¿Cómo dejar de sentirnos un actor de reparto en el guion de nuestra propia vida?
Todos conocemos a alguien, nosotros no por supuesto, que se queja todo el tiempo del trabajo, de la familia, del clima, del ex, de la mala suerte que tiene, y se pregunta cómo puede ser que le pase lo que le pasa siendo una persona tan buena.
Evidentemente alguien así no se está pudiendo dar cuenta de su intervención en estas situaciones de las que se queja.
“Es sumamente raro que los hombres cuenten una cosa simplemente como ha sucedido, sin mezclar al relato nada de su propio juicio”. Baruch Spinoza.
Porque si bien es cierto que un porcentaje de lo que nos sucede está mas allá de nuestro control, y por ende, no depende de nuestra autodeterminación y buena voluntad, otro porcentaje de cosas que nos suceden tienen que ver con las decisiones que tomamos.
En este posti te invito a reflexionar sobre este sentimiento limitante de ser actores de reparto de nuestra vida, ya que sentirnos así no es gratuito. Este sentimiento se traduce en falta de seguridad en nosotros mismos, nos quita confianza en nuestros propios recursos, hace que nos sintamos desvalidos y a merced de la buena o la mala suerte.
“No existe nada de cuya naturaleza no siga algún efecto”. Baruch Spinoza.
Sentir que los planetas están complotados en contra de nosotros, es casi como creer que no podemos ser felices porque no nos dejan. Equivale a sentirnos a merced del destino, y de los otros, esto nos lleva a pensarnos como a espectadores de nuestra existencia.
¿Absurdo verdad?
Por definición somos los únicos protagonistas de nuestra propia vida. Sin embargo, esto no impide que a veces, nos sintamos como meros espectadores de la misma. Como si los sucesos de nuestra existencia se sucedieran uno tras otro sin nuestra intervención.
Como si desde un escaparate pudiéramos ver lo que nos sucede, o no nos sucede por obra y gracia del universo.
Por un lado, sabemos del lado incierto de la vida, de como la misma nos sorprende para bien o para mal, y de la imposibilidad de garantizar que suceda lo que nosotros deseamos Pero como decíamos, este es solo un lado de la vida, no es toda la vida. Es decir, así como muchas veces la vida decide por nosotros, en otras muchas ocasiones con nuestro accionar determinamos el curso de nuestra vida.
Desde que nos levantamos estamos decidiendo, qué vamos a desayunar, qué nos vamos a poner, con quién vamos a quedar, a quién vamos a llamar, y la lista es extensísima.
Y con cada una de estas decisiones vamos fraguando nuestra día, y ¿acaso nuestra vida no es otra cosa que una continua sucesión de días? Como podemos ver nuestro rol a la hora de moldear nuestra vida es importantísimo. Como mencionábamos, si bien no todo depende de nosotros no somos ajenos a como nos encontramos y a como esta nuestra vida.
¿Cómo sentirnos protagonistas de nuestra propia vida?
En primer lugar, dándonos cuenta de la enorme cantidad de pequeñas, y no por eso insignificantes, decisiones que tomamos día a día. En la medida en que nos entrenemos en observar nuestras decisiones, mayor consciencia tendremos sobre las mismas. ¿Para qué es importante este trabajo? Porque detrás de cada elección hay consecuencias.
No es lo mismo ir a tomar un café con alguien con quien compartimos un grato momento, conversamos y nos acompañamos, que ir a tomar algo con alguien que no deja de quejarse todo el tiempo. Tenemos que tener presente que detrás de cada decisión que tomamos viene aparejada una consecuencia.
Indudablemente hay decisiones mucho más trascendentes que decidir si ir a tomar un café con alguien. Decisiones que nos comprometen más personalmente, y por consiguiente son más incómodas, más difíciles y nos invitan a mirarnos de frente, como por ejemplo, decidir si seguir con nuestra pareja o no, si buscar un nuevo trabajo, si emprender tal negocio o no, si seguir fumando, etc.
Hacerse el distraído y echarle la culpa de nuestros pesares al universo y a los demás, es una opción. Tantas veces vista en la clínica. “Estoy así por culpa de él o de ella”, “Si no fuera por lo que me hizo fulanito yo no estaría como estoy”, “Mi ex me arruinó la vida”, “Mis padres no me querían”.
Nosotros y solamente nosotros tenemos la enorme responsabilidad y libertad de decidir qué hacer con esto que nos pasa, con lo que los otros nos hicieron, con como nos sentimos. Nadie tiene el poder de “arruinar” la vida de nadie, a menos que nosotros se lo demos.
Nosotros no solo somos los únicos responsables de las decisiones que tomamos, sino de la manera en que respondemos a las consecuencias de las mismas.
Hacernos conscientes de nuestras elecciones, nos ayuda a que las mismas no se hagan de forma automática. Decidir de manera automática es como vivir en punto muerto, con la sensación de ser espectadores pasivos de la misma.
Cuanto más conscientes seamos de la importancia que hasta las más pequeñas elecciones y decisiones tienen sobre nosotros, sobre nuestras emociones, sobre nuestras relaciones, sobre lo que vamos construyendo día a día, mayor será la sensación de sentirnos actores protagónicos del guion de nuestra vida.
Y para esto es necesario tener el valor de mirarnos a nosotros mismos, y de conectar con nuestras necesidades y emociones.
Hasta el próximo posti y recuerda que sentirte el actor principal en el guion de tu vida, es una decisión.
“Cada uno alcanza la verdad que es capaz de soportar”. Jacques Lacan.
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