Los niños necesitan aprender a naturalizar la muerte
Protegemos a los niños de la muerte y queremos que sean emocionalmente fuertes.
Algo no está claro.
Que la enfermedad y la muerte son un miedo ancestral no es nada nuevo. Como tampoco es nueva la manera en la que como adultos nos seguimos evadiendo de los temas relacionados con la muerte.
Estamos en el siglo XXI y la muerte sigue siendo un tema tabú. Y eso que nos seguimos muriendo. A pesar de toda evidencia, para nuestro inconsciente nuestra propia muerte es inaceptable.
Como afirma José Carlos Bermejo: “No estaremos muy lejos de la realidad si describimos nuestra sociedad como un tanto tanatofobica, es decir, caracterizada por un persistente, anormal e injustificado miedo a la muerte o a morir”.
Como si al negarla fuera menos real. ¿Habrá alguna manera de librarse de la muerte? Si bien sabemos que no, tal vez al mantenerla al margen como en un intento de alejarla, en algún rincón de nuestro ser creemos poder estar librándonos de ella. Por mucho que lo intentemos ella forma parte indisoluble de nuestra existencia.
Sobre este punto reflexionamos en este posti. La idea es pensar, echar un poco de luz acerca de la importancia que tiene el verbalizar con los niños los temas relacionados con la muerte. De una forma natural, genuina, exponiéndonos en cuerpo y alma. Evitando la tendencia a escondernos o a salir corriendo cuando determinadas situaciones de la vida cotidiana nos enfrentan cara a cara con la muerte de algo o de alguien.
Tendemos a mantener a los niños alejados de la muerte como consecuencia de nuestros propios miedos y ansiedades frente a la misma. Creemos que es un hecho demasiado traumático para ellos. Cuando en realidad la muerte es un hecho sumamente natural. Queremos que no sufran. ¿Acaso el dolor inherente a la vida misma es inevitable? Todos en algún momento vamos a perder a un ser amado, y nuestros seres queridos nos perderán a nosotros.
La vida y la muerte están entrelazadas. Una no es posible sin la otra. Los niños nos ven, nos escuchan y saben que cosas nos incomodan y que cosas no. Vaya si se dan cuenta. Mucho más de lo que nosotros suponemos.
En la medida en que naturalicemos nuestra relación con la muerte, como adultos y padres les transmitiremos este mensaje a nuestros hijos, haciendo posible que ellos estén mejor equipados no solo para ir desarrollando una sana relación con el concepto de muerte, si no para ir reconociendo, identificando y gestionando las emociones relacionadas con las pérdidas significativas.
Favoreciendo de esta manera un buen desarrollo y uso de la inteligencia emocional. Las explicaciones que nosotros les demos a los niños sobre la muerte van a condicionar la manera en la que ellos van a vivir su primer duelo, y las subsiguientes pérdidas que deban afrontar a lo largo de los años.
Apoyados en nuestros miedos y en la dificultad que nosotros creemos que los niños tienen para asumir la muerte de un ser querido, podemos dar explicaciones erróneas que aumentaran la confusión. Si a esto le sumamos el dolor de la propia experiencia, la situación de perdida puede desembocar en un duelo patológico que necesite asistencia.
Los adultos sentimos la necesidad imperiosa de proteger a los niños del dolor y del sufrimiento que significa perder a un ser querido.
La guía duelo infantil. Hablemos de duelo. Manual práctico para abordar la muerte con niños y adolescentes. Describe muy claramente este pensamiento.
“Somos los adultos quienes no pudiendo soportar el dolor y la pena en el niño tratamos de evitarle por todos los medios la posibilidad de “sufrir en exceso” por la muerte de un ser querido. Es como si, por resultarnos insoportable su dolor; quisiéramos fingir que no ha pasado nada, negamos, alejamos, racionalizamos lo que sucede con el fin de evitar lo que tanto tememos: al niño y su dolor. Así, nos convencemos con argumentos como estos:
“Cuanto menos sepa menos sufrirá”, “Se le pasara pronto”, “Que no nos vea tristes y así no lo pasara mal”, “Hay que distraerle”, “No le puede afectar tanto es muy pequeño”, “Si te pregunta, dile que no pasa nada, que todo está bien”, No le hables de lo que ha pasado, se puede asustar y no queremos que lo pase peor”. “No puede afectarle, todavía no se entera”.
¿Cómo ayudar a los niños a que aprendan a naturalizar la muerte?
El trabajo tiene que empezar por nosotros mismos. ¿Qué quiere decir esto? Quiero decir que difícilmente, por no decir imposible, seremos capaces de enviarles a nuestros hijos la idea de la muerte como algo natural, inevitable, propio de la vida misma, si a nosotros nos aterroriza pensar en la misma o mencionarla.
Los primeros en acercarnos a la idea dela muerte como algo inherente a nuestra condición de seres vivos y humanos debemos ser nosotros como adultos. De ese modo, seremos capaces de transmitirles a los más pequeños esa idea que ya ha germinado en nosotros. ¿Cómo transmitir o mostrarnos ante los niños sueltos y cómodos al hablar de la muerte si nos sentimos atemorizados, incomodos, evitativos?
Desde ya que esta no es una tarea fácil para alguien que encuentra mucha dificultad en meditar sobre estos temas. Como siempre decimos, que no sea fácil no quiere decir que sea imposible. Y créeme que el intentarlo merece la pena. ¿Por qué?
Porque asumiendo nuestra mortalidad estamos en mejores condiciones para disfrutar de la vida.
“Aceptar que nada es para toda la vida no es pesimismo sino realismo saludable. Incluso puede servir de motivador para beneficiarse del aquí y el ahora: “Si voy a perder los placeres de la vida, mejor los aprovecho mientras pueda”. Esta es la razón por la cual los individuos que logran aceptar la muerte como un hecho natural, en vez de deprimirse disfrutan de cada día como si fuera el último”. Dra. Graciela Moreschi
La idea no es “obligarnos” a pensar sobre algo que nos incomoda. La idea es hacernos preguntas. ¿Qué me pasa a mí con este tema de la muerte? ¿Qué recuerdo tengo de mis primeras pérdidas? ¿Cómo recuerdo haberlas afrontado? ¿Compartía mis emociones con otras personas, o prefería estar a solas conmigo mismo? ¿Desde cuándo me inquieta o me incomoda tanto pensar en la misma? ¿Cómo se manejaba mi familia frente a la muerte? ¿Hablaban del tema, lo evitaban? ¿En mi familia se expresaban las emociones libremente, se escondían, se descalificaba el llorar frente a la perdida de algo significativo, se valoraban este tipo de manifestaciones emocionales?
Intentar un breve repaso sobre estas situaciones nos puede ayudar a entender algunas de nuestras respuestas frente a lo insalvable de la muerte.
Recién después de haber revisado mis creencias acerca de la muerte, de familiarizarme con el tema, de exponerme al mismo y conectarme con las emociones que se disparan en mí, sin bloquearlas, nos encontraremos con un mayor conocimiento de nosotros mismos y de nuestras emociones. De esta manera, nos será más fácil entender el estado emocional por el que pueden estar atravesando otras personas frente a una perdida. En nuestro caso nos referimos a las emociones que vivencian los niños.
No es lo mismo hablar de la muerte con un niño de dos, de cinco, de 10 años, o con un adolescente. Para mayor información sobre cómo hablar de la muerte con niños y adolescentes, puedes bajar de internet de forma gratuita las siguientes guías:
Guía duelo infantil. Hablemos de duelo. Manual práctico para abordar la muerte con niños y adolescentes.
Guía duelo infantil. Explícame que ha pasado. Guía para ayudar a los adultos a hablar de la muerte con niños y adolescentes.
No vamos a detenernos en como plantear este tema según la edad de los niños, ya que considero que hay suficiente material al que consultar. La idea que me llevo a escribir este posti es la de reflexionar sobre la importancia de no evitar hablar del tema de la muerte con los niños pensando que de esa forma los estamos ayudando a que no sufran, cuando en realidad estamos complicando las cosas.
Igual de importante es permitirles a los niños formar parte de los rituales de despedida, como asistir al funeral, al entierro, al cementerio. Esto les da a ellos la posibilidad de despedirse de su ser amado y al mismo tiempo de manifestar sus emociones. De esta manera van aprendiendo de forma natural lo que es la muerte.
Tan importante como hablar del tema brindando un espacio para que ellos puedan hacer todas las preguntas que necesiten, es el evitar mostrarnos todo el tiempo demasiado “fuertes”, porque al hacerlo estamos maquillando nuestras emociones. Si queremos que ellos aprendan a gestionar las suyas debemos recordar que nosotros somos sus modelos.
Si ante la muerte de un ser querido nos ven llorar y les explicamos que nos sentimos tristes porque le echamos de menos, pero que poquito a poquito nos iremos sintiendo mejor y que la tristeza desaparecerá, les enseñamos a reconocer y a diferenciar diferentes emociones, como reacciones naturales ante ciertas situaciones.
De lo contrario, si nos mostramos evitativos o damos una imagen que no se condice con nuestra realidad interior, no les estamos enseñando a afrontar una pérdida significativa con el dolor que la misma conlleva. Dejándolos más vulnerables y con mayor propensión a la frustración ante futuras perdidas.
Me gustaría cerrar este posti con una reflexión de Emilio Calatayud.
“Vestimos a los niños de Halloween para que se rían de la muerte y luego nos da miedo llevarlos al cementerio, o al entierro de un familiar, no vaya a ser que se traumaticen. ¿En qué quedamos?Luego nos quejamos de que nos salen niños “light” que solo piensan en divertirse”.
Parece que desde el juego, el disfraz, el humor y la risa, es decir, quitándole “seriedad” se hace más fácil acercarse al tema de la muerte.
Hasta el próximo posti y recuerda que la vida y la muerte están entrelazadas y en este hecho descansa parte de su misterio y maravilla.
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