasado en casa, para que tu padre venga hasta acá!!!
Yo, que estaba muy acostumbrada a los dramas familiares, empecé a temblar. ¿Qué noticia tan terrible traería mi padre sobre su espalda? Lo vi llegar, sudando, agotado, venia caminando muchos kilómetros. Mi papa estiro sus brazos me levanto, abrazándome sobre su pecho.
Mi tía, sollozando le dijo:
_Pepe, dime la verdad, ¿qué ha pasado?
_Que va a pasar, no pude aguantar estar sin Anamari, tenía miedo que le pasara algo, que no la supieras cuidar y como no había ómnibus me vine caminando”.
¿Qué podemos hacer las mujeres para ayudar a los hombres a conectarse con sus emociones y a expresarlas sin temor a ser juzgados de “debiles”?
Las expectativas que tradicionalmente recaían sobre los hombres, limitaban y condicionaban su pleno desarrollo, afectando su salud física y mental. El darnos cuenta de esto, es el primer paso para empezar a promover un cambio, que sin lugar a dudas no solo beneficiara a los hombres, sino a todos como seres humanos.
Hace un tiempo me cruce con una reflexión que de alguna manera refleja el mensaje que intento transmitir en este posti. Se las comparto.
“Un hombre no viola, viola un violador. Un hombre no mata, mata un asesino. Un hombre no maltrata, maltrata un maltratador. Un hombre no humilla, humilla un cobarde. Un hombre es un ser humano al igual que una mujer.
Si queremos igualdad empecemos por el respeto. Un feminismo basado en el odio al varón, no se hará en mi nombre”. Anónimo.
Hasta el próximo posti y recuerda que hombres y mujeres debemos trabajar juntos por la igualdad.
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