Los cambios son posibles, pero nunca fáciles ni rápidos
Si bien no tenemos el poder de intervenir en el universo para inclinar las cosas hacia nuestro favor. Sí, está en nuestras manos cambiar la mirada hacia aquello que nos está sucediendo. Y al cambiar la mirada sobre la misma situación, creéme que el cambio ya se ha iniciado.
La idea de este posti es reflexionar sobre los cambios, que a veces, necesitamos hacer en nuestra vida, y sobre las expectativas erróneas que muchas veces, tenemos sobre los mismos.
¿Quién alguna vez no se ha sentido como en una bicicleta fija pedaleando, pedaleando, y siguiendo siempre en el mismo lugar? ¿Agotador, verdad?.
La vida es aquello que sucede independientemente de si nos conviene, de si lo deseamos, de si nos hace bien, o si por el contrario es algo totalmente inconveniente. ¿Y qué nos pasa cuando finalmente nos decidimos a cambiar algo, y por mucho que lo intentamos no vemos el resultado esperado?
¿Te estarás regalando el tiempo que todo proceso de cambio necesita? ¿Te estarás dando “tú tiempo”? Esto puede parecer una obviedad pero tú tiempo, no es el tiempo de otros, no hay un tiempo establecido a priori, ni hay tiempos mejores ni peores, estamos hablando de tú tiempo. Del tiempo que tú necesites. Y esto es algo que solo tú puedes precisar.
“Ante el cambio, la fortuna favorece a los atrevidos”. anónimo.
Mas allá de si deseamos cambiar nuestra alimentación, o la manera de acercarnos a los demás, o de implicarnos en el estudio, o la relación con nuestra pareja, o con nosotros mismos, debemos recordar que todo cambio es un proceso, y como tal necesita tiempo, y que muchas veces, no somos generosos con el tiempo que nos damos para vislumbrar los brotes del cambio.
Queremos bajar diez kilos en una semana, aprender a vivir con la muerte de una persona amada en un mes, afrontar un divorcio en horas, encontrar el trabajo de nuestra vida en un santiamén, y así podríamos seguir engrosando la lista. Y lo peor es que algunas personas, no todas, claro, sienten que están haciendo algo mal, cuando los cambios no se producen a una velocidad inusitada. ¿Cómo nos hicieron creer que la vida es una carrera de velocidad, o que los cambios tienen que producirse en un chasquido de dedos?.
En la vida, en la familia, en las enfermedades, en nuestras relaciones, en nosotros mismos, así como en la naturaleza, y en muchas otras cosas, el cambio es un proceso lento, paulatino, a veces, casi imperceptible, como el crecimiento de un hijo para sus padres. Vaya si crece un niño, los padres suelen decir, “tenía un bebé y no sé en que momento se convirtió en un adolescente”.
Y si bien al hacer una mirada retrospectiva este crecimiento parece haber ocurrido de la noche a la mañana, todos sabemos que no fue así. Este crecimiento fue consecuencia de un proceso continuo, lento, constante, ininterrumpido, como el movimiento de las agujas de un reloj.
A la hora de cambiar es importante tener presente que nos llevará tiempo. Nada que valga la pena ser aprendido, modificado, o convertido en un hábito sucederá en un pestañear de ojos.
“Un año más tarde desearás haber empezado hoy”. Karen Lamb.
La varita mágica solo funciona en los cuentos de hadas. ¿Nos gustaría tener una, verdad? No es posible tener una varita mágica, pero sí, podemos desarrollar súper poderes como por ejemplo aprender a auto motivarnos para realizar aquellos comportamientos o acciones que nos van a permitir lograr aquello que deseamos. La motivación no es algo que nos va a suceder así sin más, ni va a quedarse con nosotros una vez que suceda.
La motivación es esa fuerza interior que nos va a empujar a accionar para alcanzar nuestras metas. ¿Y si queremos hacer algo y no estamos motivados? ¿Quién dijo que para hacer algo siempre hay que estar motivado o tener ganas? Por supuesto que el tener ganas y motivación para empezar a estudiar, o hacer ejercicio, o cambiar nuestra alimentación es algo que nos va a ayudar, y mucho, pero también es cierto que tenemos que aprender a hacer aquello que queremos o necesitamos, aún cuando no tenemos ganas.
La creencia de que se puede cambiar rápido, es tan disfuncional, como la idea de que para hacer algo distinto siempre hay que tener ganas y estar motivado. Si pensamos así, vamos a caer en el famoso, “no lo hago porque no tengo ganas, mejor estudio después, hoy me doy el día libre para comer lo que me apetezca”. Y no se trata de que el concedernos un recreo esté mal, sino de no confundir el premiarnos por haberlo hecho aún sin ganas, con el auto engaño de creer que aquello que no hacemos ahora por falta de ganas, sí, lo vamos a hacer después como por una especie de magia.
Si hoy no tengo ganas de hacer ejercicio, ¿por qué creer que mañana sí, voy a tener ganas?
Cuidado con los auto engaños.
Si hoy a pesar de no tener ganas de empezar una alimentación limpia, la empiezo igual, y mañana sigo sosteniendo esto, y así durante un par de días, me regalo la posibilidad de empezar a ver beneficios en mi cuerpo y en mi salud, que van a ser los mejores aliados para seguir manteniéndome en este camino. En el camino del cambio. Y en el ejercicio de mi libertad.
Solo manteniéndome en el camino, y a base de repetición, esta nueva conducta se transformará en un hábito. ¿Es fácil? No. ¿Es rápido? No. ¿El camino es lineal? No. A veces se avanza, y otras se retrocede. Y eso está muy bien. Quiere decir que estás en camino. En el camino que puede acercarte a sentirte mejor, a parecerte más a quien quieres ser.
“Ya que no podemos cambiar la realidad, cambiemos los ojos con los que vemos la realidad”. Nikos Kazantzakis.
Que no te mientan, y no te mientas, cambiar nunca es fácil ni rápido. Pero es posible.
No hay varitas mágicas. Pero puedes desarrollar el súper poder de aprender a hacer algo aún sin ganas. Y poco a poco, quién te dice, las ganas te empiezan a visitar. ¿Te gustaría iniciar un cambio y no tienes ganas? Quizás, después de iniciado, aún con pocas o sin ganas, las mismas como los primeros rayos de luz de un nuevo día se empiecen asomar.
Hasta el próximo posti y como decía, Martin Luther King, «Puede que no seas responsable de la situación en la que estás, pero lo serás si no haces nada para cambiarla».
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Podcast Psicología Betina A. Speroni.