“Mi madre me asfixia”
octubre 1, 2023
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“Nuestros hijos no nos pertenecen”

La idea de este posti es reflexionar sobre las madres que se apropian de sus hijos. Sobre aquellas madres que hacen de la vida de sus hijos su propia vida. Sin ánimo de culpabilizar a nadie, recordemos que los únicos padres que no cometen errores son los que no tienen hijos. Ser padres es cometer errores.

Es importante que pensemos el rol de madre como una función, y que por lo tanto no tiene que ver con el género, lo mismo se aplica al rol de padre, que simboliza la ley, y que no solo puede ser ejercido por un hombre.

Hecha esta salvedad vamos al lío. A medida que los hijos van creciendo, como todos sabemos, van ganando en independencia, y es tarea de los padres reforzar y propiciar las conductas de autonomía e independencia de sus hijos, para que en el futuro puedan valerse por sí mismos como seres distintos, únicos y libres que son.

Bien conocido es para todos que no es lo mismo ser madre de un bebé de pecho, que de un deambulador, o de un niño de 5, o de un adolescente. Por consiguiente, no le podemos pedir a un hijo de 12 años que llegue a la misma hora que a un hijo de 16 años, ¿Se imaginan?.

De la misma manera que encontramos absurdo pedirle a un hijo de 18 años que no salga de noche, deberíamos encontrar absurdo preguntarle, “¿De nuevo vas a salir, creía que hoy te quedabas, es que no supero la muerte del abuelo?”.

No pasa nada si una vez hemos dicho o hecho algo como esto, recordemos que ser padres es cometer errores, no se puede ser padre sin equivocarse, me refiero a cuando estos comentarios son frecuentes.

¿Por qué deberíamos cuidarnos de estos comentarios? porque inoculan culpa de forma sutil. ¿Cómo puede sentirse un hijo al salir sabiendo que deja sola y triste a su madre? Si la madre está atravesando un proceso de duelo por la muerte de su padre, debe trabajar ella misma su duelo, ya sea sola o con ayuda de un profesional, pero no es tarea del hijo asistir a su madre en su proceso de duelo.

¿Por qué? porque el hijo está atravesando su propio duelo, los cambios propios de la edad, la construcción de su identidad, la búsqueda de algo que le guste para dedicarse en el futuro, un lugar en su grupo de amigos, las demandas del estudio, los conflictos con sus pares.

Y esto debería ocupar la mayor parte de su mundo, y de sus ocupaciones.

Nuestros hijos no nos pertenecen

No es tarea de los hijos resolver las angustias de sus padres, ni tarea de los padres resolver la vida del hijo. Una vez alcanzada la mayoría de edad el trabajo de los padres pasa más por el acompañamiento, la supervisión, y la aceptación por las decisiones del hijo en lo que concierne a sus amigos, a su pareja, a su espacio, y a su tiempo, es decir, a su vida.

Excepto cuando las decisiones del hijo le puedan causar un daño a él mismo o a terceros, deben ser aceptadas por sus padres, independientemente de si están de acuerdo o no, de si les gustan o no, de si ellos decidirían eso mismo u otra cosa. ¿Por qué? porque no es tarea de los hijos cumplir las expectativas de sus padres.

La tarea de los hijos, en la que deben colaborar los padres, es la de desarrollarse como personas únicas, libres y distintas a sus padres.

Un hijo no es la prolongación de sus padres. Un hijo es un ser único. Es un ser diferente, con necesidades, vivencias, y  una personalidad también diferente.

La vida de nuestros hijos solo le pertenece a nuestros hijos. Los hijos deben tomar las decisiones que ellos deseen. Los hijos no deberían tomar decisiones para tranquilizar a sus padres. “En ésta familia son todos médicos”, “Si no estudias tal carrera no te la pago”, “Olvídate de estudiar aquello, te morirás de hambre”.

Entre morirme de ”hambre” haciendo lo que me gusta, a morirme de angustia por hacer lo que desean otros, quiero ser yo quien decida. ¿Acaso las probabilidades de morirse de hambre no bajan cuando se hace lo que a uno le gusta? Cuando se juega el deseo en aquello que hacemos, estamos en mejores condiciones de movilizarnos y avanzar hacia eso que para nosotros es importante.

Al momento de afrontar los miedos y las inseguridades esto es de gran ayuda. No es suficiente ni nos garantiza nada, pero es necesario.

“Es que tienes que pasar más tiempo con la familia”. “Es que tienes que estudiar algo que tenga salida laboral, de eso no consigues trabajo”, “Tienes que hacer algo que te apasione”. “Y tienes que disfrutar de la vida”.

Nos podríamos preguntar, “¿Disfrutar de qué vida, de la vida que el hijo tiene, o de la que los padres desean que su hijo viva?.

“El punto de salida hacia todo logro es el deseo”. Napoleón Hill.

Al querer decidir como padres sobre asuntos que atañen a nuestros hijos, como si el título de padres nos habilitara a saber lo que es mejor para ellos, cuando muchas veces no sabemos ni lo que es mejor para nosotros mismos, ponemos a nuestros hijos en una disyuntiva, “Si vivo mi vida defraudo a mis padres, si vivo la vida que ellos desean para mí, me defraudo a mi mismo”. ¿Cómo se sale? ¿Se puede salir? ¿A qué costo?.

Aunque esto se haga con las mejores intenciones,  citando a Oscar Wilde, “Con las mejores intenciones se cometen grandes errores”.

Para salir debemos apropiarnos de nuestra propia vida. De esa vida que tal vez, y con las mejores intenciones, nos fue expropiada por nuestros padres, o uno de ellos. Y así como no es posible ser padres sin equivocarse, quizás no sea posible ser hijo sin en algún punto decepcionar a nuestros padres.

Tal vez, parte del ser adulto y de dejar atrás a ese niño que fuimos tenga que ver con el aceptar el hecho inevitable de decepcionar las expectativas de nuestros padres, sabiendo que eso no nos transforma en malos hijos, de ninguna manera, si no en hijos reales y posibles con necesidades, gustos y deseos propios.

“El hombre es libre en el momento en que desea serlo”. Voltaire.

La tarea de los padres es aceptar desde el inicio de la vida de su hijo, que el mismo no le pertenece, que su tarea es temporal, que la responsabilidad como padres es para toda la vida, y que la satisfacción es inmensa e indescriptible.

Hasta el próximo posti y recuerda que la vida de tus hijos solo le pertenece a ellos. Lo contrario es hacerlos sentir en deuda, por una deuda que paradójicamente nunca decidieron contraer.

“Crecer es perder ciertas ilusiones, para poder abrazar otras”. Virginia Woolf.

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Podcast Psicología Betina A. Speroni.