“A todos nos duele algo”. “La vida nos atraviesa a todos”
enero 9, 2023
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Si la vida no nos duele somos de otro planeta

La idea de este posti es preguntarnos, ¿qué hacer con eso que nos duele?, ¿cómo vivirlo, cómo afrontarlo, cómo habitar ese dolor? La idea es pensar juntos en la imposibilidad de transitar la vida sin que nos duela. El dolor nos hace humanos, es un compañero inseparable, e inevitable a lo largo de nuestra vida.

El dolor es una señal de estar vivos. La vida duele.

Nadie nos enseña qué hacer con los golpes que la vida nos da. Nos han inculcado a ser fuertes, a veces, casi de hierro, a esconder lo que sentimos, y como si esto fuera poco ahora se suma el mandato de la eterna felicidad, de la sonrisa inmotivada y permanente, del estar siempre bien, del tú puedes, y como broche de oro, nos venden la creencia según la cual podemos intervenir en el universo para inclinar las cosas a nuestro favor, es decir, si tú lo deseas, lo visualizas, y lo decretas sucederá.

¿Qué propuesta tan tentadora, verdad? ¿cómo no desear que fuera cierta? ¿cómo desestimar la idea según la cual el control del universo pasa a ser nuestro? Al decirle a alguien que tiene el poder de crear su realidad, le estoy diciendo que tiene el control absoluto sobre la misma. Daría mi vida porque fuera cierto, pero la vida es mucho más compleja, y simplificarla de esta manera es peligroso, es mentira, y muy culpabilizador.

La magia del vivir descansa justamente en la incertidumbre de no saber lo que nos va a suceder. Y al mismo tiempo confiar en que si trabajamos y nos esforzamos por aquello que deseamos es más probable que suceda. Probable no es garantía de que vaya a suceder.

Que sea más probable no nos garantiza nada, ahí está la complejidad de la que hablábamos. Y en esa complejidad habita el misterio de la vida. De lo no sabido. De lo inesperado. De lo imprevisible. De lo que escapa a nosotros. De lo incontrolable.

“Quien quisiera que el hombre no conociera el dolor, evitaría al mismo tiempo el conocimiento del placer y reduciría al mismo hombre a la nada.” Michel de Montaigne.

El dolor emocional no es consecuencia de estar gestionando mal las emociones, como ya dijimos, el dolor es patrimonio de estar vivos. La otra cara es la muerte.

No compres la idea de que al dolor hay que evitarlo, de que es malo, de que no nos deja avanzar, de que hunde, y que te puede tirar para atrás. Todos sabemos que el dolor es desagradable, nadie está diciendo que sea lindo. Solo que si nos hacemos los distraídos ante el dolor, o le damos la espalda lo intensificamos.

No hay una escuela de vida. Aprendemos en el día a día, y muchas veces a golpe de porrazos.

Por eso la importancia de mirarlo de frente, de conectar con el mismo, de sentirlo, de observar cómo se manifiesta en cada uno de nosotros.

¿Para qué? para seguir avanzando en la vida, para fortalecernos ante las adversidades, para desarrollar la flexibilidad, para no rompernos frente a lo que nos golpea, para no pulsear con la vida.

Somos nosotros quienes debemos adaptarnos a la realidad, y no la realidad a nosotros.

Darle la mano al dolor, es darle la mano a la vida. Es entender que es inherente a la misma. Hacer las pases con el dolor, es dejar a un lado la omnipotencia de creer que podemos torcer el destino según nuestro antojo, conveniencia, o deseo.

La vida es eso que sucede. La realidad no la creamos nosotros. Nadie se enferma a propósito. Hay cosas que no elegimos, y que nos pasan igual. Pero sí, claro, podemos decidir qué hacer con eso que nos sucede. Qué hacer con eso que nos ha elegido a nosotros, y de lo que muchas veces no es fácil salir, o desvincularse, o afrontar.

Ser adultos es aprender a convivir con lo que no nos gusta, con lo desagradable de nuestras circunstancias. La vida no solo obedece al principio del placer.

A todos nos duele algo. No importa si lo llamamos alma, corazón o como sea que lo nombremos, pero cuando estamos devastados por alguna circunstancia el dolor se localiza en el cuerpo, y podemos sentir como se expresa. En cada persona lo hará de una manera distinta, y lo que cada uno haga con el mismo también tendrá consecuencias diferentes.

Al huir del dolor lo mantenemos vivo dentro nuestro. Paradójicamente quien huye del dolor más cerca se encuentra del mismo.

¿A quien no le duele algo?

Nos duele una enfermedad. Nos duelen las pérdidas. Nos duele el paso del tiempo. Nos duelen los sueños no cumplidos. Nos duelen las desilusiones. A veces, nos duele la realidad. Esa realidad que se posa frente a nosotros y cara a cara nos dice que hay que pasar por ahí, que no hay atajos, ni caminos alternativos.

Esa realidad que tantas veces quisiéramos que no fuese así. Así de difícil, Así de tormentosa, Así de cansadora. Así de impiadosa. Y así de mágica también.

No se trata de si la vida duele o no duele, o si duele mucho o poco, o a quién le duele más o menos, en todo caso, la pregunta es, ¿qué hace cada uno con ese dolor, con eso que le duele? ¿cómo cada uno lo afronta, lo vivencia?, ¿cómo cada uno se deja traspasar por lo que le duele?

Y con eso que cada uno haga, se jugarán nuestros recursos recursos internos.

¿Qué hacer con eso que nos duele?, ¿qué tal si empezamos por pensar en lo que no es conveniente hacer ante el dolor?.

Una idea errónea y muy difundida en estos tiempos sostiene que la realidad la creamos nosotros, por consiguiente, si alguien se enfermó de cáncer es porque se lo creó al regular mal sus emociones, o vaya uno a saber que serie de errores cometió. Como si hubiera una escuela de vida.

Al dolor no hay que dormirlo. Anestesiarlo es negarlo. Al dolor hay que habitarlo, Hay que darle un espacio. Hay que sentirlo. Hay que dejar a un lado la omnipotencia de creer que podemos con todo.

Decir que la vida duele no es decir que la vida es solo dolor. Todos sabemos que no es así.

La vida es pasar cada tanto por momentos dolorosos, y también por otros momentos preciosos, llenos de magia, inolvidables.

La vida es eso que nos sucede. Es eso que nos duele. Es eso que a veces no hemos elegido. Es eso que amamos. Son también las alas que nuestros sueños nos regalan para volar.

Hasta el próximo posti y recuerda que al dolor hay que hacerle espacio, hacernos los distraídos, paradójicamente lo alimenta.

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Podcast Psicología Betina A. Speroni.