“Si ponemos la atención en el pasado lo mantenemos vivo”
La idea de este posti es reflexionar sobre la conveniencia o no de saber acerca del pasado sexual de nuestra pareja.
Hace tiempo atrás escribí un posti sobre este tema, “Me atormenta el pasado sexual de mi pareja”. En esa oportunidad abordé el tema desde la inseguridad del celoso, de como percibe potenciales rivales en terceras personas, y de como muchas veces resuelve esa inseguridad ejerciendo el control sobre su pareja.
En esta oportunidad he decidido tratar el tema desde las creencias, desde los valores, desde la parte más cognitiva, con la idea de hacerle preguntas a esas creencias, y cuestionarlas con la finalidad de poner en tela de juicio la rigurosidad de las mismas . Vamos al lío.
A muchas personas les atormenta el pasado sexual de su pareja. Empiezan a darle vueltas al tema, a preguntarse si habrá disfrutado más o menos con tal o cual persona, a valorar esas prácticas sexuales como demasiado libres, o desinhibidas, o sueltas, o desenfadadas, y esto puede dar origen a un sinfín de dudas, desde si estará con la persona adecuada, de si su pareja habrá dejado atrás esa modalidad más libre, de si estará eligiendo bien, y las dudas siguen y siguen.
Estas dudas no hacen más que alimentar esa espiral en la que la persona empieza a girar y girar.
Al ponerse la atención en este tema, como cuando miramos a través de un microscopio, eso que observamos se amplía. Y en vez de solucionar algo, nos terminamos empantanando.
Si el saber sobre este pasado sexual puede atraer mi atención hasta el punto de centrarme en la misma y quedar ahí atrapado. Entonces, cuidado con lo que preguntamos. ¿Por qué? porque una vez que hemos recogido esa información no nos podemos deshacer de la misma. Y muchas veces, podemos relacionarnos con esa información como lo hacemos con los pensamientos intrusivos negativos. Es decir, intentar quitarnos esos pensamientos, para paradójicamente exacerbarlos.
Ya tenemos dos soluciones fallidas, la primera es poner la atención en ese pasado sexual, y la segunda, es querer eliminar la información de ese pasado sexual de nuestra mente.
Los pensamientos son involuntarios, los pensamientos son esa actividad cerebral que nos habita continuamente, nadie elige qué pensamientos tener. Los pensamientos surgen, como agua de manantial llenan nuestra pecera mental. Si bien no los podemos elegir, sí, podemos decidir alimentarlos o no. Sí, podemos decidir poner nuestra atención en los mismos o no. Sí, podemos adjudicarles el atributo de objetos y relacionarnos con los mismos como lo hacemos con un vaso, o un libro, o un tenedor, o recordarnos que no representan la realidad.
Sí, podemos entrenarnos en cambiar el foco de atención, y en vez de fijar nuestra atención en estos pensamientos que nos generan sufrimiento, practicar en poner la atención en nuestras sensaciones corporales, por ejemplo, cuando identifiquemos que estamos escuchando a ese pasado sexual, a ese ruido mental.
Claro que no es una tarea fácil, porque nuestra atención se irá una y otra vez hacia esos pensamientos. Por eso necesitamos ejercitarnos. La pregunta es, ¿Para qué alimentar ese barullo mental que no nos hace bien?.
Ahora pasemos a las creencias. Es importante identificar las creencias que están detrás.
Las creencias son ese filtro perceptual a través del cual vemos la realidad. Una creencia es una generalización sobre algo.
Cada uno de nosotros tiene sus propias creencias, y muchas de ellas nos son útiles, si yo creo que soy buena a la hora de hacer amigos, seguramente me acerque a un grupo nuevo con cierta confianza y soltura en mí misma, ¿Para qué voy a cuestionar esa creencia, independientemente de si es cierta o no? Porque recordemos que una creencia no representa la realidad, es un constructo mental al que yo adhiero.
Subrayo esto, una creencia no refleja la realidad.
La idea es cuestionar las creencias que nos limitan. Así como yo tengo mis creencias, el otro tiene las suyas. Esto explica porque vemos la vida de manera tan diferente.
Repasemos algunas creencias sobre la sexualidad, “Los hombres tienen más deseo que las mujeres, “La mujer menos experimentada sexualmente es más valiosa”, “Un hombre que está con muchas mujeres es un ganador”, “La mujer que estuvo con muchos hombres es una mujer fácil”, “A la persona bisexual cualquiera le viene bien”, “Para tener sexo hay que estar enamorado”, “Tener sexo sin amor es como un deporte”, “Amor y sexo deberían ir dela mano”, “Si tuvo sexo con muchos no quiere a nadie o es poco confiable”. “Estuvo con muchas personas tiene un prontuario sexual”. Muchas de estas creencias ya están cambiando.
Solo escribí algunas creencias a modo de ejemplo, pero te invito a que observes si te identificas con alguna de estas o podes identificar alguna otra, y luego hacerle preguntas a la creencia.
Esta creencia, ¿Funciona así y en todos los casos?, ¿Conozco a alguien que no comparta dicha creencia?, ¿Dónde está escrito esto que enuncia la creencia a la que adhiero?, ¿Qué pasaría si me comportara diferente a mi creencia?.
¿Qué valores se relacionan a mi creencia? Valores como la honestidad, la lealtad, la fidelidad, la moral, lo puro, lo genuino, el compromiso, son bastante generales. Un valor es eso que priorizamos.
Para quien la moral es un valor, puede que se solidarice con la creencia, “En una pareja abierta no hay moral”, o para quien la fidelidad es un valor, puede que se una a la creencia, “La infidelidad es una traición”. Como podemos ver nuestros valores y creencias estás entrelazados.
Quien valora el disfrute en lo sexual, puede que apruebe la creencia, “La sexualidad es algo natural y para disfrutar”, quien priorice lo que piensan los demás y lo políticamente correcto, puede que se sume a la creencia, “Una persona respetable no cambia de pareja a cada rato ni tiene sexo con muchos”.
Las creencias no representan la realidad, en todo caso, representan nuestra realidad. El otro tiene sus propias creencias que a su vez reflejan su propia realidad. Darnos cuenta que esto que creemos es plausible de modificarse, de cuestionarse, de revisarse y de cambiarse, es fundamental para ganar en flexibilidad mental, de lo contrario, si nos adherimos a nuestras creencias como verdades inamovibles nos volvemos rígidos de pensamiento.
Recordemos que la información del pasado sexual de nuestra pareja, dependiendo de la personalidad que tengamos, nos puede afectar más o menos, muy poco o nada.
Por consiguiente es recomendable manejarnos con cierta cautela antes de preguntar con quien o quienes ha estado nuestra pareja, porque una vez obtenida dicha información no la podemos deshacer.
Una vez que accedimos a la información no hay vuelta atrás. El cerebro nos permite aprender cosas nuevas. No podemos aprender a olvidar.
¿Cómo hago para dejar de saber eso que ya se? ¿Es posible? ¿Qué voy a hacer luego con esa información? O tal vez la pregunta sería, ¿Qué va a hacer esa información conmigo? Muchos casos nos muestran que esa información nos atormenta y hostiga.
La pregunta de oro es, ¿Para qué quiero saberlo? Alguien podría decir para saber más de mi pareja, para conocerlo más. “Una pareja debe saber todo del otro”
Aquí podríamos hacer una diferencia entre saber si mi pareja tuvo relaciones anteriores, si considera que alguna de esas relaciones fue importante, y en términos generales por qué terminaron esas relaciones, y otra cosa muy distinta es saber los detalles de su pasado sexual.
El pasado sexual de mi pareja, significa eso, el pasado sexual de mi pareja. Punto final.
Como todos sabemos no podemos cambiar el pasado, pero podemos hacer que ese pasado cada vez más esté más en el pasado. ¿Cómo? Focalizando en el presente que estoy viviendo con mi pareja.
Cuando traigo el pasado al presente no lo dejo morir. Y si bien esto es sumamente útil y hasta hermoso en algunas situaciones, como cuando después de perder a un ser querido el poder recordarlo nos permite mantenerlo vivo en algún rinconcito de nosotros, en casos como en el pasado sexual puede dar lugar al sufrimiento cuando es algo que queremos dejar atrás y seguir avanzando.
De tanto mirar hacia atrás el presente nos lleva puestos. No podemos cambiar el pasado, pero podemos impedirle que nos robe el presente.
Hasta el próximo posti y recuerda que al poner la atención en el pasado lo mantenemos vivo.
Puedes visitar mi canal de YouTube Betina A. Speroni.
Podcast Psicología Betina A. Speroni.