Menopausia. Hablemos de menopausia sin hablar de síntomas
octubre 20, 2020
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Solo abriéndome a lo nuevo me dejo fluir por la corriente inamovible de la vida

¿Cómo me voy abrir a lo nuevo que me regala la menopausia si me bombardean con un listado de síntomas y de cambios físicos y emocionales devastadores?

En este posti te invito a reflexionar acerca de la menopausia, pero aunque sea por una vez sin hacerlo desde los síntomas.

La idea no es negar los mismos. En todo caso, tiene que ver con aprender a pensar la menopausia mas allá de los síntomas, sin olvidar que los mismos no son una condición sine qua non de la misma.

Cualquiera que escriba en el buscador la palabra menopausia se encuentra con una lluvia de síntomas y de cambios corporales capaces de dejar con la moral por el piso hasta la mujer más aguerrida.

¿La menopausia es eso? ¿Es solo eso? ¿Es solo un conjunto de síntomas molestos? ¿Es siempre así y en todos los casos?

La palabra síntoma remite a enfermedad, pero la menopausia es un estado natural en la vida de una mujer. Así como el embarazo no es una enfermedad, ni tampoco lo es el reglar todos los meses, el dejar de hacerlo forma parte de la naturaleza de la mujer. Nada más natural, esperable e inevitable que alcanzar el momento de la menopausia cuando este tenga que venir.

y así como los tiempos de su aparición varían de mujer a mujer, también lo hace la forma en la que la misma se expresa en el organismo y en el pequeño gran universo de cada mujer.

Me gusta pensar el momento en el que se desarrolla la menopausia (en los casos en los que su aparición no es precoz) como una invitación a hacer una pausa en la vorágine del vivir, una especie de desaceleración, para centrarnos en nosotras, en nuestra vida, en las cosas que nos gustan y seguir hacia adelante como lo hemos hecho hasta ahora. Aunque esta vez de una manera mas consciente, fruto de la madurez que nos ha dado los años vividos.

Hablar de menopausia es hablar de una etapa más en la vida de la mujer. Y cada etapa de la vida de una persona es hermosa en sí misma. Ninguna etapa es igual a otra, y cada una nos abre un abanico de posibilidades nuevas y propias de ese momento vital.

Pasar de una etapa a otra implica abrirse a lo venidero, a lo nuevo, y también, por qué no, a lo desconocido. Solo abriéndome a lo nuevo me dejo fluir por la corriente inamovible de la vida, y así puedo acceder a cosas y experiencias nuevas.

De lo contrario, quedamos fijados, estancados, desesperados por seguir habitando un momento vital que ya nos queda pequeño, nos ajusta y nos impide seguir desarrollándonos. Y todo ese tiempo y energía usados en seguir permaneciendo y “siendo” como éramos, dificulta disfrutar las ganancias y la frescura de lo nuevo.

Me gusta pensar la menopausia como un regalo de la vida para ser más conscientes de la impermanencia de todas las cosas, de la brevedad de nuestra existencia, y por lo tanto de la importancia de apreciar las cosas mas simples, como un buen café sin los hijos en casa, cuando los hay, de una sexualidad relajada y libre siendo nosotros mas consciente de lo que nos es placentero y de la importancia de brindarle placer al otro.

“Cuando más tiende una cosa a ser permanente, más tiende a carecer de vida”. Alan Watts.

Cualquier intento por aferrarnos a una etapa de la vida a la que debemos despedir, justamente porque ya la hemos vivido y habitado, nos quita vida, naturalidad, frescura y paradójicamente nos opaca y afea.

¿Quién no ha visto alguna vez un rostro rígido, como embalsamado a fuerza de cirugías, empeñado en seguir como esta, esforzándose y luchando contra el devenir del tiempo? En esa inútil lucha contra el paso del tiempo se pierde una valiosísima energía que se puede usar para vivir y experimentar lo que la vida nos tiene preparados.

Cada fase de nuestro ciclo vital forma parte indisoluble de la naturaleza humana. No podemos detenernos en la niñez, ni en la adolescencia ni en la eterna juventud. Aceptar amorosa e incondicionalmente nuestro momento en el ciclo vital es la expresión de una sana manera de vivir.

Basta de asociar menopausia con síntomas molestos y limitadores. Hay tantas maneras de atravesar esta etapa como mujeres hay.

Basta de asociar  menopausia con el ocaso de la vida. El ocaso llega cuando terminan los sueños.

Basta de asociar menopausia con decrepitud. El paso de los años se deja ver en la piel, lo cual es inevitable, pero al mismo tiempo nos brinda plenitud, serenidad, nos ayuda a poner el foco en lo realmente importante, y a guardar en el baúl del trastero todo aquello que es irrelevante y que nos resta en lugar de sumar.

Basta de insistir en vernos como si tuviéramos diez años menos, solo conseguiremos lucir como la momia de Tutankamón.

Así como dejamos que el sol entre por nuestra ventana, facilitemos la entrada de lo que indefectiblemente tiene que entrar en nuestra vida.

Qué mejor que darle una calurosa bienvenida a la menopausia, cuando esta tenga que llegar.

Qué mejor que abrirle la puerta, en vez de oponerle resistencia, y embriagarnos con los sabios consejos que seguro tiene para darnos.

Qué mejor que dejarnos vestir por la misma. Recuerda lo bien que nos vemos cuando lo que vestimos nos sienta bien.

Hasta el próximo posti y recuerda que solo abriéndonos a lo nuevo podemos fluir por la incesante corriente de la vida.

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