“Vivimos ocupados, atareados y escapando de nosotros mismos”
agosto 30, 2019
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“No recibimos una vida corta, si no que la hacemos corta”. Séneca

Hoy en día hay que trabajar, generar, producir y rendir hasta el cansancio. Por consiguiente, ante tanta ocupación es escaso el tiempo que resta para todas aquellas actividades que tengan que ver con el ocio, el tiempo libre y la contemplación. Aunque suene absurdo, y parezca que exagero, quien no trabaja casi hasta desfallecer, pocas chances tiene de formar parte del grupo de personas “importantes” y “destacadas”.

Quien no tenga la agenda completa hasta los próximos 10 años, está en problemas. Al menos en nuestra sociedad occidental.

En este posti te invito a reflexionar sobre la manera en la que derrochamos nuestro bien más preciado, nuestra propia vida, junto con el tiempo, a través de la cual la misma se despliega.

A mi consulta llegan personas que por diferentes motivos y decisiones personales cuentan con tiempo para realizar diferentes actividades recreativas, sin embargo, viven esto con muchísima angustia. En su mayoría reciben comentarios del tipo: “A mí no me sobra el tiempo como a ti”, “Es que tú no haces nada”, “Yo no podría estar desocupada como tú”, “No sé cómo haces para estar en la casa y solo ocuparte de los niños”.

Lo interesante es que ante estos comentarios, por cierto bastante prejuiciosos y enjuiciadores estas personas, en su mayoría, no contesta nada. Lo triste de todo esto, es que los terminan avalando y sintiéndose empobrecidos, poco valiosos, cero importantes. En algunos casos llegan a decir: “…es que yo no hago nada”

“Tu estarás atareado, la vida se apresura; llegara entretanto la muerte, para la cual, lo quieras o no, habrás de tener tiempo de sobra”. Séneca

No menos interesante es el hecho de que muchas de las personas que se jactan de tener una vida ocupadísima, realizan actividades de las que se quejan, no disfrutan y los agobian.. Actividades que más que ayudar al desarrollo o realización personal, responder a una vocación, o al solo gusto de realizarlas, parecen más bien llenar un vacío existencial.

¿Acaso tanta ocupación, y tanto llenarse de trabajo no impiden el encuentro con uno mismo? Quizás sea eso mismo lo que se busca, sin llegar a darse cuenta. ¿Qué quiero decir?
Que en la medida en que alguien esta distraído llevando a cabo miles de actividades, “se salva” de disfrutar de estar consigo mismo en soledad, de ser su mejor compañía, de regalarse un momento para preguntarse como esta, como se siente, adonde va, como ve su vida, que cosas desea que sigan igual y cuales no.

Estas maravillosas preguntas muchas veces asustan porque nos enfrentan con nuestra más cruda realidad, con nuestro ser, con quienes somos. Frente a las mismas hay que poner el cuerpo y el alma. Las mismas nos invitan a mirar hacia dentro de nosotros mismos.

¿Quién nos enseña a mirar hacia el interior de nosotros mismos? Para esta mirada no hay tiempo. “Es mejor no tener tiempo”. Esto lo sabe muy bien la sociedad de consumo, quien promueve el trabajo desmedido para poder adquirir los bienes que ella misma produce.

Como podemos ver la falta de tiempo da “prestigio”. Por lo menos es lo que se intenta hacer creer. Con solo mirar a nuestro alrededor, nos podemos topar con miles de casos de personas que corren de aquí para allá, contestando mensajes, recibiendo correos, organizando las cosas de la casa, del trabajo, de la familia, de los amigos.

Tampoco faltan las publicidades en las que se pueden ver personas ocupadas desde la mañana a la noche, a diferencia del ejemplo anterior, en este último caso las personas muestran un rostro sonriente, parecen exitosas y con dinero. Sin embargo, en la realidad estos excesos derivan en crisis de ansiedad, estrés, insomnio, problemas musculares, y malestares varios.

La ecuación parece ser: “Cuanto menos tiempo libre tienes, más  importante eres”.

Como podemos ver tendemos a ser más cautos con nuestro patrimonio que con nuestro tiempo. Al cual estamos empecinados en derrochar a través de una cantidad de actividades que nos enajenan de nosotros mismos. Ocupaciones que nos distraen, nos marean, nos aturden, nos permiten llegar agotados a la noche.

Como si en algún punto pensáramos que el tiempo es interminable. Lo cual es bastante entendible, ya que asumir que el tiempo se termina, tiene que ver con asumir nuestra propia mortalidad. Y no hay caso, para nuestro cerebro los que se mueren son siempre los otros

¿Cuál es la solución? ¿Sera posible dedicarle tiempo al trabajo sin dejar consumirnos por el mismo? ¿Cómo hacemos para disfrutar de estar con nosotros mismos si tenemos que trabajar y volver a casa y ocuparnos de la familia?

Es cierto que a unos padres de familia con 5 hijos que tienen que trabajar más horas que las que tiene el día para cubrir, si es que pueden, las necesidades básicas de los mismos, difícilmente puedan replantearse quienes son, adonde van y como está su vida. Porque en este caso, la principal prioridad es alimentar a su familia y llegar a fin de mes.

Como ya sabemos la vida no es justa y no todos los casos son tan apremiantes como el mencionado.

¿Cuál es el equilibrio entre trabajo y tiempo de ocio? Si no podemos regalarnos 15 minutos al día de respiración diafragmática, de meditación, para dar un paseo o simplemente para no hacer nada, como bien en sí mismo, no con el propósito de cargar energías para luego seguir trabajando. Estamos en problemas. No estamos gestionando bien ni nuestro tiempo, ni nuestras prioridades.

Parte de la respuesta a lo que venimos planteando está en entender que la salida esta hacia el interior de nosotros mismos, es decir en aprender a mirar nuestro mundo interior. La salida no es hacia afuera. Nada que pueda hacernos felices puede venir desde el exterior.

¿Cómo puede alguien sentirse pleno y a gusto con su vida y consigo mismo sino sabe estar a solas con sí mismo? Si huye de si mismo.

“No tienes por qué pensar en razón de sus canas y arrugas, que alguien ha vivido mucho tiempo; ese no ha vivido mucho, si no que ha estado ahí mucho tiempo”. Seneca
Para que ni la vejez ni la muerte nos pillen sin haber vivido ni sido felices, tal vez, sea acertado evitar malgastar el tiempo solo para mantenernos ocupados.
¿Y si dedicamos parte del tiempo a vivir, a no “hacer nada”, a un momento de ocio, a contemplar como los minutos pasan, a observar como las emociones navegan por nuestro cuerpo?

Hasta el próximo posti y te comparto un hermoso pensamiento de Seneca:

“…así este viaje de la vida, continuo y aceleradísimo, que recorremos con el mismo paso despiertos que dormidos, no se les descubre a los atareados si no es cuando ya acaba”. Séneca

Puedes visitar mi canal de YouTube Betina Speroni.

Podcast Betina Speroni Psicología en:

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