Las perdidas más dolorosas nos muestran que el alma existe porque la sentimos llorar
Lo que muere en nosotros cada día, posibilita que amemos la vida.
La propuesta de este posti es pensar sobre cómo las perdidas que vamos atravesando a lo largo de nuestra vida nos moldean, nos ayudan a crecer, nos hacen más fuertes, más sabios, más humanos, más empáticos frente al dolor del otro, y por sobre todas las cosas, nos conectan con la vida.
En este posti te invito a reflexionar sobre la manera en la que afrontamos las perdidas, sean estas físicas y reales como las de un ser amado, o la perdida de un sueño, de una ilusión, de un proyecto, y cómo, en la gran mayoría de los casos, seguimos de pie.
Las perdidas tallan con lágrimas en nuestra alma la memoria de lo perdido, nos dejan cicatrices, algunas más profundas y difíciles de cicatrizar que otras, pero todas nos transforman; y dependerá de nosotros si nos dejamos transformar en alguien más humano, permeable y sensible al dolor ajeno, o en alguien más duro y desapacible.
Todo aquello que tuvo un significado especial para nosotros, nos invita a duelarlo.
Duelamos aquellas personas, lugares, sueños, ilusiones que nos hicieron sentir mejor, que nos ayudaron a encontrarle un sentido a nuestro existir.
Si bien todo el tiempo estamos perdiendo cosas, no todo lo que perdemos era importante para nosotros, y de igual modo, no todo lo que era importante lo era en el mismo grado.
¿Cómo no sentir un desgarro afectivo al perder a un ser amado con quien compartíamos la vida? ¿Cómo no estar tristes al saber que ese sueño que nos desvelaba lo único que puede ser es un sueño? ¿Cómo no extrañar a un hijo cuando crece y deja el hogar de sus padres? ¿Cómo no nos va a doler perder nuestra juventud?
Sí, al morir una persona amada, un proyecto que nos entusiasma, una ilusión que nos desvela, un sueño que nos regala un motivo para salir de la cama, una parte de nosotros muere, y si bien, esta perdida nos introduce en una profunda y honda tristeza, y a veces, en un desgarro emocional, nos conecta con la vida. ¿Qué quiero decir? Así como la vida y la muerte están enlazadas, el dolor es otro inseparable amigo de la vida.
El dolor no es malo, en todo caso es inevitable, pero forma parte indispensable del vivir.
El dolor es sin duda el precio que pagamos por haber amado, por haber soñado, por entregarnos a la vida, por disfrutar de nuestra existencia, por permitirnos ser como somos, aunque a veces, reneguemos de eso también. ¿Cómo no va a merecer la pena arriesgarnos por aquello que hace de nuestra vida un lugar mejor? ¿Cómo no apostar por aquellas personas, sueños, aspiraciones que hacen de nosotros alguien especial?
Hablar de la muerte es hablar de la vida, como aquellos amigos inseparables, la muerte y la vida caminan juntas, se acompañan y nos acompañan. Es imposible pensar a la una sin la otra. Cada una le da existencia a la otra. Sin embargo, nosotros insistimos en separarlas, como si creyéramos que al no hablar de la muerte, la misma podría disolverse como el azúcar en el café. ¿Cómo si fuera posible persuadirla para que se olvide de pasar por nosotros?
“La muerte es una vida vivida. La vida es una muerte que viene” Jorge L. Borges.
Vivamos de tal manera que cuando la muerte venga por nosotros nos encuentre viviendo, y por que no sonriendo. Qué mejor invitación a disfrutar de los placeres de la vida, si sabemos que algún día los vamos a perder.
Ahora, en este momento, donde sea que nos encontremos podemos respirar la vida, llenarnos de la misma, dejar que nos acaricie, que nos transforme, y agradecer lo que estamos atravesando, aunque sea doloroso, aunque no nos guste, aunque no lo hayamos elegido, aunque nos haga mal; o esperar a que todo se acomode para saborear la vida en mejores condiciones.
Si optas por lo segundo, te pregunto, ¿Cuándo se acomoda la vida?¿Cuándo estará tu vida acomodada? ¿Cuándo fue la ultima vez que tu vida estuvo acomodada?¿Cómo te darás cuenta de que tu vida finalmente se ha acomodado? ¿Cómo se acomoda algo cuando esta en movimiento permanente?
“Así como una jornada bien empleada produce un dulce sueño, así una vida bien usada causa una dulce muerte”. Leonardo Da Vinci.
La vida es un continuo suceder de situaciones, un equilibrio que se alcanza y se pierde para establecerse nuevamente, y en medio de ese incesante fluir de acontecimientos nos encontramos nosotros, esperando ingenuamente que el agua del rio deje de correr para por fin hacer aquello que deseamos.
Y así, créeme, se nos puede pasar la vida. ¿Cómo podrías ser lo mas feliz posible frente a la realidad que estas viviendo? Si, frente a la realidad que estas viviendo, no, frente a la que te gustaría estar viviendo.
La muerte hasta ahora no se ha olvidado de nadie, es la ley natural de la vida, y paradójicamente el recordarnos esta ley nos permite vivir mas conscientemente el día a día.
¿Cómo hacer de un día de nuestra vida un día especial si los días fueran inacabables? El saber que nuestros días en algún momento se van a terminar, puede ser una inyección de entusiasmo que nos motive a seguir esforzándonos por todo aquello que es importante para nosotros.
¿Cómo disfrutaríamos del día sin conocer la oscuridad que acompaña a la noche, cómo nos perderíamos en la calidez de un abrazo, si no nos hubieran negado uno?
Lo admitamos o no el tema de la muerte sigue siendo un tema tabú. Un tema que incomoda, que genera angustia, un tema del que se prefiere no hablar, algo que es mejor evitar, no sea cosa que sea algo contagioso, cuidado a ver si por hablar de la muerte se acuerda y pasa por nosotros, como si al hablar del amor este nos enviara a cupido.
La idea no es pensar todo el tiempo que un día nos vamos a morir. En todo caso, solo se trata de saber que la muerte esta ahí, a nuestro lado, fundida con la vida y formando parte inseparable de la misma.
“Lo que pensamos de la muerte sólo tiene importancia por lo que la muerte nos hace pensar de la vida”. Charles de Gaulle
Hasta el próximo posti y recuerda que nuestras perdidas nos mantienen vivos. Hoy no somos el que éramos ayer y está en nosotros ser siempre un poco mejor de lo que éramos.
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