Un adolescente no es un adulto todavía. Necesita la supervisión de sus padres
La idea de este posti además de reflexionar sobre la manera en la que como adultos responsables y con mayor experiencia de vida podemos acompañar y ayudar a los adolescentes cuando parecen suspender hasta la hora de comedor, es repensar esta creencia tan difundida de que los adolescentes lo único que tienen que hacer es estudiar.
Cuando en realidad los adolescentes están lidiando con una serie de situaciones que los acechan a diario, como el hacerse un lugar entre sus pares, aprender a vivir con un cuerpo que cambia y que les “queda grande”, con emociones que les son nuevas, con el despertar sexual y la atracción física hacia otros pares, con la confrontación hacia los padres, a quienes aman, pero de quienes deben “separarse” para seguir creciendo, etc. y además tienen que estudiar.
¿Qué lugar creen que ocupa el estudio en la vida de estos chavales? ¿Será una prioridad?
¿O serán los adultos quienes hacen del estudio de los adolescentes su prioridad?
Con esto no estoy diciendo que los jovencitos tengan que descuidar sus estudios, o que los padres no le den al mismo la importancia que tiene, lo que intento es que juntos pensemos en el lugar que el estudio ocupa en sus vidas.
Cuando los adolescentes suspenden varias asignaturas, en términos generales, podemos decir que los padres caen en la desesperación, el enfado, los reproches, “¿ Cómo puede ser que suspendas si lo único que tienes que hacer es estudiar?”, en los castigos, “No hay mas play, ni móvil, ni paga, ni quedada con amigos, etc. hasta que apruebes”, algunos padres se sienten culpables, “¿Qué estaremos haciendo mal?”, otros con la mejor intención de ayudarlos a estudiar terminan estudiando por ellos, no faltan quienes se desentienden del tema, “Y bueno es su responsabilidad si no estudia que repita”.
Un adolescente no es un adulto todavía, y necesita la supervisión y la mirada amorosa de sus padres. Aunque parezcan mayores, todavía son muy vulnerables.
Tampoco son inusuales aquellos padres que ante la desesperación y la impotencia de no saber como ayudarlos, consideran que pegándoles van a revertir la situación y de esta manera, los chavales finalmente se van a motivar para estudiar. Error garrafal.
¿ Cómo podemos acompañarlos?
La respuesta va a depender de cada caso y de la particularidad del mismo. Los psicólogos aburrimos diciendo lo mismo, pero de lo contrario, se podría escribir un manual con una serie de pautas a seguir a diestra y siniestra en todos los casos, sin tener en cuenta ni las características del adolescente, ni de la familia, ni de la relación con los padres, etc. y nada más alejado de la ética que un planteamiento así. ¿Se entiende?
Volviendo a nuestra pregunta, podemos decir que una manera de acompañarlos es ampliando la mirada hacia ellos. ¿Qué quiero decir? Que si nos limitamos a mirarlos y a interpretar lo que están viviendo desde nuestro lugar de adultos, no vamos a llegar muy lejos.
Para acompañar a un adolescente es esencial revisar nuestra propia adolescencia, es decir, situarnos en el adolescente que alguna vez fuimos.
Viajar hacia atrás en nuestra historia y recordar como nos sentíamos, y que cosas nos pasaban. ¿Qué lugar ocupaba el estudio en ese momento de nuestras vidas?
¿Qué cosas nos gustaban hacer? ¿Cómo era la relación con nuestra imagen? ¿Qué relación teníamos con nuestros padres? ¿Cuáles eran nuestros sueños?
Este repaso por nuestra propia adolescencia y las emociones que nos visitaban en ese momento, nos va a permitir conectar con el mundo emocional de ellos, sin dejar de ser el adulto responsable y con “autoridad” que necesitan.
¿Cómo ayudarlos cuando tienen que recuperar?
Antes que nada nunca dejar de creer en ellos. Y evitar los enfados, porque ellos ya se sienten frustrados y agobiados, y si a esto le sumamos el reproche de los adultos, se van a cerrar más. .
No se trata de felicitarlos, sino de reflexionar junto a ellos sobre las posibles causas que llevaron al suspenso. ¿Qué se puede hacer distinto para obtener otro resultado?
Cambiar el enojo por preguntarles en que los podemos ayudar para que les vaya mejor la próxima vez, les dará confianza y seguridad.
Valorar el esfuerzo mas que el resultado. Esta es la premisa estrella.
Un adolescente puede suspender asignaturas por diversos motivos. Porque esta viviendo una situación personal o familiar dolorosa, como puede ser el divorcio de sus padres o la enfermedad o muerte de un familiar, porque “se confió” sabe que es listo, en cursos anteriores no había suspendido y en el nuevo curso aun no se adapto a las nuevas exigencias.
Muchos encuentran aburrido el material de estudio. Estos adolescentes tendrán que aprender a estudiar lo que no les gusta. Entender que los exámenes no son la “meta”, si no que los mismos los acercan hacia donde ellos quieren estar el día de mañana.
Hay adolescentes que por la dinámica familiar pasan muchas horas solos, y sin supervisión, y si bien algunos encuentran la motivación suficiente que los lleva a ser responsables con las tareas, otros (yo diría la mayoría) todavía necesitan de la supervisión de los adultos, especialmente en los primeros años de la ESO.
No asumir que si le fue mal es porque no estudio. Y menos aun que no sirve para estudiar. En todo caso habrá que hacer cambios en el método de estudio.
En la vida las cosas no siempre son tan lineales: “Si hago A entonces B”. Si alguien estudio tiene muchas probabilidades de que le vaya bien, pero a lo mejor no comprendió el material tanto como había creído, no entendió la consigna, el formato del examen no ayudo.
Como adultos, aunque creamos que no es así, los ayudamos interesándonos en sus proyectos escolares, preguntándoles sobre su “mundo en la escuela”. Aunque recibamos monosílabos, les hacemos saber que tanto ellos como sus actividades escolares nos importan.
Los adolescentes no se caracterizan por gestionar bien el tiempo, y a la hora de rendir varios exámenes, esto puede ser un problema. En este punto también es importante el acompañamiento de los adultos.
En resumen:
Valorar el esfuerzo y la implicación en los estudios mas que el resultado.
Transmitirles el mensaje de que un suspenso no es un fracaso. Un suspenso indica que no se alcanzaron los objetivos. Indica que lo estudiado no fue suficiente, pero aun así, se esta mas cerca de la meta.
Siempre confiar en el potencial de los adolescentes.
Supervisarlos. El adolescente necesita mucho a sus padres, aunque no lo demuestre.
Recordarles una y otra vez que las calificaciones no dicen nada acerca de su identidad, ni de su persona. La calificación hace mención a su habilidad en desarrollar un tema en particular, no dice nada acerca de su persona.
Evitar las etiquetas: “Se te da bien el estudio”, “Se te da mal el estudio”. Las etiquetas condicionan el comportamiento.
Ayudarlos a gestionar el tiempo cronológico. El adolescente tiene como una idea de tiempo “eterno” y entonces posponen lo que tienen que hacer “para después”, “para mas adelante”, “para cuando termine la partida”. En los estudios ese “después” puede ser demasiado tarde.
La idea es ser responsables, estudiar y soltar el resultado.
Hasta el próximo posti y recuerda que para ser un buen acompañante de un adolescente, es necesario repasar nuestra propia adolescencia.
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