A veces, no puedo más, pero nunca dejo de amarte
¿Si no nos ocupamos de los familiares, como vamos a ayudar a las personas con TLP?
¿Cómo voy a ayudar a alguien que se encuentra en una crisis, si yo mismo me siento exhausto y desgastado? Todos tenemos el mismo derecho a estar y sentirnos mal.
Muchas veces los familiares de una persona afectada con el Trastorno Límite de la Personalidad (TLP) son los grandes olvidados.
La idea de este posti es subrayar que el Trastorno Límite de la Personalidad no afecta solamente al diagnosticado, sino a todo el grupo familiar. En mayor o en menor medida todos los integrantes del grupo familiar forman parte de esta problemática.
Si bien este posti está dirigido a los familiares de aquellas personas con TLP, puede suceder que tú que estás leyendo estas líneas hayas sido diagnosticado con esta personalidad. En este caso, es importante que recordemos que así como una gripe, una diabetes, una migraña, no se manifiesta igual en todas las personas, lo mismo pasa con el trastorno límite de la personalidad, no hay dos personas con TLP que sean iguales.
Sin embargo, el común denominador es que todas sienten las emociones con mayor intensidad, y reaccionan con mayor rapidez y energía a aquello que les disgusta, generando un fuerte impacto en sus relaciones y en su entorno.
A fines didácticos, al leerme puede parecer que esté generalizando, pero la realidad es que así como no hay dos personas con TLP que sean iguales, tampoco los familiares y amigos van a responder de igual manera. ¿Por qué es importante tener en cuenta esto? para no caer en la tentación de consumir recetas mágicas, que solo generan frustración.
Cada caso es único y particular, como así también lo es su grupo familiar. El mensaje que intento transmitir en este posti a los familiares de personas afectadas con TLP, es el de apelar al propio conocimiento, al conocimiento de las propias limitaciones, al conocimiento de las propias emociones y sensaciones, al hecho de aprender a darte cuenta hasta dónde puedes ayudar al otro sin dañarte a ti mismo.
Hasta dónde puedes contener y calmar a alguien que está en crisis sin caer en el desgaste emocional. ¿Por qué es tan importante este punto que muchas veces se ignora? Porque si queremos cuidar de otro, antes tenemos que cuidar de nosotros mismos.
Cuando los familiares están desgastados, dejan de ser operativos y de estar en condiciones de brindar la ayuda necesaria. Entonces, tenemos dos problemas, a la persona en crisis, y a los familiares desgastados.
¿Cómo voy a ayudar a alguien que se encuentra en una crisis, si yo mismo me encuentro exhausto y desgastado? Nadie te enseña esto.
Es esencial que observes y empieces a darte cuenta de a poco, hasta dónde el otro va a poder avanzar sin que tú te sientas extenuado. Este es un trabajo sumamente personal. Porque solo tú sabes donde está tu límite. Dónde se encuentra esa línea a partir de la cual el otro no puede cruzar, porque de hacerlo no te está respetando. Y porque si la cruza tendrá una consecuencia.
Cuando a un familiar, a una pareja, a un amigo, en definitiva a alguien a quien amas le diagnostican trastorno límite de la personalidad, puede pasarte que te quedes en blanco, asustado, preguntándote, ¿Y esto qué es? y ahora cómo sigue todo, cómo puedo ayudarlo, qué es lo mejor para el o para ella?
Sí, por un lado estas lleno de preguntas, de dudas, no sabes que hacer, y por otro lado, empiezas a comprender el por qué de esos comportamientos, de esas reacciones, y de esas respuestas extrañas, exageradas. Si bien este saber no cambia la historia, debe ayudar a buscar información idónea con el fin de aprender a acercarnos de otra manera a la persona con TLP para que la relación sea lo menos tormentosa y dolorosa para ambas partes.
Información no solo referente al comportamiento, al accionar, a los pensamientos, creencias, etc. que caracterizan a la persona con el TLP, sino a como pueden llegar a sentirse los familiares de estas personas.
Es común que al principio, aturdido por las dudas y la falta de información sobre esta personalidad, vayas probando diferentes formas de relacionarte con esta persona a la que amas y con quien quieres llevarte bien, y por ende, ayudarla a que ella también se sienta mejor y más a gusto con su existencia.
Escucho a muchos de estos familiares oscilar entre momentos de complacencia y entendimiento incondicionales, como intentos de evitar las crisis que suelen visitar a las personas con TLP, y momentos de límites excesivos, reproches, reclamos, que lamentablemente terminan con la ruptura de la relación, junto al dolor concomitante de las mismas.
La ruptura con una madre, con un hijo, con algún hermano, etc. nunca es gratis. Y a excepción de los pocos casos en los que esta ruptura es necesaria y recomendable, casos que en su mayoría se refieren a la psicopatía de algún miembro de la familia, cuando hablamos de las personas con TLP estas rupturas, en su mayoría son evitables, y mejorables.
¿Cómo mejorar la relación con alguien que tiene TLP?
De nuevo recordamos que no hay recetas. Sin embargo, algo que ayuda es tener presente la premisa según la cual, “Mi libertad termina donde empieza la libertad del otro”. Muchas veces, las personas con TLP, en los momentos en que están en crisis, no siempre por supuesto, ya que cuando se encuentran bien son absolutamente encantadoras, pero cuando están en crisis tienen dificultad para conectar con las necesidades del otro.
En los momentos de crisis están centradas en sí mismas, en su malestar, en su intenso dolor, y el otro es percibido como alguien que debe ofrecer calma, escucha y soporte. Y este es justamente un punto crítico. ¿Por qué? porque puede pasar que el otro esté en condiciones de brindar esa ayuda, soporte y contención, o no.
¿Por qué siempre el otro tiene que estar en condiciones de poder ayudar? A veces, podrá y otras veces no. Hay que entender que no estar en condiciones de ayudar, de escuchar y contener, no quiere decir dejar de amar, quiere decir, “en este momento no te puedo escuchar, porque no tengo ni la fuerza ni la energía suficiente, y aún así te amo”.
Solo si respetas estos momentos, estarás en mejores condiciones de poder ayudar la próxima vez. Solo tú puedes respetar esto que te pasa, a veces, se cae en el error de esperar que sea el otro quien respete estos momentos en los que no se puede más.
Si tú conoces tus limitaciones, sabes hasta donde puedes dar, ayudar, escuchar, apoyar, y cuando esto empieza a ser demasiado, y por consiguiente a afectarte.
En el caso de las personas con TLP es como si en esos momentos en que se sienten mal, se olvidaran que al otro también le pasan cosas, o que a lo mejor en ese momento en que ellos están en crisis el otro, por diferentes motivos, no la está pasando bien, y entonces reclaman atención, apoyo y contención, y si no la reciben se sienten defraudados y hasta abandonados.
El problema no está en el apoyo y la contención que esperan recibir de los demás, sino en la lectura que suelen hacer cuando ese apoyo no llega. Es como si esperaran recibir apoyo y acogimiento cada vez que lo necesitan, independientemente de si el otro está en condiciones o no de dárselo.
Y entonces, si el otro no los apoya en una crisis, la lectura que suelen hacer es, “No se puede contar contigo, eres un egoísta”, “Cuando te necesito no estás, te odio, no te quiero en mi vida”, etc.
En estos momentos la posibilidad de que el otro no ayude porque no puede, o porque está librando sus propias batallas, no es una opción.
¿Qué hacer en estos momentos?
Si eres familiar, es importante recordar que esta es una respuesta posible y esperable. No la tomes como algo personal. Este accionar e interpretación de la situación por parte de la persona con TLP muestra una característica de su personalidad, por la cual el mismo sufre.
Con este accionar no intenta hacerte sufrir, este accionar es consecuencia de su forma de ser.
De una forma de ser que el o ella no han elegido, y que desearía no tener. Sin intentar justificar este comportamiento, por cierto egoísta y cruel, lo que debemos hacer es entenderlo como la manifestación de una personalidad diferente, caracterizada por una intensa inestabilidad emocional, acompañada de conductas impulsivas y un mal manejo de la ira.
La persona con TLP sufre, y sin querer, hace sufrir al otro. Y subrayo el sin querer, porque no hace sufrir intencionalmente al otro. Aunque a veces, así parezca.
Al ver sufrir al otro como consecuencia de su accionar se siente culpable, no merecedor de amor, y espera el abandono de los demás. ¿Terrible verdad?
¿Cómo puedes ayudarte a ti mismo, para ayudar a otro?
Como decíamos anteriormente, para ayudar a otro tienes que empezar por ti. Por lo tanto, es indispensable que aprendas a reconocer hasta donde puedes dar, ayudar, escuchar, sin que esto empiece a dañarte. Tenemos que aprender a ayudar a otros sin descuidarnos a nosotros mismos, de lo contrario, caemos en el desgaste emocional y dejamos de ser buenos cuidadores.
Cuanto más claro tengas para ti en qué momentos, y en qué circunstancias puedes ayudar al otro, con mayor claridad transmitirás este mensaje, y con mayor claridad le llegará al otro. Puede que esto no sea suficiente para que la otra persona lo entienda, tendrás que mantenerte firme si esto es lo que necesitas, con paciencia y con amor, todo se transmite mejor.
Por otro lado, es importante que ante la crisis de la persona con TLP te recuerdes que es consecuencia de su personalidad, que esa es su forma de vincularse con las personas, con el mundo, y con la vida, y que sufre por ello, que es algo que no eligió tener, y que desearía no ser así como es, en los momentos en que está en crisis.
Recuerda, jamás responder a la agresividad que pueda manifestar la persona con TLP. Esto solo avivará una escalada de violencia y reproches, que sembrará resentimiento y agobio en ambas partes.
Tal vez mientras lees esto, piensas, “Claro, no respondo a la agresividad y me trago todo, que buen negocio”. No se trata de aguantar todo. La idea es buscar, inventar, crear, simular, maneras de no reaccionar cuando tienes ganas de hacerlo. Se que es muy difícil. Pero al no reaccionar cuidas tu salud mental y la relación de ambos.
Ante la agresividad de la persona con TLP cualquier alternativa es válida menos la reacción a dicho comportamiento.
Muchas veces funciona poder salirse de la situación, poner distancia, no responder a la lluvia de mensajes, correos, whatsaps o llamadas incesantes. En estos momentos de crisis debes recordarte una y otra vez, que es ahí donde falla el control de los impulsos de la persona con TLP.
Intenta “enfriar” la mente, despejarla de la emoción y hacer caso omiso a la agresividad. Recuerda que detrás de ese comportamiento agresivo hay una persona que sufre, que te ama, y a quien tú, a pesar de sentirte agotado y exhausto muchas veces, también amas.
A veces, siento que no puedo más, pero nunca dejo de amarte.
Hasta el próximo posti y recuerda que para ayudar a otros, tenemos que empezar por nosotros mismos.
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Podcast Psicología Betina Speroni.