“No corras, vete despacio, que a donde tienes que llegar es a ti mismo”. Juan Ramón Giménez
octubre 17, 2021
0

Cuando no se sabe lo que se quiere, cualquier cosa puede venir bien

¿Quién alguna vez no se preguntó si lo que estaba haciendo lo hacía feliz? ¿Quién alguna vez no pensó si lo que hacía merecía la pena? ¿Quién alguna vez no se sintió perdido?

En este posti te invito a reflexionar sobre la importancia de hacernos preguntas, de animarnos a mirar dentro nuestro y preguntarnos si nos gusta lo que vemos de nosotros mismos, de nuestra vida, de nuestros afectos, de donde nos encontramos, de hacia donde nos proyectamos, y de hacia donde no. Para esto necesitamos abrir la ventana hacia nuestro mundo interior.

Pasamos mucho tiempo abriendo ventanas y paradójicamente, nos olvidamos de abrir la más importante, la ventana que mira hacia nuestro interior.

La importancia de saber que necesitamos

¿Cómo saber quienes somos, cómo estamos, qué queremos para nosotros y para nuestra vida si la mirada está siempre puesta afuera, en el exterior, en lo que pasa a nuestro alrededor?

Las respuestas a estas preguntas solo pueden venir mirando dentro nuestro. A veces, puede suceder que no se esté en condiciones ni se tengan ganas de hacer ese viaje, y cuando es así, no pasa nada. Puede que el momento llegue más adelante, o simplemente que no sea necesario.

Cuanto más miremos hacia afuera, más chances tenemos de marearnos, de perder el rumbo, de inventarnos necesidades.  La idea es tener la plasticidad necesaria para entrar y salir, es decir, poder  mirar lo que pasa fuera nuestro, sin comprar eso que vemos, sin hacer de eso un ideal a seguir, sin compararnos con eso que nos muestran.

Conocernos para saber lo que necesitamos

Porque eso que nos muestran le puede funcionar muy bien a otros, pero a lo mejor, no tiene nada que ver con lo que nosotros necesitamos para sentirnos bien y contentos con nuestra vida; de ahí se desprende la importancia de poner la mirada en nuestro interior y preguntarnos qué necesitamos, qué está bien en nuestra vida, qué nos gustaría que fuera diferente, y evaluar qué cosas y hasta donde son modificables y hasta donde no.

Animarnos a revisar el camino que hemos transitado, nuestros miedos, nuestras heridas emocionales, nuestras pérdidas, aquello de nosotros mismos y de los demás que no podemos cambiar, la dedicación que ponemos en nuestros sueños y en intentar hacer que nuestra vida siempre sea un poco mejor de lo que es.

“Difícilmente se llegue a algún lado sino se sabe hacia donde se va”.

Quien no sabe qué necesita, cómo se siente, hacia dónde va, con quién le gustaría ir, es alguien que va por la vida a la deriva, sin rumbo claro, como si cualquier ola fuera buena para surfear, y en esas condiciones es más fácil perderse, si es que ya no lo está, y que se encuentre  más vulnerable y propenso para idealizar el afuera, lo que otros hacen, en otras palabras para vivir la vida de los demás. ¿Triste, verdad?

Solo tu puedes saber lo que necesitas

Solo tú puedes saber lo que es bueno para ti. Nadie puede decirte ni saber lo que necesitas. Lo que puede hacerle muy bien y funcionar para alguien, puede no serlo para otro.

Cuanto más claro tengas lo que necesitas, es más probable que te relaciones con personas que puedan brindarte eso que es importante para ti.

Cuando no se sabe lo que se quiere, cualquier cosa puede venir bien.

¿Cómo saber lo que se quiere? ¿Cómo saber lo que se desea? ¿Cómo saber lo que se necesita?

¿Hasta qué punto es posible saberlo?

Haciéndonos estas preguntas ya estamos en camino. Estas preguntas ayudan a vislumbrar una respuesta. El valor de mirarnos a nosotros mismos nos ayuda a crecer , a conocernos un poquito más, y al mismo tiempo nos enfrenta con aquellas cosas que no nos gustan de nosotros mismos, regalándonos la valiosa oportunidad de plantearnos como las podemos modificar.

Nadie puede saber por ti

Quien invierte parte de su energía en mejorarse y en edificar dentro de su interior, poco resto tiene para ocuparse de como viven los demás.  Deseo que en tu vida sea mayor el espacio que llenes con cosas que te hacen bien, para que poco sea el espacio restante que puedas llenar con cosas inconvenientes.

En la medida en que enriquecemos nuestro presente con comportamientos, actividades, pensamientos, proyectos y sueños que nos ayudan a ser mejores, mayor será nuestro bienestar físico y emocional, y más probable, por ende, que nos relacionemos con otros para disfrutar de dicha compañía, en vez de llenar por llenar espacios en blanco.

No es lo mismo ocuparnos de nosotros mismos que distraernos de nosotros mismos.

Para distraernos de quienes somos solo basta con seguir al rebaño y hacer lo que otros esperan que hagamos. Siempre fieles a los demás y poco a nosotros mismos.

Quien no se conoce va por la vida a ciegas

El gran desafío de cada uno es hacernos cargo de lo que deseamos para nuestra vida. Tarea nada sencilla, por cierto.

Ocuparnos de nosotros es atrevernos a mirarnos sin filtros, sin hacernos trampa, sin máscaras, y preguntarnos si nos gusta lo que vemos, el lugar en donde estamos, las relaciones que formamos, lo que hacemos a diario, lo que nos decimos en nuestros diálogos interiores.

Ojalá lo que veas de ti te guste lo suficiente como para sentirte bien con tu vida, con tu persona y con tus afectos. Es decir, muy cerca de quien quieres ser.

Hasta el próximo posti y recuerda que, “La cosa más difícil es conocernos a nosotros mismos; la más fácil es hablar mal de los demás”. Tales de Mileto.

Puedes visitar mi canal de YouTube Betina Speroni.

Podcast Psicología Betina Speroni