¿Qué sentido tiene todo? Cuando no se encuentra un “para qué” la vida se hace pesada
Cuando la falta de sentido se apropia de nosotros nos quedamos a oscuras frente a frente con nuestra existencia.
En este posti te invito a reflexionar sobre la falta de sentido, o la dificultad en encontrarle un “para qué” a lo que estamos viviendo.
No hay un único sentido, claro, ni hay sentidos mejores que otros, ni tu me puedes prestar tu sentido a mi, ni yo a ti el mío. El sentido no se hereda, no se pide prestado, no se compra en ningún sitio, puede cambiar como la felicidad. Es decir lo que en un momento da sentido a mi vida, puede que en otro momento no se lo de.
Por lo tanto, sabemos que el sentido muta, se transforma, y que así como no podemos precisar un lugar, o un momento en el que lo adquirimos, su falta torna nuestra existencia en desolación y desazón.
“La tragedia del hombre moderno no es que sabe cada vez menos sobre el sentido de su propia vida, sino que se preocupa cada vez menos por ello”. Václav Havel (1936-2011).
¿Y si no lo podemos “adquirir” en ningún lugar cómo llegamos a el? Desde que nacemos y a medida que vamos configurando nuestro mundo este se va tiñendo de sentido.
Desde muy pequeños empezamos a tejer como en un telar a través de nuestra familia, relaciones, juegos, actividades, experiencias, elecciones, amistades, estudios, aquello que es importante para nosotros, y así poquito a poquito se va gestando el sentido que envuelve nuestro mundo.
Hay quienes encuentran en la música, en la poesía, en el arte el “para qué” de sus vidas. Otros quizás lo encuentren en su familia y en sus afectos. No faltan quienes parecen encontrarlo en su profesión o trabajo al que dedican su vida. El mundo que cada uno se construye está dotado de un sentido único y personal.
Sin darnos cuenta a lo largo de nuestra vida vamos haciendo como un bosquejo de aquello que nos atrae y de lo que no. Y es así como nos empezamos a interesar y a acercar a determinas personas, cosas, lecturas, estudios, trabajos, lugares, por eso el sentido es tan personal, porque esta entretejido a la historia de vida de cada uno.
“El hombre se autorrealiza en la misma medida en que se compromete al cumplimiento del sentido de su vida”. Víctor Frankl.
Es imposible reflexionar acerca del sentido o la falta del mismo de alguien sin repasar mínimamente su biografía. El sentido que le doy a mi vida y a mi propia historia están interrelacionados. No los puedo separar. No puedo comprender uno sin el otro.
Nuestro mundo, el mundo de cada uno de nosotros tiene el sentido que le demos. No importa cual sea este sentido, mientras te permita habitar tu existencia a gusto, seguir tus objetivos, pisar hacia adelante, en otras palabras, encontrarte mas o menos dichoso con tu vida, esta bien.
Las cosas empiezan a complicarse cuando ese sentido se difumina, cuando parece jugar a las escondidas y no sabemos dónde está, dónde se fue, dónde podemos hallarlo.
Alguien atravesado por la falta de sentido no tiene ganas de nada, siente que la energía lo ha abandonado, no encuentra un “para qué” y entonces la vida se siente como una carga.
¿Quién no ha luchado por no “caerse” alguna vez?
Me gusta pensar la falta de sentido como una especie de pasillo estrecho y oscuro que no conduce a ninguna parte, que ahoga y en el cual se hace muy difícil vislumbrar una salida.
Falta de sentido y angustia son primos hermanos. Cada uno de nosotros calma la angustia como puede.
Que sea difícil vislumbrar la salida no quiere decir que no haya salida. ¿Cómo salir de esa desolada oscuridad que acompaña a la falta de sentido? ¿Cómo darle un sentido a nuestra existencia? ¿Siempre y en todos los casos será posible?
Tal vez, nos ayude a desenredarnos el pensar el significado que le damos a lo que estamos viviendo. La interpretación que hagamos de lo que hemos vivido, como de lo que estamos viviendo, influirá directamente en como nos sentimos, y nos comportaremos acorde a dicha emoción.
Si en vez de preguntarnos por qué me pasa esto, por qué me estoy sintiendo así, por que no tengo ganas de nada, por qué nada parece darle sentido a mi vida, empezamos a preguntarnos para qué me esta pasando esto, para qué me puede servir esto que estoy viviendo, para qué servirá o para qué puede servirme el atravesar esta situación, quizás empiecen a asomar nuevas alternativas de pensamiento que hasta el momento no podíamos ver.
Estas nuevas formas de pensar lo que estamos viviendo, nos van a ayudar a abrir puertas, a pensar otros caminos, a cuestionar la falta de salida a lo que nos pasa, o a dejar de creer en una única salida como alternativa válida.
Un error en el que solemos caer y nos impide encontrar la salida, es creer que hay una única manera de salir, lo cual equivale a pensar que o salimos por donde yo creo que se sale o me quedo aquí para siempre. Esta rigidez no permite inventar nuevas puertas.
Es como si alguien dijera, “Hasta que no tenga pareja no me voy a sentir bien”, “Cuando haga nuevos amigos mi vida cambiara”, “Con un nuevo trabajo todo se solucionara”. ¿Será así? ¿Hasta qué punto decidimos el orden en el que vamos viviendo las distintas experiencias?
Tal vez, para “encontrar” una pareja primero tenga que encontrarme a mí misma/o. En tal caso, la salida no es la pareja si no revisar la relación que tengo conmigo misma/o.
Alguna vez me crucé con una viñeta que me parece maravillosa, en la cual alguien dice que no le encuentra sentido a nada y su amigo le responde, ¿Vivir te parece poco?.
Cada persona o cosa que tocamos, que olemos, que sentimos, que escuchamos, que nos produce una sensación, puede recibir un significado. Empecemos a pensar en los significados que le damos a las experiencias que vivimos.
El regalo de levantarnos cada mañana y tener una nueva oportunidad puede significar un mundo o puede no significar nada. Depende del significado que cada uno le dé.
Hasta el próximo posti y recuerda que como dice Viktor Frankl, “Lo que importa no es el sentido de la vida en términos generales, sino el significado concreto de la vida de cada individuo en un momento dado”.
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