Ansiedad. Luchando contra la ansiedad la incrementamos
mayo 15, 2019
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Desmontando la lucha contra la ansiedad

La idea de este posti es brindar información sobre la ansiedad, con el propósito de disipar algunas dudas.

¿Cuándo preocuparnos? ¿Cuándo debemos consultar con un profesional? ¿Por qué me pasa esto? ¿Es grave? ¿Que pudo haber motivado mi ansiedad?

La ansiedad es una forma de energía vital. Es condición sine qua non para la supervivencia del individuo y de la especie. La ansiedad es normal e inherente al individuo. Es adaptativa y funcional. Sin una cuota de ansiedad los sistemas biológicos no podrían vivir, aprender, reproducirse, proyectarse en el futuro. Sin esa cuota de ansiedad sería imposible sorprendernos, enamorarnos, enojarnos; la vida carecería de interés, valor, sabor.

Cuando el cerebro percibe un estímulo que valora como amenaza, se dispara de manera refleja una cadena de cambios físicos, cognitivos y conductuales que preparan a la persona para estas situaciones: defensa, ataque o huida. Los músculos se tensan, el ritmo cardíaco y respiratorio se aceleran, la mente se vuelve más alerta para poder reaccionar con mayor rapidez.

En ese momento tomamos rápidamente la decisión ya sea de huir o de hacerle frente al estímulo amenazante. Este proceso se denomina respuesta de ansiedad. La ansiedad, es una respuesta adaptativa, asertiva (adecuada) o no, que prepara al cuerpo para la emergencia. Pasado el momento, el organismo vuelve, en la mayoría de los casos, a su estado inicial.

De acuerdo a los recursos de que disponga cada persona, los cambios van a ser benignos o no. Todos “deberíamos” poder adaptarnos y acomodarnos a los cambios con flexibilidad y creatividad, intelectual, emocional y conductual. Por supuesto, que no siempre podemos.

Como siempre digo, somos seres humanos y hacemos lo que podemos, no somos maquinas.

Cuanto más estructurado sea alguien, rígido o poco predispuesto a los cambios, mayor va a ser el impacto que esta necesidad de cambio, para acomodarse a las circunstancias, le va a generar, como así también, mayor el gasto de energía empleada y mayor la posibilidad de enfermar y adquirir un Trastorno de Ansiedad.

Si el individuo vive en estado de elevada y permanente inquietud sin motivo u objeto real estresante (para un observador), si tiene un permanente malestar o tensión, si lo habitual le implica gran esfuerzo físico o mental y percibe todo como amenazante, si se siente sobresaltado, irascible o angustiado podemos considerar que la ansiedad es patológica. En este caso, es necesaria la consulta con un profesional para que evalué la situación y haga el diagnostico correspondiente.

En resumen, podemos decir que la ansiedad es normal. Todos en algún momento sentimos su presencia. Si por ejemplo, vamos a dar un examen, si tenemos cita para ir a recoger algún resultado médico, si estamos preparando oposiciones, ante una entrevista de trabajo, etc. es normal y esperable que sintamos un poco de ansiedad, ya que este tipo de situaciones son ansiogenas en sí mismas.

De esta manera, erradicamos el mito de “ansiedad cero”. A veces, escucho comentarios del tipo: ”Fulanito no tiene ansiedad”, y así como alguien no puede no conocer la tristeza o la alegría, (salvo raras excepciones) lo mismo se aplica para la ansiedad.

Una persona que no sintiera ansiedad, difícilmente podría sobrevivir, o estaría tan expuesta a estímulos nocivos que su vida se encontraría expuesta a situaciones de peligro mucho más que el de la población general. Pensemos en el siguiente ejemplo, si alguien ve a una serpiente y se asusta, aumentan las palpitaciones, empieza a sudar, estas sensaciones corporales que se desencadenan frente al estímulo amenazante (serpiente) le van a permitir reaccionar al mismo, ya sea que decida, huir, quedar inmovilizado, enfrentarse, etc. De lo contario, si alguien frente a la presencia de una serpiente carece de estas sensaciones físicas, que tienen como finalidad alertarle sobre un inminente peligro, la persona tiene más posibilidades de ser atacada por la misma.
Todos en algún momento, en mayor o menor medida, hemos sentido ansiedad, entonces, ¿La ansiedad es algo grave? Cuanto más intensa es la ansiedad mayor es el malestar que produce, llegando a ser este malestar realmente displacentero y muy desagradable, y si bien estos episodios de elevada ansiedad no revisten gravedad, la persona afectada puede llegar a sentir que su vida está en peligro, que se puede morir, que tiene un problema cardiaco, etc. Es importante recalcar que nadie ha muerto por una crisis de ansiedad. Este mensaje suele ser muy tranquilizador para todas aquellas personas que han vivido un episodio de ansiedad.

¿Qué pasa cuando la intensidad de la ansiedad es tal que nos impide realizar aquello que deseamos? ¿Debemos consultar con un profesional?

Como mencionábamos anteriormente, debemos recordar que una cuota de ansiedad es normal, es sana y nos ayuda a adaptarnos a las diferentes situaciones que transitamos. Siempre y cuando podamos gestionar este grado de ansiedad, no hay nada de qué preocuparnos.

Cuando el grado de ansiedad es tal que empieza a interferir en distintas áreas de nuestra vida, y no encontramos la manera de gestionarla adecuadamente, la consulta con un profesional puede ser de gran ayuda. Es importante que recuerdes que cuanto antes consultes, menor será la ayuda y el tiempo que necesites para recuperar tu anterior calidad de vida, De lo contrario, y como generalmente pasa, muchas personas suelen consultar cuando sus vidas se encuentran muy limitadas a causa de sus episodios de ansiedad. ¿Cómo me puede ayudar un profesional?

Un espacio terapéutico nos brindara diferentes estrategias que nos permitirán gestionar óptimamente la ansiedad y además nos facilitara reflexionar acerca de diferentes acontecimientos que puedan estar gatillando la respuesta de ansiedad.

El hecho de empezar a reflexionar o repasar nuestra vida, no tiene que ver con buscar motivos inconscientes, o causas profundas sino con revisar nuestra historia y poder ver cómo es que aprendimos a reaccionar así como lo hacemos. Hay que tener en cuenta que somos seres sociales, que formamos parte de diferentes sistemas y grupos humanos y es en estas relaciones en las que a lo largo de nuestra vida hemos ido aprendiendo a resolver problemas, a acomodarnos a los cambios, a identificar y gestionar las diferentes emociones, etc.

Como frente a cualquier otra emoción ante la presencia de la ansiedad nos debemos habituar a la misma, es decir, reconocerla, aceptarla y conectar con ella, dejando que se exprese sin intentar huir de la misma.

Debemos desmontar la lucha contra la ansiedad.

Muchas veces las personas tienen como expectativa del tratamiento la eliminación de las sensaciones físicas. Suele haber como una insistencia por parte de quien consulta una insistencia para que no le aparezcan nunca más las sensaciones corporales de la ansiedad.

¿Qué pasa con esta insistencia? Que la misma “obsesión por eliminar” la ansiedad puede incrementar los síntomas de la misma .¿Porque? porque la atención permanente de la persona hacia su propio cuerpo puede aumentar la sensación de incremento de la intensidad de las palpitaciones, la sequedad en la boca, humedad en las manos, mareos, sensación de volverse loco, la alteración de la sensación de fluidez respiratoria, etc.

El objetivo de la terapia no debe ser la desaparición de las sensaciones corporales, sino la eliminación del miedo a las mismas. Del mismo modo, en la ansiedad social es necesario evitar fijar como objetivo de la terapia la “eliminación” del sonrojamiento o la sudoración. Se recomienda formular como objetivos que la persona adquiera habilidades específicas para el manejo de su ansiedad, su vergüenza y los pensamientos asociados a los eventuales juicios de los demás.

Precisamente, a través de diferentes ejercicios de exposición social, se intenta que el paciente acepte que puede ponerse colorado en público y que ello no es tan dramático. No se apunta a la eliminación de la sensación señalada, se apunta a la modificación del dramatismo y la tensión derivada del mismo, ante la aparición del sonrojamiento.

No debe considerarse como “recaída” la simple aparición de las sensaciones físicas. En este caso, se debe identificar como la persona interpreta las mismas y cómo dicho modo de interpretación desencadena el incremento de las mismas y el miedo concomitante.

Entonces, recuerda que una cuota de ansiedad es normal, funcional y adaptativa. Solo cuando la ansiedad empieza a interferir en distintas áreas de nuestra vida, es cuando debemos pensar en consultar con un profesional, para evitar que la ansiedad sea la protagonista de nuestra existencia. Ella solo debe acompañarnos cuando sea necesario.

Hasta el próximo posti y recuerda que la ansiedad es solo una emoción como cualquier otra.

Puedes visitar mi canal de YouTube Betina Speroni.

Podcast Betina Speroni Psicología en:

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