Nuestra relación no está funcionando. ¿Deberíamos cortar?
agosto 2, 2020
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Juntos no estamos bien. ¿Y si sola estoy peor?

¿Deberíamos seguir? ¿Deberíamos intentarlo? ¿Deberíamos aceptar que no somos compatibles? ¿Deberíamos pedir ayuda? ¿Deberíamos aprender a acercarnos de una manera diferente? ¿Deberíamos asumir que la relación en vez de sumar nos resta? Y así podríamos seguir formulando y formulando preguntas.

Preguntas que más allá de las respuestas que cada uno pueda encontrar, ya nos están diciendo algo. ¿Qué quiero decir? Y esto es algo que marco mucho en la consulta. Que el solo hecho de plantearme si debería seguir o no en la relación, ya me está diciendo que hay algo en la misma, que por lo menos para mí no está funcionando. Ya que de no ser así, esta pregunta no tendría lugar.

En este posti te invito a reflexionar sobre aquellas relaciones amorosas que si fueran una película, clasificarían más para el género de suspenso que para la comedia romántica.

Y digo suspenso por el clima de tensión que muchas veces reina en estos vínculos.

Te invito a pensar sobre la idea que tú tienes acerca de lo que es estar en pareja. ¿Cuál es tu concepto de “pareja”? ¿Qué cosas estas dispuesta/o a aceptar en tu relación sentimental o no?¿Qué características de tu pareja te atrajeron y te siguen atrayendo que hacen que lo/a sigas eligiendo?¿Qué cosas disfrutan haciendo juntos?¿Cuán importante es para cada uno mantener el propio espacio personal? ¿Qué lugar conserva cada uno para los amigos y la familia?

Entre tantas preguntas la que nos va a servir como parámetro para evaluar si nuestra relación está funcionando o no es determinar si el porcentaje de momentos de bienestar supera al de momentos grises y tormentosos.

Un porcentaje mayor de momentos oscuros, de discusión y discrepancias, podría ser un indicador de que la salud de nuestra relación está muy delicada. LLegados a este punto tenemos dos opciones, hacernos los distraídos y seguir “como si nada” pese a todas las señales que nos indican que algo no está bien, o tomar cartas en el asunto.

Es decir, tener el coraje de mirarnos a nosotros mismos de frente y sincerarnos con lo que nos está pasando. Nada fácil, claro. Pero sin duda, la mejor manera de empezar a definir una situación, que de lo contrario, puede seguir deteriorándose y deteriorando nuestra calidad de vida física y emocional.

Cuando una relación de pareja es funcional, el  vínculo es armónico, nos genera bienestar, nos hace bien, nos potencia, nos estimula a seguir creciendo y nos ayuda a sacar lo mejor de nosotros mismos. En este marco no faltarán los desencuentros, las desavenencias, las diferencias, las discusiones, pero estas discrepancias no serán lo suficientemente intensas como para plantearnos si seguir o no con la relación.

Posiblemente lo que voy a decir suene un tanto radical, pero nadie que forme parte de una relación sana y adaptativa se va a cuestionar si seguir o no en la misma.

Por consiguiente, es una buena idea darle siempre la bienvenida a las preguntas, porque es a partir de las mismas que podemos aprender más de nosotros mismos, de nuestros vínculos, de lo que nos está pasando, de lo que necesitamos cambiar, o dejar de lado, o empezar a construir para sentirnos mejor.

Y el peor enemigo para sentirnos mejor es justificar lo injustificable. Porque la mayoría de las veces, esto de justificar lo injustificable, se asocia a la naturalización del malestar, y entonces es como si lleváramos puestos unos zapatos dos tallas menos que la nuestra, e intentáramos hacer como que no pasa nada. Vaya incomodidad.

Y si unos zapatos dos tallas menos pueden ser incomodísimos, no quieras imaginarte lo incómodo que es sostener un vínculo agónico y disfuncional. Después de todo, al llegar a tu casa puedes quitarte los zapatos y dejar que tus pies descansen, en el caso de una pareja que nos incomoda las cosas son diferentes.

Sostener una relación que no nos lleva a ninguna parte más que al sufrimiento, nunca es gratuito. El precio, muchas veces es demasiado alto.

“O tratas con la realidad o la realidad se asegurara de tratar contigo”. Alex Haley

La mayoría de las veces, la emoción que se esconde y que impide la salida de estas relaciones es el miedo. ¿Y si me quedo sola/o? ¿Cómo será de “peor” mi vida si salgo de esta relación? ¿Y si me quedo sin el pan y sin la torta? ¿Y si no consigo estar con nadie mas? ¿Y si nadie me quiere?

“El miedo es un sufrimiento que produce la espera de un mal”. Sigmund Freud.

Por muy absurdo que parezca la manera en la que muchas personas afrontan este miedo, es aferrándose a estos vínculos generadores de sufrimiento. Como si estuvieran eligiendo entre dos sufrimientos y se quedaran con el conocido. Como si se dijeran, “Y bueno ante la posibilidad de seguir sufriendo mejor sigo así”.

Como si una especie de fuerza interior les impidiera imaginarse o desear acercarse a una vida con menos sufrimiento. Recuerda que si bien el dolor es inherente a la vida, el sufrimiento es evitable.

“La vida no es lo que se supone que debe ser. Es lo que es. La forma de lidiar con esto es lo que hace la diferencia”. Virginia Satir

El primer paso para salir de una relación en la que no nos estamos sintiendo bien, es darnos cuenta que estamos posicionados en un lugar de sufrimiento, y que este lugar no es gratuito.

Tú decides si pagar el precio por seguir en el lugar en el que estás, o si consideras que es demasiado alto.

Hasta el próximo posti y recuerda que aunque no sea fácil, siempre es posible salirnos de donde estamos.

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