Maternidad como elección y no como destino. Reflexiones sobre maternidad
La idea de este posti es reflexionar sobre las ideas que desde lo social rondan en torno a la maternidad, al deseo de ser madres o no, y a como muchas veces se idealiza el embarazo y la función materna.
¿Quién alguna vez no ha escuchado comentarios como: “Ser madre es lo más maravilloso del mundo”, “La vida te cambia para siempre y conoces el verdadero amor”, “Nada se compara al ser madre”? Estas afirmaciones contribuyen a la creación de expectativas, a veces, demasiado altas, en cuanto a cómo una mujer debe sentirse al ser madre. Y Si bien son ciertas, son parciales, porque no hacen mención al cansancio, al agotamiento, al proceso de adaptación que también requiere el hecho de convertirse en madre. Sin dejar de mencionar que son ciertas para algunas mujeres, no para todas.
En la medida en que nos permitamos revisar la imagen que tenemos de la maternidad y las expectativas que la acompañan, poniendo un toque de realidad, evitaremos que luego el contraste con la misma nos genere demasiado sufrimiento y frustración.
Cada mujer transitara la maternidad de una manera única. No existe una escala con la cual medir si lo que se siente, y las emociones que aparecen puntúan alto o no. Lo que cada mujer siente es válido, le pertenece. Apropiarse de esa realidad sin compararla con otras realidades es fundamental.
Recordemos que en la maternidad, como en otras áreas de la vida, cada persona va a mostrar lo que pueda y lo que quiera, Y ese lado de la maternidad que tiene que ver con el cansancio y el agotamiento, muchas veces se esconde, porque se considera que no es políticamente correcto expresarlo, o ponerlo en palabras.
La idea no es demonizar a la maternidad sino pensarla más desde el criterio de realidad y no desde la idealización. Pensarla como a la necesidad de correr el eje de nosotros mismos para ponerlo en el cuidado de otro. Es un antes y un después en la vida de alguien. Al idealizar algo no lo podemos evaluar en su totalidad. La idealización nos lleva a distorsionar la realidad.
Si alguien llega a la maternidad creyendo que su vida se va a transformar en algo maravilloso de la noche a la mañana por el solo hecho de tener en brazos a su bebe, posiblemente se sienta fatal al experimentar sentimientos de confusión, momentos de agobio y cansancio, y no se sienta con el valor de expresarlos por temor a no ser entendido, o a ser catalogado como a un desalmado. Acrecentando aún más su malestar.
Conceptos como pareja, familia, matrimonio y maternidad van cambiando con el pasar de los años. Sin intentar hacer un recorrido por la historia del matrimonio, podemos ver que no es necesario retrotraernos hasta la edad media para ver cómo han cambiado las cosas.
En el siglo XXI ni el casamiento ni el ser madres es el destino irrefutable de las mujeres. Pero aun así, y en nuestros días, aquellas mujeres que no desean ser madres se exponen al cuestionamiento del otro: “Estas segura que no queres tener hijos”, “Pensalo bien, mira si después te arrepentís y ya es tarde”, “¿Para cuándo él bebe?”.
Ni mencionar los comentarios del tipo: “Son raros no quieren tener hijos”, “No debe o no deben poder concebir”. Este último comentario revela la imposibilidad de pensar la decisión de alguien de no ser madre como una opción más.
Es como aseverar que si alguien decide no tener hijos es porque no puede. No se deja lugar para preguntarse si es posible ser feliz sin tener hijos.
En mayor o menor medida, la mayoría de nosotros acordamos en que hay tantas formas de ser feliz como personas hay. Sin embargo, al poner en duda que alguien pueda ser feliz sin tener hijos. esta misma idea se desvanece. Y entonces impera el: “Para ser feliz hay que ser madre, de lo contrario, no solo no se puede ser feliz, sino que además se debe tener un problema emocional o físico.
Es importante aclarar que no es lo mismo ser madre a tener un hijo. ¿Por qué? Porque el ser madre, como ya dijimos tiene que ver con el desempeño de un rol, con la función de cuidado, amor y protección. Tener un hijo está del lado de lo biológico, de parirlo. Puede una madre tener un hijo y no poder, por los motivos que sean, desarrollar la función materna. Es decir, se puede tener un hijo y no ser madre, y se puede ser madre de múltiples formas.
Si bien, hoy por hoy la maternidad no es algo a lo que están destinadas las mujeres, como podemos ver, todavía algo de este mandato se sigue filtrando.
Si hablamos de maternidad se hace difícil no mencionar al instinto materno. ¿Existe el instinto materno?
El instinto materno como tal no existe, es un constructo cultural. La maternidad no tiene que ver con un instinto, sino con una función.
¿Qué es un instinto? El Instinto desde el psicoanálisis está más ligado a lo orgánico, innato, especifico y universal, es decir común a todos los integrantes de una misma especie.
Como podemos observar en el caso de la especie humana no todas las mujeres desean ser madres, y sobran ejemplos de mujeres que después de parir a su bebe lo abandonan en condiciones inimaginables, muchas veces.
Como ya he mencionado la maternidad es una función, función de cuidado, de protección, de amparo, nutricia. Por eso hablamos de función materna.
La filosofa Badinter (1980) afirma que el amor maternal no es innato, sino que se va construyendo en el transcurrir de los días vividos junto al recién nacido y a partir de los cuidados que se le brindan. Estudiando las prácticas maternales en Francia en los siglos XVII al XX, Badinter se opone a la creencia que sostiene que la maternidad y el amor que la acompaña están inscritos desde siempre.
En la medida en que tengamos presente que la maternidad es una función , que además es cultural y que no existe el instinto materno como tal, menor será la sorpresa y la presión que como sociedad, ya que nosotros somos quienes formamos esta sociedad, ejerzamos sobre aquellas mujeres que deciden no ser madres. Y podamos entender y aceptar esta opción como válida y sin tantos cuestionamientos. Tan válido y legítimo como el querer ser madre, es el deseo de no querer serlo.
Como ya he comentado, el embarazo y la llegada de un bebe se asocian a un momento maravilloso, inolvidable y casi único. La mayoría de los que son padres seguramente estarán de acuerdo con esta afirmación. Y si bien las bondades que nos regala el embarazo y la maternidad están fuera de cuestión, lo que planteo en este posti es la parcialidad de esta afirmación.
Cuando decimos que la maternidad es maravillosa, no estamos diciendo que es solo maravillosa. Es maravillosa y a la vez también es una fuente de estrés, de cambios, de adaptaciones, de aprendizaje por ensayo y error, es una intensa y constante demanda por parte del infante.
Es decir, la maternidad es todo esto, tiene una cara mágica y otra que no lo es tanto. Y ambas caras se entrelazan y le dan forma a la función materna. La función materna no es otra cosa que el cuidado, protección, reconocimiento, amor que se le brinda al infante. Esta función, como ya dijimos, no es biológica ni instintiva. Es cultural y aprendida.
Si creemos que la maternidad es cuidar a un bebe que se despierta sonriente, juega hasta cansarse y duerme sin mayores problemas como el de la publicidad, junto a una mama que luce fantástica, sin señales en su rostro de haber pasado una noche amamantando o entre biberones, albergamos una idea muy parcial de lo que es el rol de madre. El ser madre también es agotador y cansador, por la intensa demanda que él bebe ejerce sobre la madre. Y este “agotamiento”, se une a la enorme gratificación que produce. Ambas caras se entretejen.
Hay mujeres que son muy conscientes de la responsabilidad y de los cuidados que implica un recién nacido. Y esto en parte puede explicar el retraso de la maternidad de hoy en día.
Las falsas expectativas y la idealización que a veces, acompañan a la maternidad, también se dan con respecto al proceso de embarazo. Y ante la feliz noticia del embarazo las felicitaciones no se hacen esperar. Y así como en la maternidad no todas son rosas, lo mismo pasa en el proceso de embarazo. Hay embarazos que transitan sin problemas y en otros abundan las complicaciones.
¿Qué hacer entonces? Conectarse con la propia vivencia y realidad y abrazarla como tal. La vida es un gran misterio y tiene un lado sobre el que no tenemos ningún tipo de control.
Pelearnos con la vida cuando nos sirve algo que no nos gusta, solo acrecienta el malestar.
Si nos preguntáramos, ¿Con que idea se acercara una mujer a la maternidad? No podríamos de ninguna manera generalizar una respuesta. Desde luego que cada mujer se acercara a la maternidad con su propia idea de lo que es ser madre, de lo que significa para ella cuidar a otro, amar a otro.
La idea de cada mujer se articula a su propia historia de vida, a la relación con sus cuidadores, etc. Pero más allá de las singularidades de cada caso, hay una tendencia social y cultural que nos lleva a pensar a la maternidad como a un proceso fabuloso, maravilloso, que te cambia la vida para siempre.
Cuidado con las expectativas, porque cuanto más alejadas estén de la realidad, las mismas van a favorecer que alguien se auto exija con el fin de alcanzarlas, y cuanto más irrealistas, esas expectativas sean, más difícil será alcanzarlas y por ende, mayor el sufrimiento.
La idea es vivir la maternidad sin caer en auto exigencias, legitimando tus emociones y felicitándote por lo bien que lo haces.
Hasta el próximo posti y recuerda que si deseas ser madre está muy bien, y si no lo deseas también. A la única persona a quien le debes rendir cuenta de tus decisiones es a ti.
Puedes visitar mi Canal de YouTube Betina Speroni.
Podcast Betina Speroni Psicología en:
Anchor.fm Spotify Google Podcasts Pocket Casts
Radio Public Copy RSS Breaker.