Vivir con TLP. Cuando la noria no se detiene
agosto 13, 2020
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Tanto la persona afectada como el grupo familiar sufren

Por mucho que lo intentemos es imposible imaginarnos cómo se vive la vida desde una montaña rusa de emociones las 24 horas de cada día.

Solo aquellas personas con diagnóstico de Trastorno Límite de la Personalidad TLP tienen la respuesta. En este posti te invito a reflexionar sobre un tema especialmente complejo, sensible y difícil como lo es el vivir cuando se tiene TLP, y como esta “personalidad” o esta “forma de ser” afecta indefectiblemente la vida de quienes conviven o se relacionan con los mismos.

La idea de este posti no es describir el Trastorno Límite de la Personalidad TLP. En internet hay información valiosa sobre el tema, la idea es reflexionar sobre las emociones y las dificultades interpersonales que rodean tanto a las personas con este diagnóstico como a los familiares, amigos, compañeros de trabajo, o cualquier persona que tenga contacto directo con alguien con TLP.

La visión del TLP según la persona afectada es muy distinta a la de su familia. ¿Qué quiero decir? Es común escuchar a personas con TLP decir que se sienten solas en su dolor, incomprendidas, a veces “abandonadas”, rodeadas de personas egoístas, sienten que sus necesidades de cuidado y amor no son satisfechas, o por lo menos en la medida en la que ellas lo necesitan.

Por otro lado,  es común escuchar a sus familiares decir que ya no saben como ayudar, que toda ayuda parece poca o insuficiente, manifiestan sentirse confundidos sin saber como acompañar a su ser querido afectado de TLP, suelen expresar cansancio y agotamiento por la situación familiar vivida.

Ambos viven esta realidad desde lugares muy diferentes. Muy diferentes en cuanto a la visión que cada uno de ellos tiene y a como los afecta. Sin embargo, hay un común denominador. Y este es el sufrimiento de ambos. Tanto la familia como la persona afectada sufren. No estoy diciendo que el sufrimiento de ambos sea el mismo. Pensar en términos de quien sufre más o menos no lleva a ningún lado.

Todos sufren, y cada uno lo hará desde su biografía, personalidad, recursos personales, mecanismos de defensa, etc.

Hay poca información sobre cómo  vive la familia toda esta situación tan compleja. Sobre las emociones que acompañan al grupo familiar, y esto es fundamental abordarlo si queremos contar con su apoyo.

Por lo general se pone el acento en lo que le pasa a la persona con TLP y a la manera en que la familia puede ayudarla o no. ¿Cómo contar con el apoyo de la familia si no sabemos cómo se siente, qué le pasa, cómo ha ayudado hasta ahora, qué sentimientos alberga?

La idea no es estar de un lado o del otro. Las partes involucradas ya se sienten lo suficientemente enfrentadas y aturdidas, para que quienes tengan la intención de ayudar tomen partido por una u otra parte.

La persona con TLP siente que su entorno es de poca o nula ayuda, y no cubre sus necesidades, y las personas cercanas se sienten exhaustas ante tanta demanda. ¿Cómo ayudarlos si no entendemos qué les está pasando a cada uno de los implicados?

Muchas veces el diagnóstico de Trastorno Límite de la Personalidad TLP llega tras años de confusión, de caos, de crisis, de internaciones, de diagnósticos errados, con todo lo que esto acarrea tanto para la persona afectada que no sabe qué  le pasa y qué la lleva a sentirse, y a comportarse como lo hace y a la incomprensión de la familia, que después de haber agotado prácticamente todos los recursos se encuentra cansada, exhausta y sin saber como ayudar y acercarse a su ser querido.

El panorama es desolador y sumamente difícil para todos los implicados en la situación. El diagnóstico viene a ponerle un nombre a lo que acontece. Y si bien esto trae algo de alivio, y parece en un primer momento poner un poco de luz frente a tanta oscuridad, es solo el comienzo de un largo camino.

Con la diferencia que ahora el camino se ve más prometedor, en comparación a los anteriores que desembocaban en callejones sin salida.

Es importante tener presente que tanto en el caso del TLP como en cualquier otra afección física o emocional hay tantas formas de vivirla como personas afectadas hay. Un resfrío, una gripe, una diabetes no se manifiesta, no evoluciona, no transcurre igual en una persona o en otra.

En estas líneas hago un intento por acercarme a esta temática desde la generalidad de la problemática. Por consiguiente, si tú me estás leyendo puede pasar que te identifiques con algunas cosas sobre las que reflexionamos, y con otras no.

En la mayoría de los casos para el momento en que aparece el diagnóstico, si es que aparece alguna vez, tanto la persona diagnosticada como los familiares se encuentran devastados física y emocionalmente. Después de años de intentar infructuosamente ayudarse unos a otros.

Estos intentos fallidos de acercamiento y de ayuda, provocan muchas veces, la ruptura de las relaciones, y como consecuencia la persona con TLP la mayoría de las veces siente que la han dejado sola, que no la comprenden, se siente a merced de sus emociones, esto la lleva a demandar el cuidado y la atención de sus seres queridos que siente que ya no tiene, o que nunca tuvo, o que han dejado de brindarle.

El miedo al abandono la aterra, la duda de si podrá hacerse cargo de su propia vida se asoma, y entra en una crisis vital intensa, que según las circunstancias personales puede terminar con intentos de suicidio, ingresos hospitalarios, etc.

La red social, es decir los puntos de apoyo con los que cuenta la persona en estos momentos de crisis es crucial para su recuperación. Por lo tanto, el papel que desempeña la familia es crucial. Y justamente porque el papel del grupo familiar es crucial, es importantísimo legitimar sus emociones.

Los familiares también necesitan sentirse respetados en lo que sienten. Necesitan llorar, desahogarse, expresar su cansancio, su angustia, su impotencia, sin que nadie los juzgue por sentir lo que sienten.

Indagar sobre como se siente cada integrante de la familia, evaluar el modo en que han intentado hasta el momento acompañar a la persona con TLP, qué ha funcionado y qué no. ¿Qué cosas no han intentado? Y especialmente orientarlos acerca de la importancia de no tomar de forma personal las reacciones y comportamientos de la persona con TLP.

Si bien esto parece una obviedad, en la practica de cada día no lo es. ¿Por qué? porque los problemas emocionales no se ven. Si nos esguinzamos un tobillo o nos fracturamos un brazo, los demás pueden ver ya sea la hinchazón o la escayola, pero cuando el problema pasa por lo emocional, mental, psíquico, las cosas son diferentes.

Las personas con TLP cuando están bien son de lo mas encantadoras, inteligentes, sensibles, con un lado humano muy desarrollado, y esto confunde al resto de la gente. Porque al mostrarse por momentos encantadoras y en otro momento díscolas, la gente tiende a pensar que algo de la falta de voluntad y de la autodeterminación está en juego.

A modo de resumen, es fundamental legitimar cada una de las emociones que acompañan a la familia, favorecer un espacio para que puedan verbalizarlas sin juzgarlas es fundamental. Del mismo modo, recordar una y otra vez que estamos frente a una “forma de ser” que ocasiona un profundo y muy hondo sufrimiento en quien la padece, y como consecuencia en su entorno.

Evitar interpretar los comportamientos como personales ayudara a las personas cercanas a no caer en interpretaciones erróneas. Sé, que a veces, se hace muy difícil. Pero recordar una y otra vez y tantas como sean necesarias que es “una forma de ser” y de vincularse con los demás, y que no hay nada de intencionalidad ni de querer dañar al otro, es de vital importancia para preservar o mejorar la relación.

Hasta el próximo posti y recuerda que nada de lo que sucede es culpa de nadie.

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