“El miedo a lo que vendrá”
noviembre 3, 2023
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“La angustia frente a lo desconocido”

La idea de este posti es reflexionar juntos sobre el miedo a lo que vendrá, sobre el temor a lo que nos pueda suceder. En otras palabras, miedo al futuro, a lo incierto, a lo desconocido.

¿Cómo hacer para pensar menos la vida y vivirla un poco más?.

El futuro es aquello que va a acontecer, pero de lo cual no tenemos certezas.

Pocas cosas producen más angustia que la incertidumbre.

Si bien sabemos que al miedo le encanta robar sueños, se nos olvida que el miedo anticipatorio nos roba el presente y nos regala angustia.

La preocupación por lo que pueda pasar nos lleva al futuro, a ese lugar ilusorio, incierto, a ese lugar que está por venir, y en el que no transcurre la vida.

La vida solo transcurre en el presente.

Solo en el aquí y ahora podemos aprender, corregir lo que no está funcionando, probar cosas nuevas, adquirir nuevos hábitos, ser felices, sentir tristeza, alegría, entusiasmo, asombro, lo que sea que nos emocione solo nos puede emocionar en el presente.

“No sé quién eres, pero sé que puedes hacerme daño. Voy a decirte algo que no puedes hacer: no puedes hacer que le dé la espalda a mi propia experiencia”. Steven Hayes.

Siguiendo el pensamiento de Steven Hayes cuando estamos sintiendo algo desagradable, ya sea miedo, angustia, temor, pánico, y nos resistimos a sentir y a vivenciar eso que estamos sintiendo, alimentamos el malestar, y en la medida en que nos ponemos a luchar con el mismo, le damos permiso para que nos robe la experiencia presente.

Y al dejar de hacer aquello que es importante para nosotros, es decir, cuando no damos ese paso que nos va a acercar a nuestro objetivo vital, como por ejemplo, cuando renunciamos a hacer algo que nos gustaría por no sentirnos capaces, como por ejemplo, estudiar algo, o aprender a conducir, o aprender un idioma, o invitar a salir a alguien, o hacer un viaje o llamar a ese amigo al que hace mucho que no veo para enriquecer mi vida social, o salir a caminar durante diez minutos junto a la incomodidad que me producen los lugares abiertos, como una manera de afrontar la ansiedad en vez de evitarla, la lista es interminable, y en todas estas situaciones en las que no hacemos eso que es valioso para nosotros y para nuestra vida, el miedo y la ansiedad nos están robando la posibilidad de vivir esas experiencias.

Estamos dejando que el miedo nos arrebate esas vivencias. Le hacemos caso a nuestra mente cuando nos dice, “Y si te sale mal”, “Y si te rechaza”, “Y si te suspenden”, “Y si no apruebas nunca”. “Y si estás andando y empezás a sentir ansiedad”. Futuro. Escenarios catastróficos. Bloqueo. Evitación. Empequeñecimiento. Empobrecimiento emocional.

La capacidad que como seres humanos tenemos de poder desplazarnos hacia el futuro para algunas cosas es maravillosa, como por ejemplo, para organizar unas vacaciones, o un proyecto laboral, o hasta para pensar qué me voy a preparar para comer, en este caso puedo imaginarme diferentes platos, con distintas combinaciones, pensar lo que tengo en la nevera y decidirme por alguna opción. En este caso la anticipación me es útil.

Mirar hacia adelante con ilusión y esperanza es muy distinto a repasar escenarios futuros catastróficos.

“Pero cuando tienes miedo, cuando en vez de mirar para adelante miras para atrás, quedas petrificado y mueres antes de tiempo”. Carl Jung.

Ir constantemente hacia un futuro desmoralizador, nos paraliza, quedamos indefensos como en la metáfora de la rana hervida de Oliver Clerc.

¿En qué situaciones la anticipación deja de ser útil y empieza a generar sufrimiento?.

En aquellas situaciones en las que gran parte de lo que pueda suceder está más allá de nuestro control, y no depende de nosotros. Es decir, gran parte de las cosas que suceden en la vida.

Si pensamos en el desamor, la muerte, la enfermedad, ¿Qué control tenemos sobre las mismas? Desarrollar y conservar hábitos saludables como una buena alimentación, practicar actividad física, no fumar, ni excedernos con el alcohol nos va a favorecer, pero no nos inmuniza frente a la enfermedad. ¿Y entonces por mucho que me cuide me puedo enfermar igual? Y aquí aparece la incertidumbre. Podríamos traducir la palabra incertidumbre como ese no saber. Ese no saber que nos produce angustia.

¿Y que es el futuro si no otra cosa que eso que va a suceder y de lo que no tenemos ni idea?

Y este no saber  se puede tornar insoportable. Los seres humanos tenemos hambre de certezas. Queremos garantías. Y en la vida hay muy pocas. ¿Y entonces qué hacemos? Lo primero que nos sale es preocuparnos, y la preocupación llama a la ansiedad, y si bien la ansiedad en un primer momento nos activa, si persiste y se intensifica nos bloquea, y puede transformarse en pánico. ¿Cómo salimos? Por el mismo lugar por el que entramos, y en esta caso fue tomando la carretera del futuro.

Muchas veces, ir al futuro no nos lleva a ningún lado, o lo que es peor nos lleva a lugares muy feos, muy tenebrosos. Lugares que empezamos a construir y a habitar con nuestra mente.

Y lamentablemente pasamos mucho tiempo en esos lugares imaginarios que en los presentes.

La vida consiste en vivir situaciones que muchas veces no vamos a elegir, y sin embargo, y aunque no nos guste vamos a tener que transitar, como puede ser una enfermedad, la muerte de un ser querido, un despido laboral, un desamor, un divorcio, una carrera que decepciona, cierta inestabilidad laboral, y un sinfín de distintas situaciones.

Y entonces aparece esa especie de abismo frente a nosotros. Esa nada que resulta insoportable. Esa angustia que envuelve, que ahoga, y que viene acompañada de pensamientos catastróficos, “No voy a poder con esto”, “Esto significa el final”, “Una vez más lo mismo”, “Lo que me está pasando es terrible”. ¿Cómo nos podemos sentir en esta situación? Condenados  a un futuro negro, frente al cual estamos convencidos de no tener recursos.

¿Qué hacer cuando la angustia ahoga? Me gusta el concepto que usa la terapia de aceptación y compromiso (ACT) de “disponibilidad”, lo transcribo del texto, “Sal de tu mente entra en tu vida”. Steven Hayes.

Estar dispuesto es:

Sostener el sufrimiento como sostendríamos una flor delicada en la mano.

Abrazar el sufrimiento como abrazaríamos a un niño que llora.

Sentarnos con nuestro sufrimiento como nos sentaríamos junto a una persona enferma.

Mirar a nuestro sufrimiento como miraríamos a un cuadro increíble.

Caminar con nuestro sufrimiento como caminaríamos mientras llevamos a

un niño lloroso.

Honrar a nuestro sufrimiento como honraríamos a un amigo prestándole

atención y escuchándolo.

Inhalar el dolor como si tomáramos una profunda bocanada de aire.

Abandonar la guerra con el sufrimiento como un soldado que abandona su

arma y se marcha a casa.

Tomar el sufrimiento como se bebe un vaso de agua pura.

Llevar el dolor como si lleváramos un dibujo en nuestra cartera.

Así describe Steven Hayes lo que es “estar dispuesto” al malestar, ya sea miedo, ansiedad, angustia, o ese ruido mental que nos saca del presente.

Entregarnos sin resistencias, abrazar incondicionalmente lo que cada momento nos invita a vivir, nos ahorra sufrimiento innecesario. ¿Y si en vez de atemorizarnos ante lo desconocido, nos dejamos asombrar un poco más? ¿Por qué nos empeñamos en creer que eso que nos va a suceder tiene que ser nefasto, si la mayoría de las veces no lo es? Y no estoy diciendo de ninguna manera que la vida sea un lecho de rosas, vaya que no lo es. Pero tampoco es un caminar sobre un campo minado.

El miedo a lo desconocido se parece a ese vértigo y a la vulnerabilidad que nos embriaga al estar frente a un abismo en el cual no contamos con una valla en la cual apoyarnos. La escena sería nosotros frente al abismo más absoluto. Nosotros frente a la nada.

Los occidentales equiparamos la nada a la muerte, los orientales ven en la nada un sinfín de posibilidades. Solo donde hay vacío puede surgir algo.

Las experiencias de la vida no están valladas. Las experiencias de la vida no vienen con un muro de protección. Cada una de las situaciones que experienciamos es una vida en miniatura.

Hasta el próximo posti y recuerda la importancia de no alimentar ni hacer demasiado caso al barullo mental. Solo así podemos entrar más en nuestra vida, y vivirla en vez de pensarla.

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Podcast Psicología Betina A. Speroni.