Cuando postergamos el vivir para después de tal o cual cosa
Esto de vivir el “aquí y ahora” y disfrutar el momento presente es una tendencia muy de moda en estos días. Y a muchos les viene como anillo al dedo para justificar el hecho de hacer mil cosas a la vez, llenarse de planes sin ni siquiera preguntarse si les apetece realizarlos o no, con el único fin de estar ocupados, y paradójicamente enajenados del presente.
En este posti te invito a reflexionar sobre el significado que para la psicología como para la filosofía sapiencial, por ejemplo, tiene este tan de moda enunciado de que hay que disfrutar el momento presente.
Cuando en psicología hablamos de vivir el momento presente, no nos referimos a la instantaneidad, a lo fugaz, a lo rápido, a lo inmediato de cada momento, si no al hecho de dejar que lo que suceda habite en mi, sin oponer resistencia. Es decir, vivir este momento como se presenta, como lo que es, aunque a no mí me guste, no me convenga o me produzca dolor.
Abrazar incondicionalmente lo que sucede en cada momento sin resistirnos. Dejarnos atravesar por lo que sucede, entendiendo que hay cosas sobre las cuales no tenemos ningún control. La muerte, la enfermedad, el paso inexorable del tiempo son claros ejemplos de cosas sobre las que no podemos intervenir para evitar que sucedan.
Sí, podemos trabajar sobre la manera en la que las mismas nos pueden afectar, y sobre las diversas formas de responder a estos hechos.
Como siempre decimos la vida es un devenir constante. Así como corre el agua de un río, los momentos, la vida se suceden inexorablemente y mas allá de nuestra voluntad. Cada momento es en sí mismo todo lo que puede ser.
Para vivir en el presente tengo que rendirme a la realidad, sin intentar cambiarla. Solo así dejo que sea y que suceda lo que tiene que suceder. Esto no tiene que ver con adoptar un rol cien por ciento pasivo ante la realidad, si no con el hecho de aceptar sin condiciones lo que cada momento tiene para darnos, sabiendo que nuestra intervención es siempre parcial.
Aceptar la realidad no significa dejar de intentar alcanzar mis sueños. En todo caso tiene que ver con seguir mis sueños sin esperar a que mi realidad sea otra. En otras palabras, si deseo conocer a alguien, o terminar la carrera, o cambiar de trabajo, o mudarme, o empezar a cuidar mi alimentación, saber que el mejor momento para hacerlo es este.
Sí, éste. Aunque alguien a quien amo se encuentre enfermo, o haya perdido a un ser querido, o mis condiciones económicas no sean las mejores, o tenga que resolver algunas relaciones familiares, el momento presente siempre es adecuado para emprender aquello que deseo. ¿Por qué? Porque la vida transcurre en este momento, y porque siempre tendremos algo que resolver.
La vida, una vez más, es un devenir constante de sucesos, es cambio permanente, por consiguiente, ¿Cuándo voy a tener todo resuelto?, ¿Qué es tener todo resuelto?, ¿Es posible tener todo resuelto?, ¿Cuándo van a estar las condiciones dadas para que finalmente podamos hacer tal o cual cosa?
Sin darnos cuenta, nos escondemos en las excusas, y nos auto engañamos creyendo que cuando se solucione o termine esta situación que estoy viviendo, sonarán las campanas y será el momento de ir tras eso que deseamos. Error garrafal.
Pensar así es como querer acariciar un espejismo. Es postergar el vivir con los cinco sentidos para más adelante. Es vivir como si no nos fuéramos a morir nunca.
“Si nuestro presente es pobre, mezquino o vacío, si nuestra experiencia es de aburrimiento, sufrimiento o conflicto, ¿dónde queda la esperanza de que nuestra situación sea diferente en el futuro?. Ahora bien, en ningún caso estamos invitando a resignarnos a la insatisfacción que quizá experimentamos actualmente, ni a dejar de avanzar en dirección a nuestros objetivos, sino a entender que nuestra plenitud solo se libera a través del abrazo sin condiciones a la experiencia presente”. Mónica Cavalle. El arte de ser.
Disfrutar el momento es situarnos en nuestra Presencia. ¿Y cómo vamos a habitar nuestro momento presente cuando deseamos que sea otro? Cuando me peleo con la realidad me ausento de la misma, y me voy hacia aquella otra que deseo habitar. Como un saltamontes nos podemos pasar la vida saltando del momento presente a otro, al tiempo que nos decimos que hay que vivir el momento. ¿Cómo vamos a vivir el momento si nos escapamos del mismo?
“Siempre estamos presentes físicamente hablando, el problema radica en que olvidamos la Presencia que somos, en que no prestamos atención a la atención, en que nos identificamos totalmente con los objetos y nos olvidamos como sujetos”. Cavallé, Mónica. El arte de ser.
Hay un aforismo de Joel Osteen, “Puedes ser feliz allí donde estés” que de alguna manera refleja lo que intento decir, siempre y cuando no pensemos el “puedes” desde el positivismo ingenuo y el pensamiento mágico, si no como el hecho de que independientemente de cuales sean tus circunstancias actuales, siempre es posible ser feliz.
Justamente porque la felicidad tiene que ver con ese camino hacia nuestro interior. Con la serenidad y la calma de saber que estamos en el camino correcto. En el camino que nos va a acercar hacia aquello que deseamos. Como podemos apreciar, la felicidad nada tiene que ver con hacer mil cosas a la vez, ni hacer planes a diestra y siniestra.
En todo caso, esto nos puede dar un poco de alegría y de energía. Esa alegría efímera que dura lo que duran estas actividades.
La vida es eso que nos sucede en este preciso instante. Abrazar y habitar sin condiciones este instante dejando que sea lo que es. Eso es vivir.
Hasta el próximo posti y recuerda que hacer las paces con la realidad nos ayuda a poder abrazarla y por ende a saborear la vida.
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