“Uno es verdaderamente libre, cuando deja de tener vergüenza de sí mismo” Nietzsche
octubre 1, 2021
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Afrontando nuestros miedos, haremos un mejor uso de nuestra libertad

Si no estamos a gusto con nosotros mismos por el solo hecho de ser quienes somos y como somos, difícilmente nos vamos a desenvolver con soltura en las relaciones sociales, laborales, o donde sea que tengamos que exponernos.

En este posti te invito a reflexionar sobre la importancia de afrontar aquello que no nos gusta de nosotros mismos, porque de lo contrario le estamos dando mayor protagonismo. ¿Sabes cual es el mayor enemigo del miedo? La evitación.

“Solo quien ha tenido miedo puede ser valiente, lo demás es solo inconsciencia”. Giorgio Nardone.

Si hay cosas de mí que me avergüenzan, es probable que más tarde o más temprano evite exponerlas frente a otros, por consiguiente, mi exposición ya sea que esté con amigos, compañeros de trabajo o conocidos empezará a ser medida, y carecerá de espontaneidad, intentando de esa manera evitar mostrar aquello de lo que me avergüenzo, no sea cosa que se me escape y muestre esa parte de mí con la que me peleo, quedando entonces en evidencia ante los demás, quienes sin duda después de conocer esa parte de mí, huirán despavoridamente de mi presencia. ¿Acaso esta interpretación no suena un tanto irracional y desmedida?

Los pensamientos intrusivos e irracionales además de generarnos muchísimo malestar, nos empujan a construir  interpretaciones de la realidad erróneas, que la mayoría de las veces nos llevan a evitar aquello que tememos. ¿Y sabes que consiguen? consiguen que aquello que tememos se haga más grande y nuestro tormento sea mayor.

“Los pensamientos son solo pensamientos, no son la realidad”.

Si alguien siente que no está a la altura, que no es demasiado inteligente, o atractivo, es probable que ante situaciones sociales se mantenga aparte, y esta solución fallida lejos de ayudar a resolver el problema lo crea.

¿Por qué? porque en la medida en que alguien se mantenga a un lado, no interactúe, ni inicie algún tipo de conversación, puede pasar que los demás lo vean poco interesante, y entonces no se acerquen ni interactúen con esta persona, no solo  confirmando así su creencia de que no era lo suficientemente interesante, sino lo que es peor aún, creando la realidad tan temida de ser rechazado por ser como es.

“El miedo mal gestionado nos lleva a crear lo que tememos”.

Como ilustra este ejemplo, el problema en ningún momento reside en las características de personalidad, sino en la interpretación que la persona hizo de las mismas, en este caso, “Como no soy muy inteligente, ni atractivo, ni listo, seguro que  los demás me encontrarán poco interesante y no querrán estar conmigo”, por consiguiente se aparta, creando de esta manera la realidad que teme,  ya que si me aparto es más probable que me aparten.

Como decíamos, “La evitación es el peor enemigo del miedo”.

La evitación en un primer momento envía un mensaje tranquilizador, “Estoy a salvo, que bien.” pero el segundo mensaje nos dice, “No pudiste, no has afrontado la situación”. Y cuando este mensaje se repite en el tiempo nos lleva a olvidar nuestros recursos y a sentirnos desvalidos y en inferioridad de condiciones frente a otros.

Por consiguiente, en este caso nuestra vida social lentamente empezará a empobrecerse.

Cada exposición frente a otras personas nos recordará que no estamos a la altura, que no somos tan importantes, ni listos, ni inteligentes como los demás, por lo tanto, cada invitación a socializar con otros se convertirá en una fuente de malestar que activará la ansiedad, en este caso como una respuesta natural a una percepción amenazante.

¿Cómo puede sentirse alguien que va por la vida sintiéndose por debajo de los demás?

¿Cómo salir de este bucle? En primer lugar, identificando el miedo, en segundo lugar, identificando las interpretaciones que hacemos de la situación, en tercer lugar, poniendo atención en las soluciones que se han intentado hasta el momento para resolver lo sucedido, en cuarto lugar, creando interpretaciones alternativas, en quinto lugar, entrenándonos para afrontar gradualmente y en pequeñas dosis aquello que tememos.

Por lo general,  frente al miedo a exponernos y ser rechazados hacemos uso de la evitación en sus diferentes variantes, como por ejemplo, el mantenerse apartado, el pedir ayuda a un tercero para que que nos acompañe cuando tenemos que asistir a un evento social, el hacer uso de cualquier excusa para justificarnos por no ir, entre otras.

Como mencionábamos más arriba estas soluciones son fallidas, entonces, ¿Qué hacer?

Al miedo tenemos que afrontarlo. Sí, de lo contrario lo alimentamos y se hace cada vez mayor. Y lo que es peor creamos lo que tememos.

Tendremos que entrenarnos para afrontarlo, dependiendo de cada caso, en forma gradual y en pequeñas cuotas para que no le haga mal al cuerpo, claro.

Y conjuntamente debemos trabajar con la percepción del miedo y las interpretaciones que se hacen del mismo, para poder cuestionarlas y pensar en otras interpretaciones alternativas.

¿Merece la pena el trabajo personal, verdad?

Afrontando nuestros miedos haremos un mejor uso de nuestra libertad, y podremos salir de la jaula que sin darnos cuenta nosotros mismos nos hemos construido.

El miedo como tal es una emoción primaria sin la cual no podríamos vivir, según como lo orientemos será un límite en nuestra vida o un recurso. El miedo mal orientado nos echa para atrás, no nos deja avanzar, nos mantiene atrincherados en lugares de porquería, que percibimos como seguros.

Pero el miedo bien orientado se transforma en un aliado y fiel colaborador dispuesto a despejar el camino que puede acercarnos hacia donde queremos ir.

Hasta el próximo posti y recuerda que como dice Giorgio Nardone, “En la Naturaleza existe el miedo, no el valor, que no es otra cosa que el miedo superado”

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Podcast Psicología Betina Speroni.