“La pareja no es un traje hecho a medida”
julio 29, 2024
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¿Cómo vivir con las diferencias de mi pareja sin morir en el intento?

La pareja no es lo que nos imaginamos. La pareja es aquello que construimos junto a alguien que es diferente a nosotros.

En la etapa de enamoramiento las diferencias del otro no suelen ser un problema, se minimizan, se les quita importancia. En esa mágica etapa donde el otro es lo más cercano a la octava maravilla, hasta lo diferente resulta atractivo, pero tras esta fase de locura transitoria cuando el otro empieza a ser más real que imaginado las diferencias comienzan a ser más ácidas, y menos edulcoradas.

¿Si antes estábamos tan bien que ha cambiado? ¿Quién ha cambiado?

Ha cambiado nuestra mirada. Las diferencias de mi pareja siempre han estado, solo que ahora eso que antes no importaba tanto, ahora deja de estar teñido de esa magia y empieza a molestar. Y viceversa, no nos olvidemos de esto. También el otro en algún momento se va a sentir desilusionado de nosotros.

En este posti te invito a reflexionar sobre las diferencias que inevitablemente forman parte de cualquier relación y cómo podemos aprender a convivir con las mismas, sin caer en la tentación de querer cambiar al otro para que se adapte a nuestras expectativas.

¿Empezamos? Tener intereses en común, disfrutar de algunas cosas juntos, encontrar aburridas algunas situaciones, no significa que seamos iguales. Con la pareja como con cualquier otra persona compartimos la misma especie, somos humanitas, pero en todo lo demás somos diferentes.

Somos diferentes porque tenemos una historia de vida diferente, aún cuando haya algunas similitudes como el haber tenido padres autoritarios, o no haber conocido lo que es un límite, o el crecer en un grupo familiar con carencias económicas, o por el contrario, el haber formado parte de una familia acaudalada, aún compartiendo algunas de estas características, no es igual crecer en el seno de un grupo familiar con carencias económicas que en otro grupo familiar con iguales carencias. Y lo que cada uno de nosotros haga con esas características tampoco va a ser igual.

Porque de ser así podríamos decir que todas las personas que han nacido en una familia con carencias económicas van a desarrollar tal o cual comportamiento, y todos sabemos que esto es absurdo.

Esta historia de vida diferente colabora para que a su vez cada uno de nosotros tenga sus propias creencias, pensamientos, ideas, percepciones acerca de lo que es la vida, de lo que es estar en pareja, de lo que es la muerte, de cómo relacionarnos con el dinero, con el sexo, con los amigos, con el tiempo libre, con la familia, con los proyectos, con las enfermedades, y con nuestras propias emociones. Ni la carga genética compartimos, cada cual con su propio ADN.

Esto es algo que todos sabemos, y al mismo tiempo este saber no alcanza para dejar de mostrarle al otro todo el tiempo lo que hace distinto a nosotros. ¿Cómo no va a hacer las cosas distintas si es un ser diferente a nosotros?.

“¿Por qué has dejado esto aquí?, ¿Cómo puede ser que no te guste esto?, ¿Qué esperas para hacer aquello que prometiste? Yo en tú lugar ya lo habría hecho, ¿Cómo vas a decirme algo así, yo jamás lo diría?, ¿Cómo no vas a venir sabiendo lo importante que es para mí?, ¿Ahora vas a salir?, ¿Por qué no le pides perdón?, ¿Por qué lo has perdonado?. Con ejemplos como estos y sin esforzarnos rápidamente escribimos una trilogía.

Que alguien nos quiera, nos ame, nos elija no significa que tenga que responder a las situaciones que nos presenta la vida como lo haríamos nosotros. Eso es inviable. No existe nadie hecho a nuestra medida, ni es tarea de nadie, como nuestra tampoco, satisfacer las necesidades del otro.

“La pareja no es eso que imaginamos”.

Que responda diferente a nosotros tampoco significa falta de interés, ni de amor, ni de aprecio. Se comporta distinto porque es distinto. Me ama pero no es igual a mí. En los vínculos sanos las diferencias con el otro se juegan bien. Esto es algo que lo veo en la consulta.

Las personas que no consultan por problemáticas de pareja al hacer alguna mención  de la misma suelen utilizar frases como, “Bueno es así, es su forma de ser y está bien”, “Siempre fue así, como yo soy de esta otra manera”, “Es reservado, o poco participativo, yo en cambio soy más abierta y hacemos un buen equipo”.

¿Por qué a veces cuesta tanto aceptar incondicionalmente las diferencias del otro? Para responder esta pregunta es necesario definir qué entendemos por diferencias del otro. Si bien parece una obviedad, no lo es y aquí esta el meollo del problema de muchas pareja.

Muchas veces, la raíz del problema parece estar en la lectura que se hace de esa diferencia del otro. En la atribución que se hace de ese comportamiento. Por ejemplo, que nuestra pareja en alguna ocasión no quiera participar de un encuentro con nuestra familia de origen porque simplemente no le apetece, significa eso.

Significa que ese día puntual no tiene ganas de formar parte de ese plan. Como me puede pasar a mí en otro momento. ¿Por qué se hace difícil respetar eso?. Diferente es si nuestra pareja no quiere saber nada con nuestra familia de origen. Son cosas totalmente diferentes.

“Ojalá podamos tener el coraje de estar solos y la valentía de arriesgarnos a estar juntos”. Eduardo Galeano.

Siguiendo con nuestro ejemplo, si la atribución de significado que yo hago es que mi pareja es un desconsiderado, y desagradecido con el buen trato que recibe de mi familia, ¿Cómo me voy a sentir? Me voy a sentir enfadada con la decisión de mi pareja, y entonces le voy a reprochar el hecho de no querer participar de ese encuentro familiar, y entonces ante mis reproches responderá con más reproches, y esta espiral crecerá e irá en aumento regando la relación de amargura, incomprensión y sembrando la semilla del distanciamiento.

¿Y si en vez de enfadarme porque no quiere venir, me tomo unos minutos para trabajar en mi necesidad de que mi pareja decida o tenga ganas de hacer lo que a mí me gustaría que hiciera?. Por supuesto que habrá situaciones que serán innegociables, y entonces en esto no cederemos. Si para mí es innegociable que sea fiel, o que no fume, o hacer un plan el finde, o que no consuma drogas, entonces en esto no voy a claudicar.

El problema es cuando todo empieza a ser innegociable. Cuando cada vez que hace algo que yo no haría, o diría, o pensaría me irrito y me fastidio.

“El egoísmo no es vivir como uno desea vivir, es pedir a los demás que vivan como uno quiere”. Oscar Wilde.

Los vínculos sanos manejan bien las diferencias, no es que no las tengan claro, solo que parecen tener claro lo que para cada uno de ellos es negociable y lo que no lo es.

Esto los ayuda a no enredarse continuamente en pretender que el otro haga aquello que ellos harían. En estos vínculos hay más flexibilidad, aceptación, y por consiguiente, cuando discuten tienden a reponerse antes y mejor de los desacuerdos. Los años de relación y de vida compartidos les ayuda a saber qué situaciones pueden disparar una discusión y qué deben hacer para no entrar en la misma, o cómo salir apenas iniciada la trifulca evitando la escalada de violencia. 

¿Por qué no aprender de quienes lo hacen bien? ¿Por qué no diferenciar aquellos comportamientos propios que nos ayudan a desarrollar buenos vínculos, de los que por el contrario nos hacen sufrir? ¿Por qué no escuchar más al otro y menos a lo que esperamos del otro?.

“Todos somos aprendices en un oficio en el que nadie se vuelve maestro”. Ernest Hemingway.

No todas las historias de amor son maravillosas. Según quién y cómo nos ame esa historia puede merecer la pena ser vivida, o a la inversa merecer que huyamos de la misma.

Hasta el próximo posti y recuerda que la pareja no es aquello que nos imaginamos, es aquello que construimos junto a alguien que es muy diferente a nosotros.

Puedes visitar mi canal de YouTube Betina A. Speroni.