Apasionados, camaleónicos, cuestionadores, exploradores, intensos. Adorablemente cansadores. Así son, la mayoría de los adolescentes.
enero 14, 2019
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Como acompañarlos en su adolescencia sin mirar solo problemas

La idea de este posti es reflexionar sobre los adolescentes, sobre la manera en la que los miramos y sobre las creencias que tenemos de los mismos, a fin de acompañarlos ya sea como padres, educadores o familiares de la mejor manera posible.

La adolescencia como etapa evolutiva es un invento social. Una invención que alcanzo su auge en el siglo XX.

A partir del trabajo de Stanley Hall (1844-1924) pedagogo y psicólogo estadounidense a quien se considera como a uno de los iniciadores de la psicología genética, quien dedico parte de su investigación al estudio de la niñez y fue uno de los primeros psicólogos que utilizo métodos científicos para su investigación, el concepto de adolescencia cobra relevancia.

En la edad media por ejemplo, no había una división de las etapas evolutivas como ahora, era más determinante el rol que se llevaba a cabo en las mismas.

¿Qué entendemos por adolescencia? La brecha entre los doce y dieciocho años, aproximadamente. Esto no es matemático. Y dentro de esta franja cada uno tiene su ritmo.

Ritmo que está determinado por la biología y la genética. Así podemos observar como la aparición de las características sexuales secundarias, a veces aparecen antes y otras veces se demoran un poco más, y por otro lado, tenemos el papel que juega lo social, es decir, lo que la sociedad espera de los adolescentes y a su vez lo que el grupo espera de ellos. Si por ejemplo en un grupo de chicas la mayoría se inicia en las relaciones sexuales, puede que alguien no tenga ganas, o interés o no esté preparada, pero al sentir que sus amigas esperan que ella también se inicie, termine mostrando un interés que aún no es del todo propio, o forzando una situación que podría haberse dado más adelante.

Respetar los tiempos de cada uno es fundamental, sin alarmarse ante un desarrollo precoz o más demorado. El ritmo lo marcan ellos, nosotros como adultos sensatos y emocionalmente estables, o por lo menos mas que ellos, debemos estar a su lado, acompañándolos. Tan importante como la adolescencia, para el desarrollo evolutivo de alguien, son las etapas evolutivas anteriores, por eso es sano que transiten todas y cada una de las etapas del ciclo vital, sin prisas, sin saltos, avanzando cada uno a su ritmo.

“Debemos tener cuidado de no provocar avances y facilitar que vivan con intensidad el tiempo de madurez infantil, especialmente calmado, muy predispuestos a los aprendizajes y dominados por actitudes de gran confianza hacia las personas adultas. Necesitan ser niños y no recibir otras presiones para cambiar, no avanzar la adolescencia social. Tenemos que garantizar la infancia mientras su reloj biológico y el de sus coetáneos, sus compañeros de vida, no les impulse, inevitablemente, a entrar de manera progresiva en otra etapa evolutiva”. Jaume Funes.

En nuestros días, la palabra adolescencia suele asociarse a caos, discusiones, agotamiento, confusión, rebeldía, etc. Si bien es cierto que es una etapa difícil y que se necesita una gran flexibilidad por parte de los padres para acomodarse a los cambios. Yo me pregunto, que nos lleva a considerar a la adolescencia como a la etapa, yo me animaría a decir, más difícil del ciclo evolutivo? ¿Acaso los cuidados que requiere un bebe son tan fáciles? Un bebe no se comunica con las palabras, debemos interpretar y darle un significado a cada uno de sus llantos y comportamientos.
Llora porque tiene hambre, o frio, o esta con los pañales sucios, y luego la etapa del deambulador y a sacar todas las cosas de lugar porque toca todo y además empieza a conocer el mundo y los objetos llevándose todo a la boca, y todos aquellos que son padres ya saben cómo sigue este camino. Por cierto maravilloso! Nadie duda de eso.

Sin embargo, si nos cruzamos con una mujer embarazada, no es común que le digamos, mas allá de aprovecha a dormir ahora, todo lo que le espera vivir con su futuro bebe. En cambio, cuando alguien dice tener un adolescente en casa es común que se disparen comentarios del tipo: “Esto recién empieza, la que nos espera”, “La que se viene…”, “Que esto termine cuanto antes…”. Uno no sabe si están describiendo a la adolescencia de los hijos o a un tsunami.

¿Qué hace que ante la adolescencia de nuestros hijos nos preparemos para una catástrofe natural?, ¿Sera que a diferencia de cuando son bebes, nosotros estamos más mayores?, ¿Sera que si bien los bebes demandan nuestra presencia física casi las 24 horas, no cuestionan nuestro accionar, nuestras normas, nuestros valores, quienes somos y que hacemos?, ¿Sera que con sus cuestionamientos nos invitan a mirar hacia adentro de nosotros mismos?, ¿Sera que nos da miedo encontrar o ver cosas que nos puedan angustiar?,¿Sera que nadie mejor que ellos pueden describirnos con una certeza impoluta?

Si al mirar la adolescencia solo vemos problemas, caos, confusión y contradicción vamos a terminar creyendo que es solo eso. Y por ende vamos a desear que termine cuanto antes.

Debemos recordar que al finalizar la misma serán unos jovencitos ya casi listos para emanciparse. Lo cual está perfecto. ¿Acaso no es eso lo que queremos los padres? Que se independicen y sean hombres o mujeres de bien y que se desempeñen en alguna profesión u oficio que les guste. Pues entonces, aprovechemos la adolescencia y disfrutemos de la misma, aunque a veces se haga difícil, porque transitada la misma ya estarán preparados para partir del hogar.

Si bien es cierto que en este momento de la vida los chicos y las chicas tienden a cuestionar y confrontar lo que le digan sus padres y las normas que estos establezcan, no hay que olvidar que este comportamiento no tiene que ver necesariamente con sus padres, sino que va dirigido a las figuras de adultos que los mismos representan. A través de la oposición ellos pueden afirmarse como seres diferentes, para luego independizarse.

Como expresa claramente Jaume Funes: “No siempre somos conscientes de la batalla que mantienen para demostrar que son ellos y ellas, singulares y únicos, y no el niño o niña que eran bajo nuestra tutela. Encontrar su forma de ser libres sin sentir en ningún momento que están solos. Vivir la adolescencia es aventurarse sin sentir en ningún momento que tus adultos te han dejado solo. También en la adolescencia, educar es querer incondicionalmente, en medio de rebotes permanentes, a pesar de que te piden con tono de provocación y con gritos de silencio que no les dejes, que todavía te necesitan.”

En la medida en que como padres tengamos presente que parte del confrontamiento hacia nosotros se debe a esa necesidad de afirmarse como seres distintos y únicos, y no a un berrinche ocasional, es más probable que respondamos frente a ellos como adultos “emocionalmente estables”, dependiendo del momento del día, claro, en vez de reaccionar como un par.

Aprender a responder, en vez de reaccionar. Para responder es necesario aprender a contar hasta diez, o hasta donde sea necesario para “enfriarse” y dar una respuesta más racional. Al reaccionar estamos dando una respuesta emocional e instintiva mediada por el sistema límbico. Al serenarnos, entra en funcionamiento el área cerebral responsable de nuestra capacidad de razonamiento, permitiendo el pensamiento lógico y la conciencia, neo córtex.

Los adolescentes pueden hacer del tema más trivial una batalla campal. Por lo tanto, es esencial entrenarnos en pasar de determinados asuntos y detenernos en aquellos que sean realmente importantes. Para evitar un eterno y cansador confrontamiento. La lucha por conseguir que no dejen su cuarto regado de calcetines y ropa de todo tipo, puede esperar, mientras conversamos sobre el uso y abuso del alcohol, a partir de una publicidad del mismo.

Si entendemos que “ser adolescente” , que vivir la adolescencia no es otra cosa que soltar las seguridades de la infancia y la idealización de los padres, para abrirse paso al mundo incierto y desconocido de los adultos, y que para tal fin necesitan pelearse con los mismos, y que por lo tanto nosotros debemos permitir que se peleen con nosotros para que puedan afirmarse como personas únicas, no evaluaremos la confrontación y la pelea como un problema, sino como un comportamiento esperable en esta etapa evolutiva.

La “pelea” a la que nos invitan puede ser cansadora, pero no es una conducta problema. Los problemas, cuando los hay, habrá que buscarlos o sospecharlos en sus soledades, malestares o justamente en la falta de cuestionamiento hacia las figuras adultas.

Aprendamos a mirarlos íntegramente, a escucharlos, a interiorizarnos, cuando se pueda, en sus gustos e intereses. Intentemos ver más allá de lo que dicen. Tal vez, uno de los mayores desafíos tenga que ver con acercarnos a ellos/as manteniendo la distancia óptima. Nuestra función como padres es aprender, por ensayo y error, es decir, equivocándonos tantas veces como necesitemos, a relacionarnos con alguien que nos necesita igual o más que antes, pero que al mismo tiempo nos pone una barrera. El gran reto es aproximarnos sin ser intrusivos y alejarnos sin hacer que se sientan solos.

“La adolescencia es un tiempo de experimentación y descubrimiento, no se puede pasar, no es bueno, de las seguridades infantiles al conservadurismo adulto sin una adolescencia descubridora”. Jaume Funes.

Siguiendo con este pensamiento podemos plantear la necesidad de ayudarlos como adultos en su proceso de descubrimiento y exploración. Qué grande es el mundo y cuantas posibilidades surgen más allá de la casa de los padres.

Hasta el proximo posti y recuerda que el universo adolescente, mas alla de los cambios a los que nos invita, es maravilloso.

Puedes visitar mi canal de YouTube Betina Speroni.

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