Dejarse tocar por el incesante paso de los años, sin oponer resistencia. Eso es vivir
La vida es un continuo devenir. De acuerdo a determinadas doctrinas o escuelas de filosofía la imparmanencia es una ley general que afecta a todas las cosas. La juventud y la belleza no están exentas a lo impermanente.
No podemos vivir el atardecer de la vida con el mismo programa de la mañana. C. Jung
El transcurrir de la vida transforma nuestra manera de apreciar las experiencias y deja huellas de su paso en nuestro cuerpo, en nuestra piel.
En este posti te invito a reflexionar sobre el paso de los años, los cambios de década y cómo a veces algo tan natural como el hecho de cumplir años, puede vivirse con contrariedad y preocupación.
De no ser así, cómo explicamos la existencia de la cada vez mas creciente industria de la estética, destinada a través de sus técnicas, a veces bastante invasivas, a revertir el paso del tiempo, en un intento de mitigar las marcas que el mismo dibuja sobre la piel. ¿Cuánta energía al servicio de una batalla perdida, verdad?
Si verse siempre joven o más joven no fuera un ideal a seguir por nuestra cultura occidental, cómo se entiende que comentarios como, “Para ti no pasan los años”, “Estás siempre igual”, “Ustedes sí, duermen en formol!, tengan una connotación positiva.
Quien recibe estos cometarios debe sentirse halagado por no aparentar los años cumplidos.
“Jamás un hombre es demasiado viejo para recomenzar su vida y no hemos de buscar que lo que fue le impida ser lo que es o lo que será”. Miguel de Unamuno
Siguiendo esta misma línea, cuando nos referimos a alguien en términos de, “Está muy avejentado”, “Parece mayor de lo que es”, “Le cayeron los años encima”, estamos en el orden de un insulto.
A nadie se le ocurriría, nunca falta una excepción, saludar a alguien diciéndole , “Estás muy avejentado”.
Similar propósito parecen compartir enunciados como, “Me siento igual que cuando tenia veinte”, “Estoy mejor que cuando tenia treinta”, “Cada día me siento y me veo mejor”.
Aquí nos encontramos frente a la delgada línea entre el conservar las ganas y un espíritu activo a medida que pasan los años, y la negación del mismo. ¿Qué intento decir?
¿Si es posible sentirse con ganas, activo, feliz y contento a los cuarenta y a los ochenta años, para qué hacer mención a una anterior etapa de la vida? Con decir que en este momento nos sentimos vitales y a gusto con nosotros mismos alcanza. Quien dice, “Me siento como a los veinte”, está diciendo que no se siente con la edad que tiene, si no con otra que ya tuvo.
Asumimos que en estos comentarios se está haciendo referencia a las ganas y al entusiasmo que reinaban en ese otro momento de la vida, de todos modos, si las ganas me acompañan en este momento de la vida, no debería hacer falta la referencia a ningún otro momento que no sea este que estoy viviendo, a menos que algo de este actual momento me incomode, o deseara que fuera distinto, o eche de menos alguna otra cosa. ¿Qué podría echar de menos alguien que haya dejado atrás los veinte hace rato y siga conservando las ganas y la alegría de vivir?
A medida que pasan los años y si trabajamos para ello, claro, ganamos experiencia de vida, sabiduría, serenidad, una manera más adulta y menos arrebatada de ver el mundo y apreciar la vida, y al mismo tiempo perdemos juventud, nos queda menos tiempo para realizar nuestros proyectos. Tenemos más tiempo vivido y menos por vivir.
“El envejecimiento no es “la juventud perdida “, sino una nueva etapa de oportunidad y fuerza.” Betty Friedan
La conciencia del irrefutable paso del tiempo, con las perdidas que el mismo acarrea, nos puede ayudar a vivir con mayor atención, o por el contrario, nos puede embarcar en una batalla perdida contra el paso inexorable delos años. Tú decides.
Tener conciencia de nuestra propia finitud, de nuestra mortalidad, nos invita a presenciar con atención plena cada instante de nuestra vida. Contemplando la grandeza de las pequeñas cosas que nos suceden a diario, honramos la vida. ¿Qué puede ser mas valioso que despertar cada día? Cada día que vivimos deja algo en nosotros.
Abrirse a lo nuevo, a lo venidero. Dejarse tocar por el continuo transcurrir de la vida sin oponer resistencia. Eso es vivir.
Es curioso, pero decirle a alguien que parece dormir en formol, es como preguntarle si duerme en el congelador, le estamos diciendo que “esta igual” como si la vida para esa persona no pasara, no transcurriera, no dejara huellas de su paso.
¿Qué curioso que sean justamente estas huellas, las que fielmente dan cuenta de la experiencia de vida, y de los años transitados, las que deseamos borrar?
“Cuanto más tiempo vivo, más hermosa se vuelve la vida.” Frank Lloyd Wright
A nadie se le ocurriría quitarse recuerdos, aun los mas dolorosos forman parte de nuestra biografía y han ayudado a moldear la persona que somos hoy en día. Sin esas experiencias vividas hoy no seriamos quienes somos. No veríamos el mundo de la manera en que lo vemos.
¿Acaso los surcos y las arrugas que los años dibujan en un cuerpo no reflejan el tiempo vivido? ¿Por que avergonzarnos de haber vivido los años que vivimos?
¿Para qué invertir energía en una batalla perdida? Solo amigándonos con el tiempo y disfrutando de su compañía, es posible vivir con mayor conciencia y atención plena. La lucha, perdida por cierto, contra el devenir continuo de la vida nos roba la libertad de saborear el momento presente.
Hasta el próximo posti y recuerda que oponerle resistencia a la fuerza de la naturaleza nos roba vida.
“La muerte es más universal que la vida, todos morimos, pero no todos vivimos”. Andrew Sachs
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