Miedo evitado, miedo intensificado
“Nunca tengas miedo del día que no has visto”. Proverbio inglés.
Existen muchas y variadas maneras de hacer de nuestra vida un desastre. En este posti te invito a reflexionar sobre una de las más comunes y además limitante manera con la que muchas veces, intentamos resolver nuestros miedos e inseguridades, y nos terminamos complicando la vida. Y es nuestra fiel amiga, la evitación.
“El miedo siempre está dispuesto a ver las cosas peor de lo que son”. Tivio Livio.
La evitación en un primer momento nos trae alivio, pero en un segundo momento nos declara incompetentes, debido a que no hemos afrontado la situación que nos generaba temor, confirmando de esta manera que no somos lo suficientemente x, o que no estamos a la altura de tal o cual persona, por consiguiente, nuestra confianza y seguridad personales caen en picada.
De a poco y sin darnos casi cuenta nos vamos entrenando en el arte de no afrontar situaciones que impliquen un mínimo riesgo. Nos entrenamos para no enfrentarnos a retos. “¿Y si no sale como espero, o como me gustaría”?, ¿Y si me va mal?”, ¿Y si fracaso, o si no me llaman?”.
Y esta forma de actuar inevitablemente nos lleva a vivir una vida apagada, rutinaria, en donde siempre se hacen las mismas cosas, buscando garantías de una certeza que no hay, renunciando a lo que quisiéramos hacer por miedo a fracasar, quitándole de ese modo, las luces a nuestra existencia
“El miedo es un sufrimiento que produce la espera de un mal”. Aristóteles.
¿Te ha pasado alguna vez de no hacer algo por creer que no era para ti? ¿Has dejado algo a mitad de camino convencido que otros lo podrían hacer mejor? ¿Has renunciado a seguir haciendo cosas que te gustaban por no sentirte capaz? ¿Te has negado a emprender algo por miedo a fracasar?
¿Y si trabajamos para transformar el miedo en coraje?. Convertir el miedo en consejero es un superpoder.
Generalmente allí donde el miedo se asoma, es por donde debemos ir. En ese sentido el miedo puede ser un gran consejero, una especie de brújula que nos muestra el norte. Recordemos que el miedo es una emoción universal, sumamente necesaria, sin la cual no podríamos sobrevivir.
El miedo nos ayuda a estar alerta, y de esa manera prepara a nuestro organismo para reaccionar ante una posible amenaza, sea esta real o imaginada.
El problema empieza cuando empezamos a ver amenazas donde no las hay, cuando empezamos a ver “tigres” donde no los hay, o cuando interpretamos como tigres a inofensivos gatitos.
“Para quien tiene miedo, todo son ruidos”. Sófocles.
Tener al miedo como consejero es muy distinto a tenerlo como capitán del barco de nuestra vida, en este último caso, nos ayudará a convertir nuestra vida en un desastre. ¿Por qué? porque nos evitará asumir el más mínimo riesgo, creyendo que de esa manera nos mantiene a salvo.
Recordemos que como decía Lounsbrough, “Si la seguridad es tu meta, vivir, entonces no lo es”. Los miedos se resuelven afrontándolos, de lo contrario, los hacemos mayores, y paradójicamente más nos persiguen.
Miedo evitado, miedo intensificado. Muchas veces, los miedos se visten de excusas, de falta de tiempo, de falta de dinero, de que no es el momento, de que no estamos lo suficientemente preparados.
Si nos tomamos el tiempo para ver cuánto hay de verdad en esto que nos decimos, puede que descubramos el miedo a no hacerlo bien, el miedo a fracasar, el miedo a no estar a la altura de las expectativas de los demás, o quizás el miedo a no alcanzar nuestro propio listón, o el miedo a hacer el ridículo, o el miedo a ser señalados, o el miedo a ser descubiertos en nuestro desvalor.
Si no lo hago, si no lo digo, si no me expongo, si no lo publico, si no lo escribo, si no me la juego, entonces, no puedo fallar, no me puedo equivocar. ¿Y acaso puedo vivir?
Sí, claro, vivir se puede, la pregunta es si esa es la vida que quieres y deseas para ti.
¿Cómo puedes hacer de tu vida un desastre? Si bien hay muchas maneras de lograrlo, una de ellas es la evitación de aquello que te da miedo.
El miedo nos lleva a subestimar nuestros propios recursos para afrontar la situación temida, y a sobrevalorar lo que podría salir mal.
Nuestra mente crea un escenario terrorífico, frente al cual se defiende evitándolo. Recordemos que la evitación nos promete tranquilidad y alivio, y si bien como mencionábamos anteriormente, en un primer instante nos sentimos aliviados, a largo plazo, aumenta el problema y nuestra sensación de incompetencia.
Por lo tanto, la evitación es la solución fallida que nos mantiene anclados al problema.
Esto no quiere decir que en algunas situaciones la evitación no sea necesaria, si estamos cocinando, por ejemplo, es necesario evitar el contacto con las fuentes de calor para no quemarnos, por supuesto, pero no presentarnos a una entrevista de trabajo por miedo a no estar a la altura de los otros candidatos, es algo disfuncional y generador de sufrimiento. Como también lo es no aceptar un café de alguien que te gusta por miedo a que luego te rechace.
Cada vez que decidas no hacer algo, pregúntate si realmente no quieres hacerlo, o si por el contrario, estás usando una excusa para evitar afrontarlo.
Solo tú puedes saberlo. El primer paso para cualquier cambio, es darnos cuenta de que algo no está funcionando, a partir de ahí podremos empezar a desenredar los nudos que nos atan y nos quitan libertad.
Si sientes que a veces, el miedo toma el timón del barco de tu vida, dale las gracias por la ayuda prestada y recuérdale que de ahora en más, el capitán de tu vida eres tú.
Dile que tomarás de él la precaución, y que puede sentarse a tu lado, no pasa nada. Solo que de ahora en adelante las decisiones las tomas tú.
Ya no decidirá el miedo.
Hasta el próximo posti y recuerda tomar la precaución que nos regala el miedo, sin habilitarlo para que decida por ti.