“La transición entre la autoescuela y la conducción autónoma”
Podemos pensar el miedo a conducir como una rueda o gama de colores que describe una gran variedad de tonos. Cuando el miedo es muy intenso y paraliza impidiendo el aprendizaje de la conducción, o el abandono del mismo una vez iniciado, o después de obtener el carnet, o incluso después de haber conducido, según sea el caso, hablamos de amaxofobia.
En otros casos el miedo si bien no llega a impedir que la persona tome clases de conducir, o se suba al coche el miedo que la recorre es incomodísimo, genera sufrimiento y el malestar es tan fuerte que la persona se plantea si seguir intentándolo o no.
También están quienes nunca se han planteado la opción de renunciar al proceso pero el solo hecho de pensar que tienen que subirse al coche dispara la ansiedad con la consiguiente activación fisiológica. La variedad es muy amplia, pero el denominador común en todos los casos es el sufrimiento emocional, y la evitación como solución intentada y por supuesto fallida.
En este posti me voy a centrar en la transición desde que se obtiene el carnet de conducir hasta la conducción autónoma sin el acompañamiento del profesor.
La transición es inevitablemente difícil. Estamos hablando de un cambio, y un cambio siempre duele porque requiere un gasto de energía psíquica extra. ¿Para quienes va a resultar más difícil este proceso? Quienes tienen un perfil más analítico, con más tendencia al perfeccionismo, a racionalizar, van a tender a resolver la incomodidad del proceso de aprendizaje intelectualizando cada una de las cosas que se hacen en la conducción, como una forma de control, y paradójicamente la ansiedad va a aumentar. En estos casos se sobrevalora la percepción de los riesgos.
En cambio aquellos que tienen un perfil más observacional, más pragmático van a conectar más con lo sensorial, con lo que les haga sentir la experiencia, más propensos a dejarse llevar y a ir descubriendo lo que sucede. Este perfil sin unas pinceladas del analítico conduce a infravalorar los riesgos. El perfil analítico, por el contrario, los sobrevalora.
Estos dos perfiles son diferentes. Ninguno es mejor que otro. Si bien cada uno de nosotros tiene de base uno de estos dos perfiles la idea es aprender y desarrollar características del otro para enriquecernos.
“Valiente no es quien no tiene miedo, si no quien lo conquista”. Nelson Mandela.
¿Cómo afrontar la transición entre la autoescuela y la conducción autónoma?. Tener en cuenta que la presencia del miedo hasta cierto grado es funcional. El miedo es una emoción y como tal cumple una función, el cuidarnos frente a lo que interpreta como una amenaza. Aquí puede ayudarnos la distinción entre riesgo y peligro. Cada vez que alguien sube al coche está asumiendo un riesgo, como lo asumimos cada vez que salimos a la calle aunque sea andando o en transporte público, pero no estamos en peligro.
Peligro no es igual a riesgo.
No hay un tiempo para este proceso. Cada persona lo hará a su ritmo. Sin forzarnos. Respetando el propio tiempo, y evitando las comparaciones con otras personas.
“Sin prisa pero sin pausa”. Aquí lo importante es no dejarlo para después, para cuando se esté preparado. La mayoría de las veces no nos sentimos preparados para hacer algo. En este posti me refiero a quienes ya tienen el carnet de conducir, entonces si ya tienes tu carnet estás habilitado y preparado para ello.
Ya sabes conducir, ahora necesitas adquirir experiencia, la misma se adquiere solamente con la práctica en la calle, la experiencia no se obtiene valorando mentalmente los pro y los contra que se pueden presentar en las casi infinitas situaciones de la calle. Prestar atención a estos pensamientos solo sirve para caer en un laberinto mental generador de sufrimiento y martirio.
Estos pensamientos, como las respuestas a las malas preguntas refuerzan la percepción del miedo.
Los famosos ISI, ¿Y si me detengo en una pendiente y se me pega un coche detrás?, ¿Y si se me cala el coche?, ¿Y si se me cruza un peatón?. No respondemos a estas preguntas. Bloqueamos la respuesta.
Puedes repasar las señales de tránsito, ver videos sobre cómo conducir o mejorar la conducción, pero la idea es que al subir a tu coche desconectes con toda esta información, e intentes contactar con la experiencia, con la vivencia, observar lo que sucede dentro y fuera de ti, pero no en tu cabeza.
El miedo ni se vence ni se supera. El miedo se atraviesa. Al miedo lo tomamos de la mano, lo miramos de frente, y con miedo lo hacemos igual. Tomamos del miedo la prudencia. El miedo no es nuestro enemigo.
El miedo se nutre de nuestras creencias y percepciones catastrofistas, y al mismo tiempo se hidrata con la infravaloración de nuestros recursos para hacer frente a esos escenarios temidos que construye nuestra mente. ¿Cómo mantener el miedo a raya? Identificando los momentos en los que prestamos atención y alimentamos esos pensamientos derrotistas . “Seguro el coche se me cala en medio de una detención en subida y ocasiono un accidente, y estando solo no me quiero imaginar lo feo que debe ser encontrarme en esa situación, y sin poder pedir ayuda a nadie…”.
La imaginación al servicio de estos pensamientos inútiles es condenarnos a la prisión de nuestra mente. Es fundamental identificar estos pensamientos y quitarles la atención. No hacerles caso. Puedes imaginar que estos pensamientos son como hojas que caen en las aguas de un río y el oleaje las arrastra con su movimiento deshaciéndote de los mismos. Steven Hayes uno de los pioneros de la Terapia de Aceptación y Compromiso propone en su libro, “Una mente liberada”, distintos ejercicios para gestionar este tipo de pensamientos.
¿Y si usamos la maravillosa mente a nuestro favor?. ¿Y si nos entrenamos en reconocer y abrazar nuestros progresos?.
“Un poco más de persistencia, un poco más de esfuerzo, y lo que parecía irremediablemente un fracaso puede convertirse en un éxito glorioso”. Elbert Hubbard.
¿Es mejor conducir solo o acompañado? Si el acompañante es alguien que va a señalar el progreso y lo que se hace bien, además de los errores, es una buena opción hasta que se vaya adquiriendo confianza. Es importante que quien acompaña contacte con los miedos e inseguridades que sentía cuando se iniciaba en la conducción para acercarse mejor a la vivencia de quien está aprendiendo.
Nunca dejamos de aprender. Siempre podemos mejorar.
Si el acompañante es demasiado crítico, solo ve lo que se hace mal, y compara la conducción de un novato con la de un conductor que tiene 20 años de carnet, te imaginarás que un copiloto así va a aumentar la inseguridad, y la desconfianza en las propias habilidades.
Al principio puedes conducir trayectos cortos, no importa lo corto que sean. Puedes empezar sacando el coche del aparcamiento o de la cochera. Felicítate por cada logro. La idea no es centrarse en lo que falta conseguir sino en los progresos que se van haciendo. Esto es fundamental. Si solo miramos lo que nos falta por llegar, por conseguir, por alcanzar nadamos en las aguas de la insatisfacción.
Cada progreso es una victoria. Es una victoria tuya. Cuidado con los adjetivos, “Es un progreso pequeño”. Es un progreso. Punto final. Lo de pequeño está de más, no suma, empobrece.
Hasta el próximo posti y me despido citando a Mahatma Gandhi, “La satisfacción radica en el esfuerzo, no en el logro. El esfuerzo total es una victoria completa”. Preciosa frase. Intentar, probar, insistir, practicar, progresar. Esa es la verdadera victoria.
Puedes visitar mi canal de YouTube Betina Speroni.