La complementaria del psicópata
abril 1, 2022
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No cualquier persona tolera la tensión que genera el psicópata

La idea de este posti es echar un poco de luz sobre las características de la persona que puede formar pareja, convivir y hasta tener hijos con un psicópata.

Lo expuesto en este posti se basa en los lineamientos teóricos, y en la investigación del Dr. Hugo Marietán,  médico psiquiatra, investigador y experto en el tema de la psicopatía, especialmente del psicópata cotidiano.

Todo lo señalado en estas líneas se aplica de la misma manera a la psicópata mujer. A fines prácticos me refiero al psicópata en masculino, pero en el caso de la mujer psicópata las características no varían. En cuanto al porcentaje de psicópatas, se calcula que el 3 por ciento de la población entra en esta categoría, independientemente del género.

En este posti no nos vamos a detener en definir qué es un psicópata, porque ya lo he hecho en otros postis. La idea es pensar en las características de aquellas personas que pueden tolerar la tensión que generan estos seres, y formar pareja con los mismos.El psicópata no quiere a nadie

Recordemos que una de las características salientes de estos atípicos es la seducción, entendiendo por tal una relación bilateral entre quien seduce y el seducido. El psicópata entrega el contrato y el otro lo firma. Estas personalidades tienen habilidad para captar las necesidades del otro, y ahí accionar.

Cuando el psicópata encontró a su presa, o mejor dicho, cuando la persona encontró a “su psicópata”, este último empieza a hacer un trabajo fino sobre la misma.

Como un escultor poco a poco empieza a “tallar” en la persona, sus propios valores, su propio sistema de creencias. El atípico le quita al otro sus atributos de persona, no lo considera como a un individuo con necesidades propias y diferentes, sino como a una cosa, debido a la cosificación que ejerce sobre los otros.

Es decir, el psicópata mira en el interior de la persona “cosa”, capta las debilidades y vulnerabilidades de la misma, y de manera implícita, promete satisfacerlas.

No confundir control con amor

Estos seres atípicos, por lo general, no muestran las garras apenas conocen a la persona, las garras las empezarán a mostrar de a poco y con el tiempo.

No es poco frecuente que estos seres conquisten a la persona (cosa) que les va a ser útil para algo, ya sea para alcanzar su objetivo, o hacer uso del control sobre la misma, con comportamientos extravagantes, o que proclamen su amor a la semana de conocer a alguien, y a los días ya estén conviviendo. A veces, todo sucede de manera muy rápida, vertiginosa.

Al principio suele regalar una luna de miel. No es raro que despliegue sus armas de seducción, haciendo uso de su desmesura característica. La palabra desmesura hace referencia a aquello que sale de la medida estándar.

¿Qué pasa cuando el psicópata empieza a mostrar sus garras? Esta pregunta nos permite adentrarnos en el concepto de complementaria.El psicópata crea relaciones utilitarias

 

Ante las primeras señales, la mayoría de las personas saldrían corriendo y espantadas, pero algunas personas no lo hacen, no salen huyendo, quedan como en un estado de encantamiento, de obnubilación, como si no pudieran creer lo que están viendo, y fueran por más, en un intento de convencerse de que lo que están viendo y viviendo es así. Estas primeras señales, por lo general, son minimizadas, “no es  para tanto”, “me parecerá a mi”, “”fue solo una vez”, “ya cambiará, lo cambiaré”,

Lamentablemente, para cuando el psicópata despliega su psicopatía con mayor crudeza, la persona ya está completamente captada por este ser, aislada de sus familiares y amigos, con la autoestima socavada, sintiendo que no vale nada, preguntándose qué será de su vida si sale de esa relación, ya que para ese entonces la ha convencido de que sin él no puede hacer nada.

Respondiendo a la pregunta de este posti, tenemos que decir que no cualquier persona tolera la tensión que estos atípicos generan.

 

El Dr. Hugo Marietán acuñó el término complementaria para referirse a la pareja de un atípico. Es decir, a la persona que está en pareja con un psicópata, a la persona que puede convivir con alguien así, y hasta tener hijos. La complementaria no es una víctima del psicópata. La complementaria es una partícipe activa y necesaria dentro del circuito psicopático.

 

Para esclarecer este punto veamos un ejemplo, si una persona está caminando por la calle y es sorprendida por alguien que la ataca, la ultraja y la viola, no tenemos ninguna duda de que esta persona es una víctima de alguien que contra su voluntad, ejerció sobre ella este acto cruel, es decir este acto psicopático grave.

En el circuito psicópata complementaria, las cosas son distintas. En esta relación la complementaria no está ni maniatada, ni es apuntada con un arma blanca por el psicópata para impedirle que salga de la relación. .La complementaria se debate entre querer salir de esa relación que le genera sufrimiento, y el no poder hacerlo

Es importante tener en cuenta, que al comienzo de la relación, la complementaria, y como consecuencia del trabajo fino y progresivo que fue realizando el psicópata sobre la misma, no solo que no se plantea salir de la relación sino que cree haber encontrado al hombre de su vida, distinto a los demás. Y no está equivocada. Este “hombre” es distinto a los demás. Este ser tiene necesidades especiales, distintas a las consensuadas socialmente, y nunca la va a tratar como a una persona.

Con el psicópata contacto cero

En vano es señalarle algo de esto a la complementaria cuando aún no se encuentra desgastada por la relación. Solo cuando ya no le compense la misma, es decir, cuando el sufrimiento sea mayor al beneficio que obtenga de la misma, va a estar más receptiva y en mejores condiciones para empezar a plantearse salir de la misma.

Dejar un vínculo con estas características nunca es fácil. Además el psicópata no va a facilitar la salida de la complementaria, ya que la misma le pertenece, es algo de su propiedad. Muchas veces se confunde esto con amor, “me sigue, me busca, me persigue, me llama”, “dice que va a cambiar, que no puede vivir sin mi, que soy la mujer de sus sueños” , “sacó pasajes para ir a tal o cual lugar y darnos una nueva oportunidad”.

La complementaria, necesita darle muchas oportunidades al atípico, hasta convencerse de que es inmodificable, de que es siempre igual a si mismo, que solo se ama, piensa y trabaja para si mismo.

El psicópata miente con el cuerpo

La complementaria no es una mujer común. El hombre común, por lo general, la aburre, entonces cuando se topa con uno de estos seres, que son de todo menos aburridos, se encandila, siente que encontró a aquella persona que estaba esperando, que la completa, que la hacer sentir elegida, única, especial, como si el atípico la sacara de su letargo.

No olvidemos que estos seres carecen de miedo, les falta los matices de la afectividad, ellos solo se manejan entre el entusiasmo, la frustración (su talón de Aquiles), y el enfado, además se sienten superiores a los demás, se adoran a si mismos, y muchas veces, esta falta de miedo, sumada al hecho de sentirse superiores, se refleja en su compostura, en su presencia, y para algunas personas, esto puede ser atractivo.

La complementaria siempre va a ser la complementaria de ese psicópata, es decir, del psicópata con el que ella tuvo una relación. Lo cual no quiere decir, de ninguna manera, que no pueda relacionarse con un hombre común. Salir del circuito psicopático es difícil, pero no imposible.

La psicopatía es un hecho social

Siempre merece la pena esforzarse para dejar a un lado todo aquello que nos marchita, e impide el desarrollo de lo mejor de nosotros mismos.

Si sospechas que estás en pareja con un psicópata cotidiano, busca información sobre el tema, contacta con un profesional de la salud que conozca sobre  la problemática, y sálvate.

Hasta el próximo posti y recuerda que aunque resulte muy difícil siempre se puede salir y dejar atrás estas relaciones que solo generan sufrimiento y malestar.

Puedes visitar mi canal de YouTube Betina A. Speroni.

Podcast Psicología Betina A. Speroni.