“El que no se siente realmente perdido, está perdido sin remisión; es decir, nunca se encuentra a sí mismo, nunca se enfrenta a su propia realidad». José Ortega y Gasset
¿Quién no se ha sentido como un caminante errante alguna vez? ¿Quién no se ha preguntado por dónde seguir, hacia dónde ir?. En este post te invito a reflexionar sobre la inevitable y humana sensación de sentirnos, en algunos momentos de nuestra vida, perdidos y sin saber hacia dónde ir. Como si se nos hubiera extraviado esa brújula interior que de alguna manera nos dice donde estamos.
La vivencia de sentirse “perdido” es algo que escucho mucho en la consulta. Y por supuesto que dentro de este sentirse perdido hay mucha heterogeneidad.
Vamos al lío. Podemos pensar que cuando alguien se siente perdido, se siente sin rumbo, y quizás siente que no está en el camino, o por lo menos que no se encuentra transitando el camino que pueda llevarlo adonde quisiera ir, o quizás directamente no sepa adónde quiere ir.
También puede pasar que ese camino que en otro momento de su vida lo acercaba hacia algún lugar, ahora no le sirva, y que tenga que abandonarlo, y tomar uno nuevo.
Esto lo podemos relacionar con los diferentes momentos evolutivos, es decir, la ruta que nos sirve a los 20 años para llegar a determinados lugares, personas, situaciones, para formarnos en los estudios, o en los inicios de la vida laboral, posiblemente no nos sirvan a los 30 años, y los senderos que nos son útiles a los 40 dejan de serlo a los 50 y a los 60 seguramente necesitamos transitar nuevos itinerarios, y así sucesivamente, entonces tendremos que desviarnos de carril, y tomar nuevas direcciones que nos lleven hacia donde en cada momento queremos ir.
“No importa cuánta luz lleve dentro de mí, siempre habrá momentos en los que me sentiré perdida, confundida, buscando dirección. Es el camino del corazón humano». Joyce Rupp.
Como podemos ver la vida es un eterno itinerario, la vida es un camino, la vida es nuestro camino, ese camino que nos vamos forjando con cada una de las decisiones que tomamos día a día.
Y esto de tomar decisiones y de ir por un camino u otro es algo que hacemos casi sin darnos cuenta, y parecería que justamente nos damos cuenta o empezamos a pensar en el camino cuando el mismo señala una salida que no es la que queremos tomar, o a lo mejor empezamos a dudar de si deberíamos tomar esa salida o no, y esto indefectiblemente lleva a preguntarnos, ¿Dónde estoy? ¿Adónde iba? ¿Hacia dónde voy? ¿Hacia dónde quiero ir? ¿Este camino me lleva, cuál otro si este no me acerca?.
Esta lluvia de preguntas al sentirnos desorientados, pueden producir ansiedad, angustia, el miedo y la confusión inevitables de no saber o de dudar hacia dónde ir.
Sin embargo, y esto es lo interesante, es esta misma desorientación la que nos va a permitir repensar el lugar en donde nos encontramos, y preguntarnos hacia dónde nos gustaría ir.
Podemos pensar a esta desorientación como a una crisis. Y sin crisis no hay posibilidad de cambio. Bienvenidas las crisis. Una crisis es siempre una oportunidad. Ante la crisis se abre la posibilidad de algo nuevo.
Quizás tú estás pensando que las crisis son incómodas, a veces, inoportunas, molestas, desagradables, generan ansiedad, nos estresan entre otras cosas, y tienes razón, es que no es posible construir algo nuevo sin pasar antes por los escombros.
“En esta vida hay que morir varias veces para después renacer. Y las crisis, aunque atemorizan, nos sirven para cancelar una época e inaugurar otra.” Eurípides De Salamina.
Así como para reformar alguna parte de nuestra casa debemos sí o sí aguantar y tolerar la incomodidad del ruido, del polvo, de los cascotes, para encontrar nuevamente esa brújula interior debemos afrontar la incomodidad del no saber adónde ir, de qué camino tomar, de valorar las consecuencias de cada opción. ¿Pero sabes qué? La vida consiste en esto.
Esa libertad tan ansiada y deseada que cada uno de nosotros tiene, y que la sociedad condena con quitársela a aquellos que atentan contra otros, se juega aquí en cada una de estas decisiones.
Somos libres y como somos libres podemos decidir, y paradójicamente, muchas veces, nos cuesta decidir, o desearíamos que la vida, o alguien más decida por nosotros.
Es bastante común observar como grandes decisiones, o no tan grandes también se dejan en manos de los dioses.
«Perderse es aprender el camino». Proverbio Africano.
Volviendo a la vivencia de sentirse perdido en la propia vida. Es importante tener en cuenta que es algo normal, humano, incómodo, y al mismo tiempo necesario para el cambio. El sentirnos perdidos nos está diciendo que así como estamos no estamos bien, que no estamos en la senda que puede acercarnos hacia donde deseamos ir, nos muestra que hay otros recorridos, como dice el precioso pensamiento de Mark Nep un giro nos saca de donde estamos y nos permite descubrir un camino inesperado, nunca equivocado, siempre diferente y con consecuencias distintas.
Como todos sabemos cada camino tiene distintas salidas, algunas nos servirán más que otras. No todas nos acercarán hacia donde deseamos ir.
¿Cómo podríamos tomar otros rumbos sin la angustia de sentirnos perdidos?. No se puede parir un hijo sin dolor, no podemos construir sin la incomodidad de demoler lo que había antes, no podemos coger una nueva ruta, sin antes sentir que no estamos en la nos puede acercar hacia donde queremos ir.
“No hay giros equivocados, sólo caminos inesperados”. Mark Nep
Hasta el próximo posti y recuerda que la vida consiste en preguntarnos de vez en cuando si estamos a gusto con el camino que estamos transitando.
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Podcast Psicología Betina A. Speroni