Si te sabes valioso todo lo que salga de ti también lo será
El ir de tiendas con la intención de comprar algo ya sea porque lo necesites o para darte un gusto, no siempre es algo disfrutable. Muchas veces, termina siendo una experiencia frustrante. ¿Raro, verdad? ¿Cómo algo que uno podría suponer “entretenido” como el regalarse una tarde para darse un pequeño capricho o bien comprar algo que se precisa, puede en algunos casos transformarse en una verdadera pesadilla?
En este posti te invito a reflexionar sobre el golpe que puede recibir nuestra autoestima cuando te encuentras habitando un probador.
La idea es reflexionar sobre la relación que tenemos con nuestra propia imagen, sobre lo fuerte o endeble que es esa imagen, y cómo el reflejo de la misma en el espejo del probador, nos puede disparar angustia y frustración. Estas emociones y la intensidad de las mismas van a variar no solo de persona a persona, sino de acuerdo al momento del ciclo vital en el que nos encontremos.
La relación con nosotros mismos y con nuestra propia imagen, va mutando con los años y con la edad.
La sabiduría estaría en querernos incondicionalmente, por el solo hecho de ser quienes somos, independientemente de cual sea nuestra imagen. ¿Difícil verdad?
Muchas veces esta dificultad descansa en el hecho de que no nos han enseñado a amarnos por ser como somos. Generalmente para sentirnos amados tenemos que cumplir con ciertas expectativas creadas por quienes están a cargo de nuestro cuidado, “Que niña más obediente, que bien!”. Así aprendemos que siendo obedientes nos van a querer; “Excelentes calificaciones, estamos orgullosos de ti”. En este caso aprendemos que siendo estudiosos tenemos la aprobación del otro; “Tienes muy buenas notas, pero tu puedes dar aún más. En este caso aprendemos que por mucho que nos esforcemos es difícil cumplir con las expectativas paternas.
Como podemos ver la mayoría de las veces la valoración y la aprobación recibidas están condicionadas a determinados comportamientos. Es menos frecuente que nos enseñen a amar a otros por su sola existencia, por la única razón de ser como son, independientemente de si llegan primeros o quintos, de si suspenden asignaturas o no.
Sin embargo, paradójicamente hoy en día nos encontramos bombardeados por afirmaciones del tipo, “Quiérete a ti mismo y el mundo te amará”, ”Amate a ti mismo y cambiarás tu vida”.
¿Cómo no nos va a resultar difícil amarnos a nosotros mismos si no nos enseñan a amar nuestro ser, a aceptar nuestra existencia en toda su esencia? Cuanto mayor sea la brecha entre quienes somos y entre quienes queremos ser, o entre lo que los otros esperan que seamos, mayor será la frustración y el sufrimiento.
Cuando el amor hacia mi mismo esta sujeto a lo que los demás esperan de mi, desean de mi, deja de ser incondicional a mi propio ser, a quien soy yo, y entonces me voy a esforzar por encajar donde otros quieren.
Sin darnos cuenta muchas veces hemos aprendido a responder a las expectativas del otro para sentirnos amados. Por consiguiente, vamos por la vida ajustándonos a lo que los otros, nuestro entorno, la sociedad, el medio en el que vivimos espera o establece que es mejor para nosotros. ¿Curioso, verdad?
¿Quién mejor que nosotros para saber lo que necesitamos, lo que nos sienta bien, lo que deseamos? ¿ Cuándo perdimos la autoridad sobre nosotros mismos?¿En qué momento se la concedimos a otro u otros?
El problema empieza cuando “compro” lo que otros me venden como “belleza”, como “atractivo”, como “favorecedor”. Para entonces ya caí en la trampa. ¿Quiénes son los “expertos en belleza”? ¿Con qué desfachatez alguien puede decirte lo que debes ponerte y lo que debes pesar?
¿Dónde se estudia para ser un experto en belleza? ¿Si el concepto de belleza es subjetivo, es decir, si lo que es bello para mi puede no serlo para ti, quien puede establecer lo que es bello como algo casi universal. ¿Absurdo por donde se lo mire, verdad?
Sin embargo, en mayor o menor medida todos estamos atravesados por estos patrones de belleza. Que como ya mencionamos nos dicen la talla que debemos tener para entrar en determinadas prendas, qué colores debemos evitar, cuáles debemos escoger. Escoger dentro de lo señalado por los que saben, es decir “los expertos”.
Ante un tema de salud, sin duda depositaremos nuestra confianza en el profesional médico, en el experto, porque es la persona idónea para decirnos que es lo mejor hacer según el caso.
Cuando a nuestra propia imagen se refiere, ¿No deberíamos ser nosotros los expertos a quien consultar? ¿Dónde aprendimos a dudar de nuestras preferencias, de nuestros gustos?
Vivimos entre el deseo de aceptarnos a nosotros mismos y de ser aceptados. Y parecería que si elijo lo que prefiero por encima de lo que debo elegir, estoy siendo desleal con el otro.
La industria de la moda sabe de nuestro lado vulnerable, de nuestras inseguridades y miedos y a ellos se dirige incansablemente.
Esos “otros” pueden ser nuestros padres, modelos publicitarios, revistas, redes sociales, series, influencers, películas, ¿Quién no ha escuchado a alguien, con la mejor de las intenciones, dar consejos de este tipo?, “¿Eso te gusta?”, “Te marca demasiado la cadera”, “No te favorece”, “Mejor prueba otro color, otra talla, otro modelo”.
“Con las mejores intenciones se obtienen los peores resultados”. Cita de Oscar Wilde leída en “Más allá del miedo” de Giorgio Nardone.
El afuera nos susurra al oído sin descanso como debemos vernos, donde debemos comprar, que debemos combinar y que no. Tampoco se trata de salir a la calle con un taparrabo. La oposición, muchas veces, es la otra cara de la sumisión.
Quizás, se trate de escucharnos más a nosotros, y no tanto a los “expertos en belleza”. Pero para poder escucharnos es necesario saber que tenemos cosas muy importantes y valiosas para decir, de lo contrario, serán más importantes las de afuera.
Si te sabes valioso todo lo que salga de ti también lo será. La imagen que te devuelve el espejo es valiosa y sagrada por el solo hecho de ser tuya. Si en algún momento quieres mejorarla que sea porque tu así lo deseas, y no para adaptarla a patrones externos y mezquinos.
Qué mejor que cerrar este posti con esta preciosa cita.
“El estado de realización del Ser no es llegar a una meta distante o adquirir algo nuevo, si no meramente ser lo que uno siempre es y lo que uno siempre ha sido. Lo único que se requiere es percibir lo falso como falso”. Ramana Maharshi. Se lo que eres
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