“Una persona que se siente culpable, se convierte en su propio verdugo”. Séneca
mayo 24, 2022
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Cuando la culpa nos corroe y no nos deja ser felices

¿Se puede mantener la culpa a raya?

La culpa disfuncional nos lleva a vivir una vida miserable, donde no está autorizado el disfrute. ¿Cómo puedo disfrutar de lo que tengo mientras mi familia pasa necesidades?, ¿Cómo puedo disfrutar de mis logros sabiendo que fulanito la esta pasando mal?, ¿Cómo puedo regalarme estas vacaciones después de haber cometido tal o cual error? ¿Cómo disfrutar de este bonito día sabiendo que tal o cual persona esta gravemente enferma?,  ¿Cómo puedo permitirme sonreír después de la muerte de esa persona tan amada?.

La idea de este posti es reflexionar sobre la culpa patológica, y pensar en distintas herramientas personales para gestionarla, a fin de mantenerla a raya, y de ese modo ser capaces de disfrutar de aquello que la vida nos regala, aún cuando tengamos personas a nuestro alrededor que están sufriendo.

Manteniendo la culpa a raya

Nada mejor que empezar aclarando que el sentimiento de culpa es sin duda necesario, adaptativo y funcional. Podemos representar a la culpa como a esa conciencia moral que nos dice lo que está bien y lo que está mal, es decir, lo que está consensuado socialmente como bien y como mal, sin esa instancia moral sería imposible la vida en sociedad.

Todos sabemos que para poder vivir en comunidad debemos acatar las normas y leyes establecidas. Si pensamos en las reglas de tránsito, por ejemplo, sabemos que todos las debemos respetar y ante un semáforo en rojo debemos detenernos, de no ser así, nos convertiríamos en unos temerarios no solo peligrosos para nosotros mismos, si no también para terceros.

La culpa es esa vocecita interior, que siguiendo con nuestro ejemplo, nos dice, “por esta urbanización no puedes ir a más de 20km/h, está prohibido no respetar este límite de velocidad, si no lo respetas estas cometiendo una falta grave”. Este es un ejemplo de culpa funcional, en este caso la culpa nos ayuda a ser ciudadanos respetuosos, que responden adecuadamente al orden establecido.

Qué pasa cuando esa vocecita interior nos dice, “no está bien que disfrutes de estas vacaciones mientras tu familia no puede tomarse unos días para descansar. Y entonces la persona presa del remordimiento, durante las vacaciones se aburre, está pendiente de otras situaciones, parece poner la atención en lo que no le gusta del lugar, o del alojamiento, o de la comida, y presenta gran dificultad para conectarse con el descanso, con el ocio recreativo, y hasta si se toma un café le cuesta saborearlo.

Hay algo que le impide relajarse y dejarse sorprender con lo que la vida tenga para regalarle durante  esos días de descanso, después de un año de intenso trabajo.

Muchas veces, detrás de esa dificultad para disfrutar el lado bueno de la vida se esconde la culpa disfuncional. Esta culpa patológica, es la encargada de que alguien se sienta culpable sin serlo. ¿Cómo voy a ser feliz si hace no mucho tiempo murió esa persona a quien yo amaba tanto?. Que mejor manera de homenajear a alguien que ya no está, que conectándonos de a poquito con la vida, y sonriendo ante cada nuevo amanecer sabiendo que quien ha fallecido, desearía vernos bien y caminando hacia adelante, a pesar del dolor, y aún con el dolor a cuestas.

¿Se puede mantener la culpa a raya? Cultivar el sentimiento de gratitud hacia lo bueno que la vida nos regala es fundamental. Imaginemos que invitas a un amigo a tu casa, y como un gesto de atención se presenta con un postre que ha preparado con mucho esmero, entusiasmo y alegría, y tú, pensando en esa parte de tu familia que no se encuentra bien, o en alguien muy querido que ha fallecido, le dices que muchas gracias, pero que prefieres no comerlo porque no puedes.

Cuando no podemos disfrutar los lindos momentos que la vida nos obsequia, sin darnos cuenta, estamos siendo desagradecidos con la vida y con nosotros mismos. En esas situaciones nos convertimos en nuestro mayor impedimento para llevar una vida serena y plena.

Si tenemos personas en nuestra familia, o cercanas a nosotros que están atravesando un momento difícil, claro que podemos brindarle nuestra ayuda, sea esta ayuda emocional, económica, presencial, o la que cada uno pueda brindar, y también de acuerdo a lo que el otro esté necesitando, pero una vez que hemos ayudado debemos retornar a nuestra vida, de lo contrario, seguimos viviendo la vida de esa otra persona a la que ya hemos ayudado.

Si no retornamos a nuestra vida, hipotecamos nuestra vida para cubrir las necesidades de los demás, y esto ya no es altruismo, sino falta de amor hacia nosotros mismos, hacia nuestra propia existencia, y hacia lo que la vida muchas veces nos regala como fruto del trabajo y el esfuerzo invertido en alcanzar eso que era importante para nosotros.

¿Qué quiero decir con retornar a nuestra vida? No quédanos a vivir en la vida del otro, debemos volver, regresar a nuestra vida, donde transcurre nuestra existencia. Cuando ayudamos a un ser querido, salimos de nuestra vida durante un tiempo para ocuparnos de dicha situación, tras lo cual, deberíamos volver a nuestra única y querida vida para seguir ocupándonos de la misma.

Si nadie que tenga un negocio lo deja sin atender, mucho menos podemos dejar desatendida nuestra vida.

Todos sabemos lo humano, noble y virtuoso que significa echarle una mano y hacernos presentes cuando alguien a quien queremos lo necesita, pero cuidado cuando esa ayuda nos lleva a considerar a los demás como desvalidos, e incompetentes.

Sin olvidar que muchas veces, quien recibe la ayuda, la empieza a considerar una obligación. Y entonces si un día no puedo ayudarte aparecen los reproches y los reclamos. Ser esclavos de la ayuda que brindamos, nunca es una buena solución.

Siempre que pueda y esté en condiciones  de ayudarte, te ayudaré. Lo haré con gran satisfacción y alegría. De igual modo, si en algún momento no estoy en condiciones de ayudarte, no me sentiré culpable, porque me recordaré que soy humano, dueño de mis propias limitaciones, y que es tan noble ayudar desinteresadamente y con el corazón, como aceptar sin remordimiento, que a veces,  no estamos en condiciones de hacerlo.

Hasta el próximo posti y nunca olvides que no es tarea de nadie resolverle la vida a nadie. Bastante trabajo ya tenemos con ocuparnos y sacar adelante nuestra vida, no te parece?

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Podcast Psicología Betina Speroni.