Si regulas tus emociones, no vives a merced de ellas. ¿Importante, no?
La inteligencia emocional permite que seas tú, quien lleve las riendas de tu vida
Seguramente en más de una oportunidad has escuchado hablar sobre inteligencia emocional.
La idea de este posti es hacer hincapié en la gran diferencia que puede hacer en nuestras vidas contar con una buena alfabetización emocional.
En 1990 Peter Salovey y John Mayer, utilizaron por primera vez el termino inteligencia emocional, pero fue Daniel Goleman quien lo popularizo a través de su libro: “Inteligencia Emocional” publicado en 1995.
Una buena gestión emocional, como iremos viendo, tiene que ver con la utilización tanto de nuestro cerebro emocional como de nuestro cerebro racional. Emoción y razón deben entrelazarse al momento de tomar decisiones.
¿Qué quiere decir esto? Te lo explico brevemente. El sistema límbico, más específicamente la amígdala, es aquella parte del cerebro que se encarga de las emociones. Esta es la parte cerebral más arcaica y primitiva que nos ha permitido como especie sobrevivir a través de los años.
La amígdala participa tanto en emociones positivas, como por ejemplo, las reacciones de alegría y jubilo, como en aquellas emociones más adaptativas, como por ejemplo, la ansiedad, permitiéndonos reaccionar frente a un estímulo percibido como amenazador.
Ante una situación emocionalmente intensa, es la amígdala quien va a activarse. Es como un estado de vigilia, que se activa frente a un peligro inminente, no importa si este peligro es real o imaginario, la alarma se activa igual. Como esta función cerebral no necesita demasiada información para responder, porque justamente lo que quiere es ganar tiempo, responde de manera automática, nada más percibir una situación de peligro, para que la amígdala se active preparándonos ya sea para correr, huir o quedarnos paralizados por el miedo.
De este cerebro primitivo emergieron los centros emocionales que, millones de años más tarde, dieron lugar al cerebro pensante, o «neo córtex». Como la propuesta de este posti no es detenernos en el funcionamiento del cerebro, solo diré y de forma coloquial, que el sistema prefrontal o neocórtex, tiene que ver con el pensamiento, lo racional, la lógica, la capacidad de discernimiento y discriminación.
¿Por qué es importante entender, aunque sea mínimamente, el funcionamiento del sistema límbico y del neo córtex?
Porque cuando estamos frente a un arrebato emocional, o según las palabras de Daniel Goleman, “secuestro emocional” el sistema prefrontal no entra en escena. Por eso solemos decir que cuando estamos emocionalmente afectados no podemos pensar con claridad. Esto es así, porque el neo córtex es el encargado de brindar más información, de contextualizar la situación para que podamos actuar más adaptativamente según sea el caso. Y no solo desde la emoción.
El neo córtex nos permite responder, de lo contario estamos reaccionando. No es lo mismo responder a reaccionar. Al reaccionar estamos actuando impulsiva y automáticamente. Reaccionamos desde la emoción. Cuando respondemos estamos usando la razón, la lógica, el criterio de realidad, estamos evaluando y discriminando entre distintas alternativas. ¿Bastante diferente, no es cierto?
¿En que nos puede ayudar en el día a día y en nuestras relaciones interpersonales el hecho de responder, en lugar de reaccionar?
Cuando respondemos estamos evaluando la situación (estimulo) de una manera más global, contamos con mayor información dada por el sistema prefrontal, estamos haciendo uso de nuestra capacidad de pensar y razonar.
De esta manera podemos asumir las consecuencias de nuestros comportamientos. De lo contrario, al reaccionar, somos pura emoción. La capacidad de reflexionar y pensar en esos momentos críticos está muy disminuida.
Por lo tanto, los comportamientos hechos desde ese lugar nos pueden meter en problemas de diversa índole. Uno de ellos es el desgate abrasivo que produce este tipo de reacciones en las relaciones interpersonales. Esto, sumado al sentir que no tenemos las riendas de nuestra vida, lastima la imagen que tenemos de nosotros mismos.
Como podemos ver, el costo que pagamos por estar a merced de nuestras emociones, es alto.
Pensemos en aquellos momentos en que ya sea porque estamos viviendo una situación estresante, porque no dormimos bien, nos encontramos irritables y entonces nuestra pareja nos hace un comentario en la comida que no nos cae bien, pero lo dejamos pasar para evitar una discusión, y entonces casi como al descuido nos dice que invito a sus amigos a casa para el próximo puente. Sin consultarnos, claro. ¿Cómo evitar que se declare la tercera guerra mundial? ¿Cómo responder en lugar de reaccionar, en una situación así?
En primer lugar, observar como el arrebato emocional se manifiesta en nuestro organismo, en nuestro cuerpo. Puede ser que lo vivamos como una especie de “sofoco emocional” que se apodera de nosotros, nublándonos la razón, como si estuviéramos frente a un enemigo que nos quiere hacer daño.
En esos momentos de “furia” nuestros diálogos interiores no hacen más que alimentarla. En el caso de nuestro ejemplo, ese dialogo podría desarrollarse de la siguiente manera: “Como tiene el tupe de invitar a sus amigos sin avisarme para que yo los atienda, pero quien se piensa que soy, como si yo no tuviera derecho a descansar el festivo, y bla bla bla”. Llegada esta instancia, no cabe duda de que las emociones nos han secuestrado.
En ese momento lo que debemos hacer es tratar de “volver en sí”, autotranquilizarnos, respirar hondo tantas veces como sea necesario, e intentar revertir esos diálogos nocivos, por otros del tipo: “¿Es esta pareja importante para mí?, ¿Quiero seguir a su lado?, ¿Lo que pueda llegar a decir va a ayudar a que sigamos juntos, o no?
Este tipo de dialogo, nos ayuda a “enfriarnos”, y sin darnos cuenta damos lugar a que sea el sistema prefrontal quien empiece de a poquito a aportar más información sobre la situación, para que cuando nos sintamos preparados podamos abordarla desde la razón y la emoción.
No se trata de callar, sino de tranquilizarnos, para luego poder responder.
Veamos otro ejemplo, extraído del libro: “Inteligencia Emocional” de Daniel Goleman.
Fred: ¿Has recogido mi ropa limpia?
Ingrid: (En tono burlesco) «Has recogido mi ropa limpia». Recógela tú. ¿”Crees que soy tu criada”?
Fred : Eso difícilmente podría ser. Si fueras mi criada, al menos sabrías limpiar la ropa.
Si observamos este ejemplo podemos ver que ante la pregunta de Fred, Ingrid reacciona a la misma emocionalmente. Ingrid no responde objetivamente a la pregunta, sino a la interpretación que hace de la misma. La reacción emocional de Ingrid, hace que Fred se defienda y la ataque. Con lo cual se ha iniciado una escalada, que si bien no sabemos como termina. Si, sabemos que el matrimonio de ambos concluyo a los pocos años.
También podemos observar en este ejemplo, que ante la reacción emocional de Ingrid, Fred responde con una crítica destructiva, en vez de con el planteamiento abierto de una queja.
¿Cuál es la diferencia entre una crítica destructiva y el planteamiento abierto de una queja?
La crítica destructiva va dirigida hacia la persona, hacia una cualidad o característica de la misma. La queja abierta apunta hacia un comportamiento. Por ejemplo, si quedas con tu pareja para ir al cine y se atrasa, una crítica destructiva seria decirle algo como: “Eres un irresponsable e impuntual, no se puede contar contigo para nada”. Un ejemplo de queja abierta seria: “Te has retrasado y tu atraso me hace sentir que este plan no era importante para ti”.
¿Pueden ver la diferencia entre ambas respuestas?
Frente a la crítica destructiva, la persona que la recibe, se siente humillada, menospreciada, porque es su personalidad la que está siendo ofendida. Ante lo cual, es más probable que tienda a defenderse y a atacar al otro.
Por lo contario, cuando planteamos una queja de forma abierta, le expresamos a la persona como su comportamiento nos hace sentir. En el ejemplo del cine, la queja abierta, le da a la persona que se ha atrasado la posibilidad de manifestar el motivo de su retraso, de disculparse y de aprender acerca del efecto que su retraso tuvo en el otro
¿Cómo podemos hacer para entrenarnos en responder en lugar de reaccionar?
Durante un secuestro emocional, las capacidades de escuchar, pensar y hablar con claridad se ven disminuidas, por lo tanto aprender a tranquilizarse es absolutamente necesario, si lo que se intenta es resolver la situación.
Para poder usar estas estrategias en aquellos momentos en que estamos emocionalmente desbordados, debemos entrenarnos en el uso de las mismas. Este es un proceso que lleva tiempo, porque nuestro cerebro emocional reacciona de manera automática con aquellas respuestas emocionales ya aprendidas a lo largo de nuestra vida en aquellos momentos de enfado y de sufrimiento emocional, de modo que se vuelven dominantes.
Como la memoria y la reactividad están ligadas a las emociones, en los momentos de secuestro emocional resulta más difícil evocar respuestas asociadas a las situaciones de calma.
La buena noticia es que si nos familiarizamos y entrenamos en dar respuestas emocionales más positivas, poco a poco seremos capaces de evocarlas cuando estemos alterados.
Hasta el próximo posti y recuerda la importancia de aprender a contar hasta mil antes de decir algo que pueda dañar a quien amas.
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