Que sea una hermosa experiencia, no quiere decir que todo sea color de rosa
¿Quién alguna vez no ha escuchado comentarios como: “Ser madre es lo mejor que me paso en la vida”, “Nada se compara al hecho de ser madre”, “Ser madre es lo mejor que te puede pasar”. Podríamos escribir un libro solo con frases de este estilo.
El tema con estas frases es que muestran solo un lado de la maternidad. Que la maternidad sea una función sumamente gratificante, no quiere decir, que no tenga sus momentos de cansancio y estrés.
La idea de este posti es reflexionar acerca de la maternidad, echándole un toque de realidad. La idea es mirar las dos caras de la misma, tanto su lado maravilloso como su lado fatigante, y entender que estos dos lados la conforman y la definen. Y que no podemos pensar el uno sin el otro.
¿Por qué esto es importante? Para evitar caer en la idealización de la misma, con la consiguiente frustración que genera el golpearse con la realidad.
La realidad tarde o temprano se impone. Por mucho que la neguemos, en algún momento la tendremos que afrontar. En la medida en que lleguemos a la maternidad con una idea más “realista”, menos sesgada y parcializada, acerca de lo que implica el maternaje, el desarrollo de esta función se ajustara más a las expectativas creadas.
Por el contrario, si alguien llega a la maternidad con la idea de que esto es algo magnifico, que de la noche a la mañana conoces el amor profundo y la verdadera felicidad, que todos los bebes duermen plácidamente como los de la publicidad, y que una madre después de cuidar y atender a su bebe las veinticuatro horas luce radiante como la madre de la revista, el golpe, con la realidad, va a ser duro.
De ninguna manera este posti intenta satanizar el desarrollo de esta función, que es extraordinario, por cierto. La idea es ampliar la mirada, y no quedarnos fijados solo a este lado maravilloso, sino poder incluir en la definición de maternidad a ambos lados. Tanto su lado gratificante y maravilloso, como su lado extenuante, agotador y fatigoso.
“Podre estar agotada, pero jamás me canso de abrazar, besar y acariciar a mi bebe. Siempre tengo energía para llenar de amor a mi otro corazón”. Anónimo
Ideas como que “La maternidad es un periodo de plenitud en el que la mujer se siente realizada y en el que no hay otro estado que la felicidad” forman parte del acervo de creencias populares que, desafortunadamente, suponen un mito imposible de alcanzar para muchas madres.
La realidad es mucho menos idílica. Junto a los cambios físicos y biológicos (alteraciones hormonales, sobrepeso, posibles complicaciones…), las madres experimentan un giro brusco en su estilo de vida, sus rutinas diarias y sus relaciones sociales. Asimismo, la responsabilidad de cuidar a un bebé, más aún si es una nueva experiencia, junto a la habitual falta de sueño asociada a este periodo, supone una carga añadida de estrés que puede tener un impacto negativo en la salud mental y en el bienestar psicológico de la madre”. Infocop/ 29/06/2016
¿Qué entendemos por idealización?
Una de las definiciones de idealización señala que la misma es la consideración o representación de una persona o cosa como un modelo de perfección ideal que no se corresponde con la realidad.
Otra definición nos dice que idealizar es un verbo que alude a la acción que consiste en engrandecer algo o a alguien más allá de sus características reales.
Según el psicoanálisis, en la idealización se llevan a la perfección las cualidades y valoración del objeto. Su contracara es la desvalorización.
No hay que confundir la idealización con el Ideal del Yo, que todos tenemos; el ideal nos impulsa a alcanzar nuestras metas en la vida, lo cual es muy saludable, en cambio la idealización nos lleva a distorsionar la realidad, lo mismo que la desvalorización.
Desidealizar la maternidad tiene que ver con echarle realidad, y dejar de pensar que es lo que no es.
Pensar a la maternidad como a una función solo maravillosa y sublime que nos permite realizarnos como personas, es una creencia disfuncional, que si no trabajamos, en algún momento será origen de una gran frustración. Alguien que alberga esta creencia, al toparse con la realidad, es muy probable que se haga preguntas como las siguientes:
¿Cómo puede ser que me sienta agobiada y cansada si estoy llevando a cabo una de las funciones más nobles y maravillosas que puede realizar un ser humano? ¿Qué clase de madre soy que no me siento feliz las 24 horas? ¿Qué hay de “malo” en mi para sentirme así? ¿Cómo puede ser que todavía no haya vuelto a mi talla? Pensando así, la auto condena está servida.
De esta manera se inicia el bucle de ese malestar emocional, que se retroalimenta a sí mismo a través de estos pensamientos. ¿Cómo salir de esta espiral? Por el mismo lugar por el que hemos entrado, es decir, por la puerta de las creencias disfuncionales. En este caso, la puerta de ingreso fue la creencia según la cual “la maternidad es un estado de plena felicidad”.
Si empezamos a cuestionar estas ideas, a confrontarlas con la realidad, a no tomarlas como dogmas, a pensar la maternidad como a un rol desempeñado por mujeres de carne y hueso, con sus miedos , inseguridades y limitaciones, y no por las diosas del olimpo, estamos acercando el concepto de maternaje a la realidad. De lo contrario sigue siendo algo muy abstracto, lejano, inalcanzable, idealizado y promotor de frustración.
“Ser mama no se mide por lo que dejas atrás, sino por lo que ganas al hacerlo”. Anónimo. Les comparto este pensamiento porque refleja el mensaje que me gustaría transmitir en este posti, y que no es otro que el reflexionar sobre las perdidas y las ganancias en la maternidad.
Si tenemos en cuenta que el bebe viene al mundo en un estado de indefensión absoluta y que sin el cuidado de los primeros cuidadores (principalmente la madre) se muere, podemos apreciar el rol fundamental de la madre. El bebe demanda su presencia de una manera intensa, y responder a esta demanda, cuidándolo, atendiéndolo, alimentándolo e interpretando sus diferentes llantos, es una tarea ardua, y para nada liviana, como a veces la vende la publicidad mostrando a bebes sonrientes, bañados y cambiados, haciendo invisible todo el trabajo que hay detrás. ¿Qué quiero decir? Que a ese hermoso bebe alguien lo alimento, lo baño, lo calmo, lo acuno, le sonrió, lo arropo. Y ese alguien, generalmente la madre, tiene una vida más allá del bebe, de la que también tiene que ocuparse. ¿Qué quiero decir? Lo que intento transmitir es que la maternidad como función es un estresor, y como tal, genera un desequilibrio en la vida de la madre, de los padres, de la pareja, de la familia. La buena noticia, es que en la mayoría de los casos se retoma el equilibrio nuevamente después de un tiempo y sin mayores dificultades.
Lo que no es cierto, es pensar que con la llegada de un bebe todo sigue igual, y que el único cambio tiene que ver con la mayor felicidad que este nuevo integrante le aporta a la familia. ¿Por qué? Porque con la llegada de un infante la vida da un cambio radical. Las prioridades son otras y la madre deja de estar centrada en sí misma, para centrarse en su bebe.
Si estás leyendo este posti y estás jugando con la posibilidad de ser madre, no te asustes. La tarea de ser madre es tan ardua como gratificadora. El hecho de que por momentos esta función sea agobiante, no hace que deje de ser maravillosa.
Los estudios más recientes evidencian que los trastornos de salud mental están presentes en una de cada cinco mujeres durante el periodo perinatal, es decir, el periodo que abarca desde el embarazo hasta el primer año tras el alumbramiento (Davies, 2015). Infocop, 2016.
Estos datos tienen que ayudarnos a pensar el rol de madre desde la responsabilidad que implica el mismo.
“Los hijos no son el juguete de sus padres, ni la realización de su necesidad de vivir, ni sucedáneos de sus ambiciones insatisfechas. Los hijos son la obligación de formar seres dichosos”. Simone de Beauvoir
Al convertirnos en madre no solo nos cambian las prioridades, y la dinámica del día a día, según las neurociencias el embarazo cambia la estructura cerebral de la mujer.
La investigación, liderada por la Universidad Autónoma de Barcelona (UAB) y el Instituto de Investigación del Hospital del Mar (IMIM), ambas en España, es la primera en mostrar que el embarazo implica cambios que se mantienen a largo plazo –al menos hasta dos años después del parto– en la morfología del cerebro de la madre. Los resultados se publican en Nature Neuroscience.
Los investigadores no han encontrado que el embarazo provoque ningún cambio ni en memoria ni en otras funciones intelectuales en las mujeres estudiadas y, por tanto, creen que la pérdida de sustancia gris no implica ningún déficit cognitivo, sino todo lo contrario.
“Los resultados apuntan a que esta plasticidad cerebral inherente al embarazo tiene un fin evolutivo destinado a que la madre infiera eficientemente las necesidades de su bebé”, comenta Erika Barba-Müller, primera autora del artículo junto con Elseline Hoekzema.
Esta estructuración cerebral respondería a fines adaptativos, para aumentar la sensibilidad de la madre para detectar, por ejemplo, rostros amenazantes o para reconocer más fácilmente el estado emocional de su bebé. ¿Interesante verdad?
Como podemos ver con la maternidad nuestra vida queda al revés, pero así y todo no deja de ser una experiencia maravillosa.
Hasta el próximo posti y recuerda felicitarte por ser la persona que eres.
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