Si la relación de pareja te hace sufrir, ¿La esperanza no sería lo primero que habría que perder?
febrero 17, 2019
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El amor hace bien. Si te hace sufrir, huye o pide ayuda, pero no te quedes

Si toda pareja se apoya en cuatro pilares, ninguno de los cuatro es el sufrimiento.

Si te hace bien es amor. Si te hace sufrir es otra cosa.

En este posti reflexionamos sobre las cuatro patas en las que se sostiene la pareja. Recalcamos que ninguna de estas cuatro patas tiene que ver con el sufrimiento y además desmitificamos la idea del amor ligado a lo difícil, a lo idílico a lo imposible, al sufrimiento.

El propósito es pensar el concepto de amor como construcción. Como un espacio de crecimiento y cambio permanente por parte de quienes forman esa relación. Sin olvidar que ese espacio de crecimiento está teñido de incertidumbre. La incertidumbre de no saber que pasara a futuro.

Tanto en lo que concierne a la relación de pareja como a la vida misma no hay certezas, ni faltan los problemas.

“Nadie, siempre y cuando se mueva entre las corrientes caóticas de la vida, esta sin problemas”. Carl Jung

La idea es reivindicar al amor sano, genuino, noble, y desterrar aquellas creencias que asocian el amor al sufrimiento, a lo difícil, a un ideal. Son muchas las mujeres que aún siguen esperando la nueva versión del príncipe azul.

Cuando en una relación de pareja se instala el sufrimiento, cuando son más, muchos más, los momentos de angustia y dolor, cuando los “buenos” momentos son seguidos por otros amargos que opacan lo anterior, cuando después de muchos intentos de cambio todo sigue igual y el malestar se cronifica e intensifica, cuando ni las ofensas, ni los insultos, ni los golpes, abandonan a la relación y el patrón de comunicación se basa en el reproche, en el reclamo y en la exigencia, la creencia de que en algún momento todo va a cambiar, ese hilito de esperanza que nos lleva a pensar que por arte de magia el cambio que hasta ahora no se ha producido, va a suceder porque yo así lo deseo o lo decreto, no es más que un pasaporte directo al sufrimiento, que nubla la razón y cuestiona la evidencia de los hechos.

En estas situaciones hay que trabajar las creencias disfuncionales que ayudan a que alguien se quede en lugares de mucho sufrimiento.

Por ejemplo: “Él dice que me quiere, quiere volver, y creo que podemos empezar de nuevo.” Toda pareja puede tener una crisis y salir fortalecida de la misma, pero si hay una orden de alejamiento, hubo maltrato físico, promete que va a cambiar y todo sigue igual, los momentos de llanto, soledad y dudas superan con creces a los “buenos momentos” y cualquier situación es la excusa perfecta para una ofensa, una recriminación una escena de celos, tener esperanza en estos casos es algo disfuncional. La esperanza aquí tiene más que ver con la imposibilidad de evaluar la situación con criterio de realidad y la negación de lo que está sucediendo.

La ilusión de que algo funcione, el deseo de sentirnos amados cuando no nos creemos ser merecedores de dicho amor, haber aprendido a través de nuestros primeros vínculos que quienes te aman te hacen sufrir, pueden llevar a alguien a ver amor donde este falta.

Es aquí donde hay que cuidarse de la esperanza que haciendo gala de su valoración social, puede inducir a alguien a permanecer en lugares de mucho sufrimiento de donde debería huir.
Ninguna relación de pareja está exenta de problemas ni de días grises, de esto no hay ninguna duda, y así como afirmamos esta idea, deberíamos afirmar aquella que sostiene la importancia de tratar al otro siempre con respeto, recordando que es una persona distinta a mí, con otra historia y con otras vivencias.

El hecho de que sea mi pareja, que tengamos confianza, no nos habilita a cruzar una línea, de la que después no hay retorno.
Las discusiones forman parte de la naturaleza de cualquier relación, pero no confundamos discutir con ofender, humillar, agredir, maltratar a la otra persona. A las palabras no se las lleva ningún viento, las palabras hieren, lastiman, dañan, cuando no las cuidamos y calan hondo en la autoestima de quien las recibe.

“Cuando el amor es la norma, no hay voluntad de poder, y donde el poder se impone, el amor falta”. Carl Jung

¿Cuáles son los pilares de una sana relación de pareja?

Así como una mesa se apoya en cuatro patas, y si le falta una se desestabiliza y se cae, podemos decir que una relación de pareja sana y que fluye armoniosamente se apoya en la sexualidad, en la comunicación, en el respeto y en la confianza. Y si bien cada uno de estos apoyos es necesario para la estabilidad y el buen funcionamiento de la misma, en cada pareja y dependiendo de los intereses, de la personalidad de cada uno y del momento vital que transite la pareja, algunos de estos pilares serán más importantes que otros, pero todos deben estar presentes, ya que la falta de uno no puede compensarse con el aumento de otro.

Como podemos observar ninguno de estos pilares es el sufrimiento. Sin embargo, son muchas las parejas que parecen sostenerse en el sufrimiento. Sin darse cuenta, lentamente lo terminan naturalizando, entrando en una espiral de ofensas, agravios, insultos, violencia física y pedidos de perdón, que son seguidos por una reconciliación que es interrumpida por un acto violencia, y la espiral se inicia nuevamente.

Si en una pareja falla la comunicación, esta carencia difícilmente se resolverá puntuando alto en la sexualidad, o por lo menos en lo que respecta a largo plazo. ¿Por qué? Porque ninguno de estos apoyos por si solo es suficiente para sostener la vida de pareja.

En toda relación sentimental tan importante como la sexualidad, es la comunicación, el respeto y la confianza. Y si bien en algunas parejas puede suceder que la ternura y los intereses compartidos le ganen terreno al deseo y a la atracción, en el momento en que dejan ingresar a la falta de respeto, empieza a agrietarse.
Como podemos ver la pareja se sostiene disfrutando de una vida sexual plena, (con cambios, claro, de acuerdo al ciclo vital de la pareja), con una comunicación abierta, honesta y sincera, donde el principal objetivo sea reforzar en el otro aquellos comportamientos que nos gustan, y por otro lado hacerle saber cómo nos sentimos cuando alguna acción nos daña.
La sexualidad, por ejemplo, no se vive igual el primer año de casados, que con la llegada de los hijos o con la menopausia. Estas variaciones no tienen que ver con renunciar a la misma sino con lograr calibrar la misma al momento que vive la pareja. Recuerda que el deseo en la medida en que lo alimentemos nos acompañara a lo largo de nuestra vida. Depende de nosotros evitar que entre en coma. Como el deseo no tiene vida eterna si muere no hay manera de resucitarlo.


La relación de pareja es un espacio en constante cambio, donde cada etapa de la vida familiar, genera un desequilibrio que invita a una nueva adaptación. Por lo tanto, es un constante construir y reinventar conjuntamente.
La vida en pareja no es un lecho de rosas, pero tampoco es un lugar de sufrimiento. Como podemos observar la relación de pareja transitara por diferentes etapas, algunas más soleadas que otras, con tormentas más o menos intensas, pero esto nada tiene que ver con el sufrimiento. De ninguna manera.
La convivencia es difícil, porque implica la adaptación de dos personas con historias de vida, creencias, personalidades, defensas, cogniciones totalmente diferentes, pero esto no significa que sea un lugar de padecimiento.

Del mismo modo que en nuestra vida personal el hecho de atravesar una situación dolorosa no nos impide ser felices. Por ejemplo, yo me puedo sentir muy feliz con mi vida, a pesar de estar sumamente dolida por la enfermedad de alguien a quien quiero mucho. También una pareja puede estar atravesando una situación estresante y contar con los recursos para que cada uno se sienta a gusto con el otro. Cuando la pareja deja de ser un lugar disfrutable y se instala el sufrimiento, algo anda mal.

Algunas veces, según el caso, se podrá revertir la situación y otras no. Lo que no debemos hacer es naturalizar el sufrimiento en la pareja. Ni naturalizarlo ni justificarlo.

El sufrimiento en la pareja es un indicador de que algo no está funcionando bien. Siempre hay que escucharlo y tratar de repararlo en forma conjunta. No alcanza con que sea uno solo el que se ponga manos a la obra. Una relación de pareja se forma de a dos, se construye de a dos, se corrigen los errores de a dos y de a dos deberán trabajar para abandonar el sufrimiento. Cuando no es así, hay que soltar y salir.

Al sufrimiento no hay que darle alojamiento. El sufrimiento es atrevido y siempre pedirá un poco más.

Yo pertenezco a una generación que creció escuchando frases como: “Los que se pelean se aman”.

El “amor” según las antiguas novelas mexicanas era un pasaporte directo al sufrimiento.

La heroína se pasaba en casi todos los capítulos llorando a escondidas por su amado. Este caballero generalmente estaba en pareja con otra persona, a quien no quería, pero de quien no se separaba. Si bien en la gran mayoría de los casos, ambos compartían la misma clase social, intereses y amistades, el chico se “enamoraba” de la heroína con quien no tenía absolutamente nada en común y a quien trataba mal y con quien peleaban eternamente, justamente porque se querían.

Después de sufrir y padecer un rosario de desplantes y desconsideraciones, la heroína y el chico rico finalmente decidían estar juntos, y justo cuando empezaban a construir su historia de amor la novela llegaba a su fin, haciéndonos creer a todos que iban a ser felices para siempre.
Las letras de la mayoría de las canciones románticas siguen esta línea considerando al sufrimiento como un ingrediente indispensable para el amor. La ecuación es: A mayor sufrimiento mayor amor.

El cine por supuesto, también contribuyo a alimentar esta idea del amor unido a relaciones tormentosas. Podríamos escribir años sobre ejemplos de películas que muestran al amor ligado a lo difícil, a lo imposible, a lo idílico, al sufrimiento.

Estas contribuciones han acercado el concepto de amor al de padecimiento y al hecho de sufrir, como condición sine qua non para amar o sentirse amado. Ojala las nuevas generaciones entiendan el amor como un sentimiento noble, que nos empuja a ser mejores personas, y que siempre busca y trabaja para sacar lo mejor del otro.

Recuerda que si retienes a quien se aleja, podrias obstaculizarle el camino a quien viene.

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