En un divorcio, los hijos son la prioridad
noviembre 4, 2018
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El divorcio y los hijos. ¿Cómo evitar que los hijos salgan dañados?

La manera en la que los padres gestionen el proceso de separación determinara el bienestar o no de sus hijos.

En este posti reflexionamos sobre la importancia de terminar una relación de pareja de la mejor manera posible, para evitar que los hijos salgan dañados.

Si bien una ruptura amorosa es siempre un proceso estresante, doloroso y con momentos de tensión, cuando no hay hijos terminar una pareja es más fácil que cuando los hay. En este posti hablamos del divorcio cuando ya es un hecho consumado, es decir cuando la decisión de divorciarse ya se ha tomado, independientemente de que ambas partes estén o no de acuerdo.

Como decimos siempre basta con que un solo miembro de la pareja quiera divorciarse para que la relación ya no pueda seguir adelante. Una relación es siempre de dos. Es suficiente con que uno de los dos se quiera bajar de la relación para que la misma deje de funcionar como tal. Es importante mencionar este punto porque la decisión de ponerle un punto final a una relación de pareja, y más aún cuando hay hijos, no es algo que se haga de la noche a la mañana.

La mayoría de las parejas atraviesan un largo periodo de duda sobre si la separación es la mejor opción o no a su situación. Otras se empantanan en esta etapa y no pueden tomar la decisión y quedan a la espera de que el tiempo como por arte de magia cambie sus circunstancias.

Asumimos que cuando hay hijos (sobretodo pequeños) la pareja ha decidido divorciarse después de haber agotado todos los recursos. Los hijos merecen que los padres hagan todo lo que este a su alcance para tratar de sacar adelante su relación. Cuando no se pudo, el divorcio es la mejor opción para todos.

De ninguna manera el divorcio “en sí mismo” es una situación traumática para los hijos. Si bien parece una obviedad, todavía es posible escuchar comentarios como: “Ese chico tiene problemas, es que los padres se han separado”, “tiene problemas en el colegio, es que sus padres son divorciados”.

La forma en la que los padres gestionen el proceso de separación, determinara como esta afectara a los hijos.

Frente a un divorcio litigioso, en el cual los padres están focalizados en vengarse y dañarse el uno al otro, difícilmente puedan priorizar las necesidades de los más pequeños y vulnerables. En este caso, el daño hacia los hijos está garantizado. Es un ejemplo de divorcio difícil.

Luis Marcos Rojas, psiquiatra, investigador y profesor. Resume perfectamente en estas líneas la problemática de la separación: “El divorcio es un proceso conflictivo que se ha llegado a comparar con una guerra civil que estalla en un país que se desgarra en dos bandos enemigos. Las rupturas de matrimonio engendran a menudo un rencor tan profundo y alienante que los mismos protagonistas llegan a cuestionarse sino habrán enloquecido. Resulta verdaderamente asombroso el asco, el desprecio, la repulsión, que algunos cónyuges en proceso de ruptura sienten hacia la pareja, y el grado de envilecimiento, de crueldad y de revanchismo que están dispuestos a aplicar el uno contra el otro”. Extracto del texto: “Los padres no se divorcian de sus hijos”. Paulino Castells.

Afortunadamente, no todas las parejas se divorcian en estos términos.

Ante la separación de una pareja, y más aún cuando hay hijos, los miedos, los temores, la incertidumbre, los momentos de tensión y las desavenencias con el otro cónyuge son naturales. Inevitablemente formaran parte de este proceso. La idea es asumir estas reacciones emocionales como propias de cualquier proceso de divorcio. Evitando caer en las salidas instantáneas, en el “como si” y en la negación de los sentimientos que se viven. La negación de dichos sentimientos nos impide asumir la realidad de lo que estamos viviendo y por ende transitarla sanamente.

La sociedad, el afuera, muchas veces los amigos con las mejores intenciones alientan a la salida rápida y al ocultamiento de la tristeza, la aflicción y la desesperanza.

Como podemos ver no es una situación fácil, ya que está teñida de estrés, dolor, tensión y sentimientos encontrados. Si además tenemos en cuenta la negativa del afuera en aceptar el tiempo que requiere transitar una situación dolorosa. Todo tiene que ser rápido, breve y para ayer. ¿“Todavía estas mal”?, “Tan mal te sentís!”, “Salí, divertite, conoce gente”. Como si esto fuera poco se le suman las comparaciones con otros divorcios. Como si fuera posible comparar dos procesos de divorcio.

¿Cómo vamos a poder transitar el proceso de duelo que implica todo divorcio, sin antes asumir nuestra realidad? ¿Cómo vamos a salir fortalecidos de esta experiencia sin antes entrar? ¿Cómo alcanzar una vida plena y satisfactoria después del divorcio, sin expresar abiertamente mis emociones durante el proceso de separación? ¿Cómo sanar una herida sin antes limpiarla, desinfectarla, sin que antes duela? ¿Cómo enseñarles a nuestros hijos a gestionar sus emociones si nosotros bloqueamos las nuestras?

Siendo leales y honestos con nosotros mismos. Reconociendo y manifestando nuestras emociones les enseñamos a nuestros hijos a hacer lo mismo con las suyas. No se trata de mostrarnos solo “rotos” delante de ellos, ni por el contario como un súper héroe, “como si” nada estuviera pasando.
Sino de mostrarnos humanos como somos, a veces tristes y otras veces contentos.

“El modo en que los niños captan y actúan las angustias y necesidades ocultas de sus padres es bastante misterioso, pero no hay duda alguna de que lo hacen”. El Crisol de la familia. Carl Whitaker y Napier.

Decir que los hijos tienen la prioridad en un proceso de divorcio, no significa descuidar las necesidades de los progenitores. Al contrario, aquellos padres que se desempeñan bien en su función de cuidadores logran un mejor ajuste tras la separación.

Justamente eso es lo que intentamos plantear en este posti. La importancia de que los progenitores ante un divorcio puedan velar por la integridad de sus hijos. Anteponiendo lo que es vital para los más pequeños en estas circunstancias.

En la medida en que puedan seguir funcionando como padres responsables, garantizándoles a los hijos que siempre velaran por sus necesidades y les acompañaran con el mismo amor con el que lo han hecho hasta el momento, están preservando y salvaguardando el bienestar de los más peques. ¿No es poco no es cierto?

Este es el reto más difícil que deben afrontar los padres, disolver la sociedad conyugal de la que han formado parte, cada uno con su rol en la misma, y al mismo tiempo aprender a tener un nuevo papel en la vida del otro cónyuge. Ya no son más pareja y nadie les ha enseñado a ser el ex del otro. Aprendizaje que van haciendo como pueden y en un clima bañado por la incertidumbre y la tensión de lo que están viviendo.
A esto hay que sumarle las singularidades de cada caso, familias de origen, situación económica, edad de los hijos, red de apoyo, personalidad y recursos de cada cónyuge, matrimonios anteriores (cuando los hay).

Son muchos y variados los ingredientes que hacen que una separación no sea fácil y que la tensión y las más diversas emociones estén al acecho. De ahí, el mérito en poner en primer lugar a los niños, evitando dejarlos en el medio de algo que ellos no han decidido.

“La capacidad de los progenitores de tener una visión objetiva de sus hijos durante el proceso de separación constituye una de las características que distinguen al divorcio “logrado”. Cuando una pareja deja de percibir la realidad independiente de sus hijos, el proceso de divorcio no marcha bien”.
“Divorcio difícil”. Braulio Montalvo, Isaacs, Abelshon.

En un proceso de separación los hijos necesitan saber que los padres en su función de cuidadores y responsables de los mismos, seguirán estando con ellos con el mismo amor y la misma entrega con que lo han hecho hasta ahora. La relación de padres a hijos no cambia. Ellos deben saberlo. Lo que se modifica es la relación entre los padres. Del mismo modo los hijos deben saber que ellos no han hecho nada para que los padres tomaran esa decisión. La decisión de divorciarse empieza y termina en los adultos. Transmitirles esto a los hijos con total claridad y naturalidad los puede aliviar ante cualquier equivocado sentimiento de responsabilidad frente a lo que está viviendo la familia.

Esta idea fue expresada de forma muy clara por Braulio Montalvo y Abelshon.

“Nuestras investigaciones nos enseñan que las probabilidades de reaccionar y recuperarse después del estrés provocado por la separación pueden ser menores en los hijos que en sus progenitores. Creemos que la familia no es una comunidad de iguales y que, dentro de la jerarquía familiar, los niños son verdaderamente más vulnerables que los adultos. El objetivo primordial es que ambos progenitores continúen responsabilizándose por sus hijos, pese al cataclismo que ellos experimentan en su vida”.
Extracto del texto: “Divorcio difícil”. Marla Isaacs, Braulio Montalvo, David Abelsohn.

¿Cuándo solicitar ayuda terapéutica?

La mayoría de los procesos de divorcio no necesita asistencia psicológica. Esta se hace necesaria cuando el dolor parece “eternizarse”, es decir cuando pese al transcurrir del tiempo la posibilidad de una vida plena y satisfactoria parece desvanecerse. En algunos casos la separación se parece a un campo de batalla en donde cada uno de los cónyuges quiere vengarse del otro, y como consecuencia los reproches, los reclamos y las exigencias tiñen la relación entre ambos. En estos casos, el daño a los hijos es inevitable.

De ahí la necesidad de solicitar ayuda para poder salir de esta escalada de violencia, en la que los hijos quedan atrapados.

Cuando el padre o la madre tratan de inducir a los hijos en contra del otro cónyuge, basándose generalmente en el sonsacamiento de información, emponzoñamiento y lavado de cerebro. Como reflexionamos en este posti los hijos son la prioridad y cualquier comportamiento que no priorice las necesidades de los mismos debe ser modificado con paciencia y esfuerzo. En estos casos la ayuda terapéutica no debe ser leída como una señal de incompetencia sino como un acompañamiento que favorecerá la salida más sana al proceso de divorcio.

La solicitud de ayuda no debe leerse como un signo de debilidad, sino como un deseo de sentirse bien.

Hasta el próximo posti y no olvides que el divorcio como la vida tiene un lado amargo, otro dulce y muchos sabores en el medio.

Puedes visitar mi canal de YouTube Betina Speroni.

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